Bolsa, mercados y cotizaciones

¿Qué ocurre tras las quitas como la de Grecia? La historia avala fuertes rebotes

  • Los parqués rebotan con celeridad en los meses posteriores al default

Asociar la palabra impago a un país es un fenómeno que recientemente se ha puesto de moda. Sin ir más lejos, las agencias de calificación crediticia recientemente han formalizado la situación de impago de la economía helena en sus más recientes calificaciones sobre las cargas financieras de este Estado.

El 27 de febrero, el 3 de marzo y el 9 del mismo mes, las agencias de rating Standard and Poor's, Moody's y Fitch recortaron la nota a la deuda soberana griega hasta SD, C y RD en cada caso, lo que se traduce en una suspensión de pagos selectiva. Además, el pasado viernes, la Asociación Internacional de Derivados y Swaps (ISDA por sus siglas en inglés) dictaminó que se produjo un evento de crédito en Grecia, con lo que se activaban los seguros de impagos (CDS) sobre la deuda helena.

No obstante, pese a la rimbombancia que le han dado últimamente, la quiebra de un Estado no es algo inédito en la historia ni tampoco supone el Apocalipsis para la economía que lo padece. Sobre esta cuestión, los economistas Carmen M.Reinhart y Kenneth S.Rogoff en su obra "Esta vez es diferente: una visión panorámica en ocho siglos de crisis financieras" recogen un total de más de 260 casos de impago registrados para los que se dispone de información estadística e histórica, siendo el primero del que se tiene constancia el de Reino Unido en 1340 bajo el reinado de Eduardo III de Inglaterra y el último el reciente de Grecia y el de Islandia en 2011. De los cuales, los casos más sonados se han producido en los últimos 30 años.

Además, aunque el efecto del default es claramente negativo a corto plazo, tras la fuerte corrección inicial las bolsas tienden a dispararse una vez han digerido los efectos del impago.

Latinoamérica, crisis de los 80

Al igual que pasó ahora, los mercados no empezaron a dudar de la solvencia de ninguna nación hasta que no se desató una crisis económica que truncó la tónica de crecimiento y las expectativas optimistas de los agentes. En aquella ocasión, quien sembró los vientos para luego recoger tempestades fue la crisis del petróleo.

La subida del precio del crudo en 1973 generó un superávit por cuenta corriente en los principales productores de petróleo. Unos excedentes que fueron colocados en forma de depósitos en los mercados financieros y que éstos canalizaron a los países en vías de desarrollo. Mientras las principales economías mundiales estaban inmersas en la crisis y eran incapaces de absorber esos recursos, las naciones en desarrollo apenas se habían visto perjudicadas por la escalada del crudo e incluso se habían beneficiado de ella, con lo que estos Estados captaron el ahorro exterior para financiar sus propios proyectos.

Este repunte afectó de tres maneras a los países en vías de desarrollo endeudados con el ahorro exterior de los exportadores de petróleo. Se incrementó el coste de los nuevos préstamos afectando negativamente a las condiciones de refinanciación. Aumentó el coste de los créditos anteriormente concedidos, ya que éstos se habían contratado a un interés variable. Finalmente, los elevados intereses provocaron una fuerte apreciación del dólar, lo que encareció aún más el servicio de la deuda exterior nominada en esa divisa.

Consecuencia de todo esto, es que en 1972 la deuda en dólares de los países en desarrollo era de 90.000 millones y en 1981 esta suponía 462.000 millones. De manera que en 1982 México comunicó que sus reservas oficiales de divisas estaban agotadas. Tras este anuncio, los bancos prestamistas se negaron a renovar el crédito a este país y a otras naciones en circunstancias similares. Ese mismo año y en 1983 se produjo el impago de México y Brasil respectivamente.

¿Cómo afectó al mercado de renta variable de esos países? El ejercicio en que se produjo el impago una de las bolsas más castigadas fue la brasileña que cedió un 14%. Pero al siguiente, su selectivo protagonizó un alza del 365%. Por su parte, la bolsa mexicana sufrió un descenso del 28%, pero durante 1983 y 1984 se apuntó unas subidas del 260 y el 69%, respectivamente.

Crisis asiática de 1997

Lo que empezó como un fenómeno regional pronto se convirtió en la primera crisis de la globalización. Durante varias décadas los países del sudeste Asiático sorprendieron al mundo por sus elevadas tasas de crecimiento; en 1997 lo hicieron otra vez pero con una crisis económica profunda.

El fuerte y prolongado crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) y la aplicación de una política macroeconómica correcta (baja inflación y reducido déficit público) convirtieron a estos países en receptores de flujos de capital a partir de los primeros años de la década de los 90. El que las divisas de estos Estados mantuviesen un tipo de cambio fijo con el dólar aumentaba el atractivo de estos países, ya que daba una seguridad implícita a las inversiones o préstamos concedidos.

Sin embargo, cuando en verano de 1997, las autoridades tailandesas dejaron flotar libremente su moneda, el baht, rápidamente los inversores internacionales dejaron de prestar o invertir en los llamados Tigres asiáticos y empezaron a retirar masivamente sus fondos. Esta reacción se produjo ya que los agentes percibían que estos países tenían que realizar devaluaciones competitivas para mantener sus mercados frente a los competidores que habían devaluado primero y por la sensación de fragilidad de sus sistemas financieros.

Otro de los motivos que propiciaron esta crisis fue el elevado endeudamiento del sector privado, a lo que se añadió que la mayoría de los préstamos en divisas fueron a corto plazo y sin cobertura cambiaria, con lo que los prestatarios asumían grandes riesgos que aceptaban por la confianza en el sistema de tipos de cambio fijo y por la larga trayectoria de crecimiento económico de estos países. Las devaluaciones masivas, las perspectivas de crisis económica y la relativa sorpresa al conocer el volumen real de las deudas en divisas contribuyeron a que los inversores internacionales abandonaran estos mercados.

A pesar de las intervenciones en los mercados de divisas, en pocas semanas las autoridades se vieron obligadas a dejar flotar sus monedas, que inmediatamente sufrieron fuertes depreciaciones.

Como resultado de esta crisis se produjo un impago en Corea del Sur e Indonesia en el año 1998, que en este último país tuvo recurrencia en los años 2000 y 2002. En el caso de Corea aunque el mismo año en que se reconoció la bolsa experimentó un repunte del 49% y del 83% al siguiente. En parte, estas subidas se apoyaron en que el índice coreano, Kospi, ya se había descontado con un descenso en 1997 de más de un 42 por ciento. Movimiento similar pasó con Indonesia. En 1998 y 1997 se descontó el impago con una caída acumulada en bolsa del 37 por ciento, pero durante 1999 se recuperó completamente del varapalo con un repunte del 70%, del Jakarta Composite Index, JCI.

Rusia, crisis e impago de 1998

Uno de los impagos más sonados de la historia reciente lo protagonizó Rusia. El peso de esta economía respecto al mundial en 1998 no era más del 1,6%, no obstante la crisis de ese país generó una fuerte inestabilidad financiera a nivel internacional. ¿Cómo? Rusia declaró una moratoria unilateral en el pago de su deuda externa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) no intervino.

Una serie de grandes entidades financieras internacionales habían prestado importantes cantidades de dinero a Rusia con la idea de que si tenía problemas para pagar su deuda exterior, las instituciones internacionales, por razones políticas, le ayudarían con nuevos préstamos.

Cuando este país incurrió en mora, los inversores descubrieron que su evaluación de riesgos había sido errónea. De forma que reaccionaron con una política de préstamos dirigida a sólo aquellos prestatarios que gozaran de la máxima solvencia. Un giro radical que cortó el grifo a numerosos países en desarrollo (especialmente a Brasil) pero también a muchas empresas de los países desarrollados.

¿La reacción de la renta variable ante este default? Una caída del 85% en la bolsa rusa durante 1998 y al año siguiente una subida del 197 por ciento.

Quiebras en el nuevo milenio

El siglo XXI no supuso un punto de inflexión en cuanto a suspensiones de pagos soberanos. Un ejemplo de ello es el caso de Argentina en 2001. Que se produjo cuando este país eliminó el tipo de cambio fijo con el dólar que tenía desde 1991 en 2001. A finales de ese año, el peso entró en flotación depreciándose en forma extrema en pocas semanas, de un peso un dólar a casi tres para comprar un dólar, y el Gobierno argentino suspendió el pago de su deuda nominada en gran parte en otras divisas.

La escasez crónica del ahorro nacional generó durante los noventa un fuerte endeudamiento exterior, que incrementó la vulnerabilidad de Argentina ante perturbaciones exteriores. En 1998 la economía entró en crisis, en gran medida por la perdida de competitividad por la fuerte depreciación del real brasileño. Una solución que se planteó fue una devaluación temprana o el abandono de la paridad frente al dólar. Sin embargo, el Gobierno argentino, apoyado hasta mediados de 2001 por el FMI, se negó a considerar esta opción, ante el temor a los efectos que podría provocar sobre los agentes endeudados en divisas.

Tras producirse el impago de 2001, el principal índice bursátil argentino, el Merval, cedió ese año un 29%, pero en 2002 y en 2003 reaccionó con ascensos del 78 y el 104% respectivamente. En 2011 la bolsa griega se dejó en el parque un 52% de su valor aunque en 2012 se anota un alza del 11%. La historia por tanto, va camino de repetirse.

España impagó 14 veces


A lo largo de la historia, España es el país que acumula el mayor número de impagos. Un total de 14 registrados. De hecho, la lengua castellana tiene su propio vocablo para referirse al 'default', se trata del 'repudio'. Pese a todo, la última vez que nuestra economía suspendió pagos fue en 1882, con lo que España muestra un historial limpio en los momentos de mayor auge de impagos a nivel internacional, tal y como señalan los profesores Rafael López del Paso y José Mª Domínguez.

Siglo XVI hubo tres impagos. En 1557, sobreseimiento de asignaciones y libranzas de pagos de los asientos vigentes. En 1575, consolidación de la deuda flotante en juros. En 1596, anulación de los compromisos adquiridos. Todo ello, durante el reinado de Felipe II.
Siglo XVII, otras tres quiebras más. En 1607, supresión del pago de interés de los títulos de deuda emitidos. En 1627, suspensión de la retribución de los asientos. En 1647, anulación selectiva de las consignaciones asumidas. Estas circunstancias se produjeron durante los mandatos de Felipe III y Felipe IV.
1ª Mitad s. XIX, suspendió cuatro veces. En 1809, amortización de títulos a un precio inferior al nominal. En 1820, Conversión de títulos, con la emisión de nuevos de valor inferior. En 1831, suspensión de la retribución de los títulos. En 1834, conversión de deuda con consolidación de los intereses atrasados. Se dio durante la Guerra de la Independencia, el Trienio Liberal y en la primera etapa de las Guerras Carlistas.

2ª Mitad s. XIX, últimos cuatro repudios. En 1851, refundación de los títulos de deuda. En 1867, consolidación de la deuda con reducción de los cupones. En 1872, reducción de los cupones a pagar. En 1882, disminución del valor nominal de los títulos de deuda. Estos hechos ocurrieron al final de las Guerras Carlistas y durante el Sexenio Democrático y la Restauración Borbónica.

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