Bolsa, mercados y cotizaciones

¿De verdad vamos a entrar en una fase de estanflación como en los años 70?

Echar un vistazo ayer a las portadas de los grandes periódicos internacionales daba miedo. Portada del Wall Street Journal: 'El miedo a la estanflación vuelve porque el aumento de los precios se acelera'. El Financial Times: 'Los datos alimentan los miedos a la estanflación'. Hasta el New York Times llevaba una historia titulada 'Ese look de los 70: la estanflación'.

Así que esa vaga amenaza -el Voldemort de la economía, lo llamaba ayer Herb Greenberg en MarketWatch aprovechando el lanzamiento del nuevo libro de Harry Potter- de la que muy poquitos nos atrevíamos a hablar hace unos meses parece que se ha convertido en un peligro muy real con la nueva subida del IPC y la drástica rebaja de las previsiones de crecimiento de la Fed del miércoles (alimentadas ayer por el indicador adelantado y el índice de la Fed de Filadelfia). Y la gran pregunta es si vamos a entrar efectivamente en una fase de recesión con elevada inflación como la vivida por EEUU en varias ocasiones entre 1970 y 1981.

Entonces, la inflación subió cerca del 15% al año, la economía sufrió tres recesiones, el paro alcanzó el 9% y la Fed de Paul Volcker (el predecesor de Greenspan) sólo logró conquistar la situación con fortísimas subidas de tipos que provocaron una nueva recesión en 1981-82. La combinación de recesión e inflación se consideraba imposible por el paradigma keynesiano que imperó hasta los años 70, y fue la consecuencia de una serie de factores: la guerra de Vietnam y el consiguiente aumento del déficit público, la retroalimentación de las expectativas inflacionistas de la gente, el embargo de la OPEP de 1973 y el colapso del sistema de Bretón Woods (el fin del patrón oro).

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Evidentemente, ahora no tenemos este conjunto de acontecimientos y la situación es bastante mejor: la inflación, aunque haya subido, sólo está en el 4,3%; y el paro es sólo del 4,9%. Ahora bien, hay semejanzas. Aparte de que el coste de la guerra de Irak empieza a parecerse al de Vietnam en dólares de entonces, el parecido más obvio es la escalada del petróleo y de las materias primas. Y el WSJ también señala otra similitud: la tasa a la que la economía de EEUU puede crecer sin generar inflación ha bajado, por culpa del menor crecimiento de la fuerza laboral y de la productividad.

La mayor diferencia, según esta periódico, es que en los años 70 la Fed no quería -o consideraba que no podía- reducir la inflación. Ahora su principal misión es la estabilidad de precios, y lo ha conseguido en las últimas décadas. Por eso, los economistas consideran que ahora la política monetaria no es "irresponsable" como entonces: si Bernanke se equivoca al pensar que la actual subida de la inflación es temporal, tolerará que la economía se debilite a cambio de hacer bajar el IPC. Y así lo indican las actas de la última reunión de la Fed conocidas anteayer.

¿Camino de la deflación?

Pero hay quien va más lejos, como Kevin Depew, autor de un blog llamado "Las cinco cosas que necesitas saber" dentro de esa particular web financiera que es Minyanville. A su juicio, no nos enfrentamos a la estanflación de nuestros padres, por una serie de factores que se resumen en un menor apetito por el crédito y por el riesgo. Esto evitará un ciclo de expectativas inflacionistas y hará que los consumidores, en vez de adelantar sus decisiones de compra por miedo a las subidas de precios como en los 70, las ralenticen por el impacto en sus bolsillos de la subida de los alimentos y la energía.

Por eso, Depew considera que "lo que parece estanflación en realidad es simplemente la transición, la cumbre del iceberg, entre un exceso de apetito por el riesgo y un apetito por el crédito que parecía no tener fin, y una corrección de la expansión del crédito de las últimas décadas". Señala que es evidente que hoy el apetito por el crédito se ha desplomado, tanto por el lado de los bancos que lo conceden como por el de los consumidores que lo piden, lo cual impide que las contundentes bajadas de tipos de la Fed se trasladen a la economía real, como hemos explicado tantas veces en Bolságora.

En ese entorno, y con la amenaza del desempleo cobrando carta de naturaleza ya en EEUU, no creemos sostenible una situación de estanflación más allá de un breve período. Todo lo contrario, la depresión que va a provocar la crisis crediticia acabará desembocando en deflación. Y la Fed no podrá evitarla, como no pudo impedirla en su día el Banco de Japón a pesar de bajar los tipos hasta cero.

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