Poco ha durado el golpe de efecto tras el anuncio de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) de liberar, por tercera vez en su historia, barrilles de crudo de sus reservas estratégicas.
De hecho, ayer los futuros de West Texas subían más de un 1 por ciento y se situaron en los 98 dólares por barril, muy cerca de la cota psicológica de los 100 dólares. Por su parte, el Brent recuperó posiciones y alcanzó los 116 dólares, pese a la debilidad registrada por la moneda europea.
En estas circunstancias, muchos se preguntan si realmente la estrategia empleada por la AIE, que el pasado 23 de junio decidió liberar 60 millones de barriles de crudo al mercado, ha sido la adecuada. De hecho, Amrita Sen, analista de Barclays Capital, indicó que el precio del crudo no presenta señal alguna de desgaste. "Esperamos una subida de cara a la segunda mitad del año ya que la recuperación de Japón y su efecto en algunos sectores de EEUU serán de gran importancia", dijo.
Sin salirse del guión, los analistas de Morgan Stanley volvieron a reiterar su visión alcista, especialmente de cara a la segunda mitad de 2011. "Esperamos que los países de la OPEP incrementen su producción, a expensas de la capacidad de reserva", señalaron. En esta misma línea, Goldman Sachs recomendó a sus clientes comprar contratos de futuros de Brent para diciembre de 2012 debido a la fuerte demanda esperada.
En el NYMEX, algunos de los traders comenzaron a especular incluso con la posibilidad de que la AIE tenga que liberar más barriles para poder controlar los precios. Según explicó Addison Armstrong de Tradition Energy a la CNBC este movimiento podría ser necesario dadas las circunstancias, sin embargo, otros especialistas como Michael Fitzpatrick, de Energy Overview, descartaron esta posibilidad. "Ya ha habido muchas críticas en contra de dicha decisión, la intención de intentar rebajar psicológicamente los precios del crudo fue un claro acto de desesperación", señaló.
Así, el Financial Times se preguntó si realmente el plan de la AIE no acabará por beneficiar a los especuladores de Wall Street en lugar de calmar la sed de oro negro causada por las tensiones en Libia. Harry Tchilinguirian, estratega de BNP Paribas, reconoció que "el intentar reorientar los precios con una liberación de las reservas tiene una influencia limitada, es como cuando los bancos centrales defienden los tipos de interés".