Hace un año, en noviembre de 2011, la subasta de letras a 12 y 18 meses encendió todas las alarmas. En esa operación, España pagó un interés superior al 5% en ambos títulos para conseguir algo menos de 3.200 millones de euros. Había que remontarse hasta los años 90, cuando la peseta aún era la moneda de curso oficial, para encontrar unos costes de financiación más altos a esos plazos.
Doce meses después, las alarmas siguen conectadas, pero las presiones sobre el Tesoro Público se han apaciguado gracias a la capacidad disuasoria del Banco Central Europeo (BCE) y su oferta de comprar deuda española si el Gobierno de Mariano Rajoy pide antes el rescate. Esa misma subasta -de nuevo letras a 12 y 18 meses- se saldó con un resultado muy distinto: los costes de financiación se movieron en torno al 3% y el Tesoro captó 4.938 millones de euros, por encima del objetivo máximo, establecido en los 4.500 millones.
Superó, por tanto, una nueva prueba en el mercado, y lo hizo volcándose principalmente en las letras a 12 meses. Con estos títulos consiguió 4.224,9 millones de euros, el mayor volumen que emite en papel a un año desde mayo de 2011. Lo permitió una abundante demanda, próxima a los 9.000 millones, que superó la cantidad finalmente emitida en 2,1 veces. Con el respaldo del apetito inversor, el Tesoro tampoco se vio obligado a pagar un alto interés a cambio de emitir tantas letras a 12 meses. El rendimiento medio de la subasta se situó en el 2,797%, similar al 2,823% del mes pasado y muy inferior al 5,02% de noviembre de 2011.
En cuanto a las letras a 18 meses, quedaron en un segundo plano. El organismo emisor solo colocó 712,8 millones, la mitad que en octubre, cuando adjudicó 1.463 millones. En este caso, se centró en el precio: aunque la demanda fue alta, ya que ascendió a 4.074,4 millones de euros, el Tesoro apostó más por la calidad -emitir poco con unos costes contenidos- que por la cantidad -emitir mucho a un coste superior-. Apenas se quedó con 1 de cada 5,72 euros que pidieron los inversores, proporción que le permitió contener los costes: la rentabilidad media, del 3,034%, fue muy similar a la de octubre, cuando salieron al 3,022%.
"Al final, una fuerte demanda especialmente concentrada en el plazo más corto. La adjudicación y el interés del inversor fueron muy positivos", subrayó José Luis Martínez Campuzano, estratega jefe de Citi en España, para valorar el resultado de la subasta. Eso sí, como en todo, hubo matices. Como los intereses pagados, que siguen siendo "altos en un entorno de recesión y sobre la base de una evidente restricción financiera al sector privado", y como el hecho de que la operación se volcara tanto en el tramo más corto, porque confirma "se sigue viendo un proceso paulatino de reducción en la vida medida de la deuda", destaca.
Respiro para la deuda
El buen resultado general de la subasta, combinado con la esperanza de que el Eurogrupo encuentre una solución para Grecia, propició que el mercado pasara por alto la rebaja de la calificación de la deuda frances en la noche del lunes. La deuda española disfrutó de una tregua que permitió que la rentabilidad de los bonos a 10 años descendiera del 5,90 al 5,84%. Siguiendo su estela, la prima de riesgo, que mide el diferencial entre el rendimiento de los bonos españoles y alemanes a 10 años, se moderó de los 454 a los 437 puntos básicos, su mayor descenso diario en el último mes.
Este respiro le vendrá muy bien al Tesoro, que mañana volverá a la carga con una emisión de deuda a medio y largo plazo. En concreto, intentará captar hasta 3.500 millones de euros con la subasta de títulos con vencimiento en 2015, 2017 y 2021.