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¿Puede hacer algo el BCE por las pymes españolas? Los tres problemas de Draghi

  • La fragmentación del mercado de crédito es uno de los problemas del euro
  • Los Gobiernos tienen más que hacer que el propio Banco Central Europeo
  • La solución: nuevas formas de financiación y empresas más grandes y robustas
Mario Draghi, presidente del BCE, y Luis de Guindos, ministro de Economía de España.

Mario Draghi, presidente del BCE, prometió el verano pasado que haría todo lo que fuera necesario para preservar el euro. Su promesa y sus medidas posteriores convencieron al mercado y devolvieron la estabilidad a la Eurozona reduciendo las primas de riesgo de países como España e Italia. Pero todavía quedan problemas pendientes, y el más acuciante de todos es que el mecanismo de transmisión de la política monetaria está severamente dañado. "No puedo hacer mucho para que los bancos superen sus miedos", reconocía Draghi el pasado viernes.

Esto implica básicamente que las empresas de los países con problemas tienen más dificultades para financiarse, algo particularmente grave en el caso de las pymes, que suponen el 89% de las firmas de la Eurozona y el 75% del empleo.

En esta línea se manifestó el ministro de Economía de España, Luis de Guindos, que pidió "acciones" al BCE con el fin de acabar con la fragmentación de los mercados de crédito y lograr un "tipo de interés único" en Europa para las empresas de la misma calidad.

La diferencia es importante y supone un lastre para la competitividad de las empresas de los países con más problemas. Por ejemplo, el banco de inversión Goldman Sachs calcula que las pymes en España e Italia suelen pagar de media un 6% en los créditos de 1 a 5 años y de un montante de hasta 1.500 millones de euros. Por el contrario, las empresas alemanas y francesas apenas pagan un 3,5%, una diferencia considerable.

El problema ya no es solo de la diferencia en lo que deben pagar las empresas. Los datos del propio BCE apuntan a un credit crunch (restricción del crédito severa) en Italia y en España, lo que a su vez genera problemas económicos en ambos países.

Esta situación está aumentando la presión sobre Draghi para que haga algo y utilice el balance del BCE para suavizar las condiciones de los préstamos a las pymes. Pero el problema es qué puede hacer realmente el presidente del BCE, tal y como analiza hoy el diario The Wall Street Journal (WSJ).

Los tres problemas de Draghi

El primero de ellos es la dificultad para distinguir si la contracción del crédito simplemente refleja una caída de la demanda y no es un relfejo de problemas con la oferta.

En Reino Unido, por ejemplo, el Banco de Inglaterra intentó mejorar la oferta de crédito con medidas específicas para fomentar los préstamos baratos; sin embargo, no hay evidencias de que su estrategia haya incrementado la financiación de las pymes.

Además, las grandes empresas, que tienen otras vías para financiarse como el mercado de bonos, tampoco están invirtiendo, lo que sugiere que el problema también puede ser de demanda de crédito, principalmente motivada por la incertidumbre económica de los países.

La propia debilidad de los bancos españoles e italianos sugiere que quizás hagan más falta medidas gubernamentales concretas que nuevas iniciativas del BCE, argumenta el WSJ.

El segundo gran problema de Mario Draghi es que cualquier medida que tome a favor de las pymes va a incrementar inevitablemente el riesgo de crédito de la propia institución. En principio no hay razón para que un banco central asuma más riesgo. De hecho, ya lo han hecho desde el inicio de la crisis. El problema es que los bancos centrales deben rendir cuentas a los contribuyentes de cada país, y los gobiernos son los que tienen la legitimidad para tomar decisiones sobre el riesgo fiscal que asumen sus ciudadanos.

Este asunto está íntimamente ligado con la propia naturaleza del crédito para pymes. Calcular sus riesgos requiere de un profundo conocimiento de las empresas, algo que solo está al alcance de los bancos locales y sus oficinas, y muy lejos del control del BCE. Es decir, Draghi tendría aquí un problema de legitimidad para asumir más riesgos y de capacidad de control de esos mismos riesgos.

Por último, el tercer problema del BCE es que debe tener cuidado con no dar subsidios a modelos financieros fallidos, lo que impediría la innovación y surgimiento de otras nuevas fuentes de crédito más sostenibles. El diario estadounidense dice que el hecho de que la mayor parte del crédito empresarial en Europa provenga de la banca es una debilidad, no una fortaleza.

¿Cuál puede ser la solución?

A pesar de todo, The Wall Street Journal cree que hay soluciones aunque no está claro que estén en las manos del BCE. Parte de la respuesta estaría en incrementar el papel del equity financing (financiarse vendiendo acciones, al estilo de lo que se intenta en España con el MEFF) y la otra parte sería incrementar la consolidación empresarial para que surgieran empresas más robustas y grandes, y por lo tanto, con mayor acceso al crédito.

También sería importante, y en línea con lo anterior, que surgieran nuevas formas de financiación empresarial. Las normas de Basilea permitieron a la banca expulsar a competidores como las aseguradoras, ya que permitía a los bancos apalancarse mucho y poder tener mayor capacidad de préstamo que otros competidores.

Con los cambios de Basilea, más restrictivos, se debería permitir que entraran nuevos competidores en el mercado de financiación. Por ello, las nuevas regulaciones financieras en Europa deberían impulsar y no impedir el surgimiento de nuevos proveedores de financiación.

En conclusión, todavía falta que emerja un nuevo sistema financiero de las "cenizas" del sistema europeo actual, pero no parece claro que lo que se necesite sean nuevas medidas del BCE sino de políticos con amplitud de miras, concluye el WSJ.

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