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El Gobierno de EEUU planea una inyección masiva de dinero en la economía

Durante la época de la burbuja inmobiliaria, el deporte nacional en EEUU era la refinanciación de las hipotecas: como mi casa valía cada vez más, pedía más dinero al banco con la misma garantía para poder gastármelo en coches, viajes, muebles, aparatos electrónicos... en definitiva en bienes de consumo. Ni que decir tiene que con el estallido de la burbuja y el hundimiento generalizado de la banca, esa práctica pasó a mejor vida.

Pues resulta que ahora el Gobierno de Obama quiere resucitarla como fórmula para inyectar liquidez en la economía sin un coste para las maltrechas arcas del Estado (EEUU tiene un ratio de déficit público todavía mayor que España). Es lo que se denomina "estímulo indirecto" para reanimar el gasto de consumo y conseguir afianzar la débil recuperación económica actual.

La idea es que los millones de hipotecas que cuentan con respaldo del Gobierno (a través de las agencias hipotecarias semipúblicas) podrían refinanciarse sin necesidad de que los bancos analicen caso por caso la calidad crediticia de los propietarios, porque el Estado garantiza el pago del principal de la deuda. Eso abriría la puerta para que muchos propietarios de vivienda que se han quedado en el paro, tienen poca solvencia o tienen deudas superiores al valor actual de sus casas refinancien sus hipotecas y obtengan la liquidez que necesitan.

Una refinanciación masiva de este tipo daría un fuerte impulso a la economía al inyectar liquidez para consumir a millones de consumidores. También puede frenar la oleada de embargos que asola al país al permitir que los hipotecados con problemas para pagar la letra puedan hacer frente a sus compromisos.

De ahí que muchos analistas hayan aplaudido la idea del Gobierno como una forma de estimular el crecimiento sin incurrir en más gasto público. Morgan Stanley señala que es una solución al fracaso del programa de refinanciaciones actual puesto en marcha por Obama (llamado Home Affordability Refinance Program), fracaso que se explica porque hace falta que los propietarios de vivienda alcancen unos estándares de solvencia que la mayoría no puede cumplir. Si se eliminan esos requisitos gracias a la garantía del Estado, el programa funcionaría, según este banco de inversión.

Compensando pérdidas

Ahora bien, también tiene detractores, que argumentan que los costes para el sistema serían muy elevados y superarían los potenciales beneficios. El banco de inversión Keefe, Bruyette &Woods advierte de que una refinanciación masiva tendría un coste directo para el Gobierno en forma de grandes pérdidas para las agencias semipúblicas Fannie Mae y Freddie Mac, pérdidas que esta entidad cifra en unos 75.000 millones de dólares (poseen en torno a un billón de dólares en valores respaldados por hipotecas).

"El Tesoro tendría que pedir prestado más dinero a los contribuyentes para cubrir esas grandes pérdidas", señala esta firma de análisis. Y los inconvenientes no se quedan ahí, sino que también generaría pérdidas a los bancos privados, que también poseen otro billón de dólares en activos hipotecarios emitidos o garantizados por el Estado. En este caso, la estimación de Keefe es de unas pérdidas de 70.000 millones de forma inmediata. Y los inversores en estas titulizaciones dejarían de hacerlo por el riesgo político que se añadiría a sus inversiones.

Al final, estima que esta medida acabaría haciendo subir los tipos hipotecarios para los compradores de nuevas viviendas, lo que contraería la economía (justo lo contrario de lo que se persigue) y obligaría a la Fed a retomar su programa de compra de titulizaciones hipotecarias que finalizó en primavera.

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