El freno a la guerra del pasivo ya está puesto. Una semana antes de lo previsto, el Consejo de Ministros aprobó el viernes 3 de junio el Real Decreto que penalizará los depósitos que ofrezcan altas remuneraciones. Como en todo cambio, siempre hay quien pierde y quien gana. La peor parte es, por un lado, para todas las entidades que están adscritas al Fondo de Garantías de Depósito (FGD) español, que tendrán un límite para ofertar sus depósitos; y por otro, para los ahorradores, que verán reducidos los intereses por su dinero. Por el contrario, los principales beneficiados son las entidades extranjeras que operan a través de sucursales en nuestro territorio y que no disponen de entidades filiales, es decir, que no están sujetas a la normativa española, sino a la de sus respectivos países.
Así, la rentabilidad ofrecida por las entidades adscritas al FGD español no podrán superar el euribor a 12 meses -situado ahora en el 2,13 por ciento- más cien puntos básicos, es decir, que no podrá ubicarse por encima del 3,1 por ciento. En la oferta comercial actual, once de las entidades que forman la Primera División de la Liga del Depósito -compuesta por las entidades financieras con mayor tamaño de activos, al que incorporamos a la banca extranjera que actúa a través de entidades filiales en España como Barclays o Deutsche Bank- ofrecen recompensas superiores a dicha cifra (ver gráfico). No obstante, las entidades tendrán un periodo de adaptación, ya que las restricciones entrarán en vigor un mes después de que el Real Decreto se publique en el Boletín Oficial del Estado. A partir de ahí, quienes realicen nuevas ofertas que eleven la rentabilidad más allá del límite deberán contribuir con una cantidad adicional, justo el doble que en la actualidad, al FGD español. En concreto, los bancos deberán pagar un 1,2 por mil del volumen de sus depósitos, mientras que las cajas abonarán un 2 por mil.
Por ello, desde que se anunció la medida, las estrategias para apurar al máximo la guerra del depósito han sido diversas. Si en los últimos meses las rentabilidades a corto plazo crecían para superar el 4 por ciento, en las últimas semanas la tendencia ha cambiado. El plazo se alarga, pero no la rentabilidad, al menos, no en exceso. Este tipo de depósitos, con un tipo de interés creciente, suponen una alternativa para el ahorrador para beneficiarse de una recompensa atractiva que tendrá vigencia hasta el fin del plazo de contratación. Otro producto que ha aflorado con fuerza para ofrecer porcentajes más altos antes del freno que supone la nueva regulación son los depósitos referenciados a una acción -como el nuevo de CatalunyaCaixa a cuatro títulos alemanes con una TAE máxima del 5,95 por ciento a tres años-, o los estructurados -como el de BBVA, que combina la mitad del ahorro a un plazo fijo a 6 meses con una rentabilidad del 5 por ciento, y la otra mitad a un fondo de la entidad durante cuatro años y un mes referenciado a la evolución del Eurostoxx-.
Aunque el ingenio se agudizó para sacar partido a los días de tregua, quien no tendrá rival con la nueva normativa son las entidades extranjeras sin ficha propia en nuestro país, que operan a través de sucursales y que no disponen de entidades filiales. Es decir, que no están sujetas a la regulación que fija el FGD español, sino al de sus respectivos países, por lo que podrán mantener tales niveles. Las sucursales, al no contar con la matriz o central en nuestro territorio, son establecimientos que carecen de personalidad jurídica propia y actúan con dependencia de su principal. Es el caso del Banco Espirito Santo o ING Direct. La semana pasada, el banco luso elevó el listón en la guerra del pasivo hasta el 4,80 por ciento con un depósito a dos años colándose entre los que más rentabilidad ofrecen del mercado. Aunque junto a la holandesa no posean un alto número de oficinas, 25 y 36 en cada caso, no es una traba para realizar gestiones relacionadas con la contratación de productos. Ambas disponen de otros canales -Internet, y teléfono- para antiguos y nuevos clientes.