Congelada la retribución al accionista hasta 2013 y con el crecimiento aparcado también en un segundo plano, la reducción de deuda se ha convertido en un objetivo esencial para Telefónica de cara al mercado.
Si no quiere quedarse a medio camino, la operadora debería reducir la deuda alrededor de 8.800 millones en el segundo semestre según las estimaciones de beneficio de los bancos de inversión, por lo que creen que las desinversiones anunciadas son insuficientes y le hace falta acelerar la marcha para aminorar la carga todavía un 7% más de aquí a diciembre.
Bajo la lupa de los analistas
Derrumbado el compromiso del dividendo, el pilar que ahora debe mantener a toda costa la compañía que preside César Alierta es la reducción del ratio de apalancamiento -la relación entre la deuda y el beneficio bruto- hasta las 2,35 veces. Al final del primer semestre, este ratio se situó en las 2,65 veces, con una deuda neta de 58.310 millones de euros.
Pese a los últimos esfuerzos de Telefónica por obtener ingresos, a muchas casas de análisis todavía no les salen los números. El consenso de mercado, recogido por FactSet, estima un endeudamiento para 2012 de 2,52 veces el beneficio bruto (EBITDA). Los analistas aún prevén que la deuda ronde los 52.950 millones a finales de año y que el ebitda se quede en los 21.043 millones.
Según estas previsiones de beneficio, si la compañía quiere ajustar a tiempo su ratio tendría que recortar la deuda un 15% durante el segundo semestre del año desde los niveles a los que finalizó junio. La mitad del recorrido estaría ya logrado pero el objetivo comprometido se situaría ahora a un 7% de las expectativas que mantienen los expertos.
Camino hacia el objetivo
Una de las grandes piedras que sostiene el compromiso es la colocación de su filial en Alemania, O2. La salida a bolsa podría producirse antes de que acabe octubre y aunque se intentarán captar hasta 1.500 millones con la venta del 20% de la alemana, no se descarta que el paquete de acciones que se coloque al final sea algo menor.
En cualquier caso, y a pesar de que este máximo de 1.500 millones se convertirá en la desinversión más importante antes de final de año, la cantidad todavía sería exigua. Restarían, según los expertos, en torno a 2.000 millones para cerrar 2012 en los niveles marcados. La compañía "tiene activos suficientes", señala Iván San Félix, de Renta 4. Aunque debería "vender activos no devaluados", como en el caso de O2.
Telefónica (TEF.MC) mirará hacia Latinoamérica. La propia firma adelantó que estudiará posibles colocaciones en bolsa. México, Chile o Perú son los países que más suenan entre las preferencias de la española, aunque todo apunta a que no culminará ninguna salida antes de final de año, se formalizaría en 2013.
No obstante, los motores ya funcionan a marchas forzadas. Telefónica se desprendió de casi la mitad de su participación en China Unicom, reestructuró su negocio en Colombia y vendió su parte en Zon. Con todo logró 3.100 millones. A esto se unirán unos ingresos de unos 1.500 millones de euros generados por la venta de Atento, Portugal Telecom, la agencia de viajes Rumbo y diversas torres no estratégicas.
Además de estos ingresos, hay que tener en cuenta que la cancelación del dividendo de 2012 supone un ahorro de más de 6.800 millones y que la generación de caja del grupo en el segundo semestre del año puede alcanzar incluso los 4.500 millones. Sería así en el caso de que se quedase algo por debajo de lo que obtuvo de forma excepcional en el mismo periodo de 2011.
Coste de una rebaja de rating
Entre los miles de inversores pendientes de que Telefónica cierre con éxito sus planes también hay otras miradas que no dejan de vigilar: las agencias de calificación. Tras las últimas rebajas de rating, las principales agencias mantienen una perspectiva "negativa" sobre la teleco por el recelo que provoca su negocio doméstico y el entorno económico. La caída a bono basura -Moody's y Standard & Poor's lo tienen sólo dos peldaños por encima de este nivel- supondría disparar los costes de financiación.
Si en lo que va de año los gastos financieros están en torno al 5,5%, fuentes del sector aseguran que la rebaja de calificación podría hacerlo escalar hasta el 7%. "Algo inasumible en un mercado cerrado", califican estas fuentes, "que llevaría a malvender activos".
Precisamente está pendiente que Moody's revise este mes la calificación del Reino de España. Si la agencia degrada la nota de la deuda española, lo lógico es que el crédito en mercado también decrezca.