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¿Decadencia y caída del euro? Todavía hay motivos para ser optimistas sobre la divisa

Los grandes imperios rara vez sucumben a los ataques externos. Pero, a menudo, se derrumban bajo el peso de la disidencia interna. Esta vulnerabilidad parece aplicarse también a la zona euro, donde la resistencia de los países del norte de Europa a echar un capote a sus socios del sur puede hacer tambalear el proyecto.

Los principales indicadores macroeconómicos no sugieren que la Eurozona tengan grandes problemas en su conjunto, apunta Daniel Gros, director del Centro de Estudios de Políticas Europeas, en un artículo en Project Syndicate. 

En primer lugar, tiene una cuenta corriente equilibrada, lo que significa que tiene suficientes recursos para resolver sus propios problemas relativos a las finanzas públicas. En este caso, la Eurozona se compara positivamente con otras áreas monetarias grandes, como Estados Unidos o Reino Unido, que incurren en déficits externos y, por tanto, dependen de la contínua llegada de capital.

También en términos de política fiscal la media de la Eurozona es relativamente fuerte. Tiene un déficit fiscal del entorno del 4%, muy inferior al 10% de Estados Unidos.

Si bien el envilecimiento de la moneda es otro signo de debilidad que a menudo precede a la decadencia y destintegración, este no es el caso de la Eurozona. La tasa de inflación se mantiene baja, incluso es menor que la de EEUU y el Reino Unido. Por otra parte, no hay peligro de que se produzca un aumento significativo. Tampoco la refinanciación de la deuda pública es inflacionista, apunta Gros.

Sobre el crecimiento

Mucho se ha escrito sobre el lento crecimiento en Europa, pero los datos no son realmente tan malos. En la última década, el crecimiento per cápita en EEUU y la Eurozona ha sido prácticamente el mismo.

Teniendo en cuenta todos estos datos, quizá sea demasiado pronto para hablar de la decadencia del euro, pese a que la crisis ha ido de mal en peor, en la medida en que los líderes políticos no han sido capaces muchas veces de encontrar una solución a tiempo.

El problema es la distribución interna de los ahorros y las inversiones financieras: a pesar de que la Eurozona dispone de recursos suficientes para financiar la totalidad de los déficits, algunos países lo tienen más complicado, porque el ahorro ya no atraviesa fronteras.

En otras palabras: hay un exceso de ahorro en los países del norte, cuyos ahorradores se resisten a financiar los países del sur como España, Italia o Grecia.

Eso explica porque las primas de riesgo de estos últimos países han rondado los 400-500 puntos básicos recientemente y por qué, al mismo tiempo, Alemania es capaz de emitir deuda a corto plazo a tasas cercanas a cero. La pregunta es, ¿cómo lograr suavizar esas posiciones?

La creencia alemana parece ser que los inversores financiarán a Italia a precios aceptables siempre y cuando sus políticas sean creíbles. Si los costes de endeudamiento permanecen obstinadamente altos, la única solución que queda es trabajar más duro.

El papel de Alemania

El gobierno alemán podría, por su puesto, hacerse cargo del problema si estuviera dispuesto a garantizar toda la deuda italiana y española, piensa Gros. Pero es comprensible que se niegue a tomar un riesgo tan elevado, incluso teniendo en cuenta que también lo toman al no garantizar la deuda de los gobiernos del sur de Europa.

El Banco Central Europeo también podría resolver el problema actuando como prestamista de última instancia, pero también es comprensible que se muestre reacio a asumir este riesgo, lo que alimenta el debate sobre el peligro de extinción del euro.

La gestión de la deudas ha sido siempre uno de los mayores desafíos para las autoridades. En la antiguedad, los conflictos entre acreedores y deudores eran a menudo violentos. En la Europa de hoy, la resolución del conflicto se lleva a cabo de una forma más civilizada, en los consejos europeos y en los debates internos del BCE.

Pero sigue siendo un conflicto no resuelto. Si, en consecuencia, el euro fracasa, no será porque no haya solución posible, sino porque las autoridades no habrán hecho todo lo necesario.

La supervivencia del euro a largo plazo exige una serie de factores, entre ellos condonaciones de deuda, ajustes donde sea necesario y capacidad para convencer a los nerviosos mercados que los países deudores necesitan tiempo para implementar los citados ajustes.

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