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Las elecciones en EEUU puede desatar la guerra entre el dólar y el yuan

En medio de la marabunta de la crisis de la deuda soberana europea, donde precisamente China se ha perfilado como uno de los países que ayudarán al euro, los legisladores de Estados Unidos se han dedicado durante las últimas semanas a tensar las relaciones diplomáticas con Pekín.

El eterno rencor comercial entre ambas potencias económicas, cuya base viene determinada por el valor del yuan, tomó a comienzos del mes de octubre un giro inesperado, despues de que el pasado día 12 de octubre el Senado norteamericano optase por dar luz verde a un polémico proyecto de ley, que tildaba al gigante asiático de manipular su divisa.

De nuevo, la moneda china se postula como el santo grial que, para muchos, podría salvar el declive económico al que se enfrenta Estados Unidos. Al fin y al cabo, como apoya la tesis de los senadores norteamericanos, una revalorización en toda regla del yuan permitiría recortar en un tercio el déficit comercial de EEUU y reducir la tasa de paro mediante la creación de miles de puestos de trabajo.

En el bando contrario, Pekín justifica que una subida descontrolada del yuan podría desestabilizar la economía asiática, disparar el desempleo y generar una guerra comercial que arrastraría de nuevo al mundo hacia las fauces de una recesión.

"Los chinos pueden protestar, pero las únicas veces que han revalorizado su moneda han sido tras la presión del exterior, por lo que debemos seguir adelante y hacerlo", declaró a la agencia Reuters Fred Bergsten, director del Instituto Peterson de Economía Internacional y un crítico de la política monetaria a largo plazo de China.

Enfrentarse no es la mejor opción

Sin embargo, no todo el mundo considera que una confrontación de estas características sea la manera correcta de atajar el tema.

El republicano John Boehner, portavoz de la Cámara de Representantes, tildó el proyecto de ley del Senado como "peligroso"; la Cámara de Comercio de EEUU tampoco apoya la propuesta mientras que el ex secretario del Tesoro de EEUU (y anterior presidente ejecutivo de Goldman Sachs), Henry Paulson, reconoció que ésta no es la forma más adecuada de enfrentarse a un tema tan peliagudo, especialmente con amenazas a otro país soberano.

Por otra parte, los legisladores republicanos presionan al presidente Barack Obama para que hunda el dedo en la llaga durante la próxima cumbre Asia Pacífico, donde se reunirá con su homólogo chino Hu Jintao. Sería extraño que el mandatario estadounidense apoye la causa, dada la oposición mostrada por el propio Boehner en el Congreso.

Para Marc Chandler, estratega jefe de divisas en Brown Brothers Harriman, es interesante tener en cuenta que el yuan chino "fue la divisa más fuerte de los mercados emergentes durante el año pasado, con una apreciación de casi el 5% contra el dólar estadounidense". De hecho, desde su punto de vista, la divisa china "ha sido la moneda que ha sufrido una mayor revalorización de los mercados emergentes en los últimos cinco años, con una apreciación cercana al 24% frente al dólar", matizó.

Así, dentro del denominado G-10, sólo el yen japonés, el franco suizo y el dólar australiano se han apreciado más que el yuan frente al dólar, y los dos primeros debido a su carácter de activo refugio dentro de las divisas ante las dudas sobre el futuro del euro que han arreciado en los últimos meses.

Aún así, la difícil situación económica que todavía vive la economía estadounidense, combinada con un enrevesado ambiente político potenciado por la campaña presidencial, ha hecho que el proyecto de ley abanderado por el senador demócrata por Nueva York, Charles Schumer, reciba una atención mucho más amplia de lo que hubiera tenido sin las elecciones a la Casa Blanca a la vuelta de la esquina.

Un equilibrio muy delicado

China reconoce que necesita apreciar el valor de su moneda para poder propiciar el consumo interno, mantener la inflación bajo control (algo que por fin ha conseguido durante los últimos meses) y frenar su dependencia en las exportaciones baratas como principal motor de su crecimiento económico.

De todas formas, pese a la apreciación del yuan durante estos últimos años, la brecha comercial entre China y EEUU se ha ampliado desde los 202.000 millones de dólares en 2005 hasta los 273.000 millones de dólares que se registraron el año pasado.

Al mismo tiempo, el papel de China en el comercio mundial se ha transformado, ya que en el primer trimestre de este mismo año, el elevado precio de las materias primas hizo que por primera vez desde 2004 el gigante asiático (uno de los mayores consumidores de metales industriales del mundo) registrase un déficit comercial que superó ligeramente los 1.000 millones de dólares.

Con pocas probabilidades de que, pase el escrutinio de la Cámara Baja de Estados Unidos, el proyecto de ley contra China, que incluye sanciones económicas contra el gigante asiático, contará como su principal escudo en el informe que el Tesoro de EEUU realiza sobre cambio de divisas con sus socios comerciales, entre los que se encuentra China.

Sin embargo, a mediados de mes, la agencia estadounidense informó de que retrasaría la publicación de sus conclusiones hasta después de la celebración de la cumbre del G-20 en Cannes, el próximo noviembre, así como la cumbre Asia-Pacífico.

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