
El rescate de Grecia por parte de Alemania -vale, aceptamos la UE- provocó un enorme alivio en los mercados de deuda y en la Bolsa de Nueva York, que hoy debería trasladarse a las europeas. Pero no significa el fin de los problemas, ni mucho menos. A pesar del precedente que sienta esta medida, rescatar digamos a España es bastante más difícil que a Grecia.
Y tampoco hay que circunscribir el problema a los países periféricos del euro, porque hay amenazas mucho mayores.
Juguemos a un juego. Quitamos algunas palabras del siguiente análisis de deuda y ustedes deben adivinar a qué país se refiere el autor: "El país necesita urgentemente un plan de austeridad creíble y contundente. La preocupación de los inversores en ***** es que, pese a todos los anuncios de ******, los políticos no asumen la magnitud del problema. Las consecuencias pueden ser graves, los bonos aguantan en el aire y el escenario de fondo es amenazante".
¿A que lo primero que se les viene a la mente es España? Pero podría ser perfectamente Grecia, o Portugal. Pero no, es de Reino Unido de quien habla el estratega jefe de crédito para Europa de Schroders, David Scammell. En todo caso, podría estar hablando de muchos países en la UE y fuera de ella. Y ése es precisamente el problema. Porque los mercados se habían acostumbrado a los temores sobre los países periféricos de la zona euro, pero el dolor apenas ha empezado en muchos más países occidentales.
A juicio de Scammell, el derrumbe de la deuda griega es un claro aviso a navegantes de que los mercados están dispuestos a castigar a cualquier país que da por seguro que podrá financiar su déficit sin problemas porque los inversores le van a comprar toda la deuda que haga falta. A su juicio, el Gobierno británico tiene que prestar mucha atención a los inversores y a sus temores, porque tiene que colocar 220.000 millones de libras (260.000 millones de euros) este año, y más de 550.000 millones (640.000 millones de euros) en los próximos tres.
Frente a esto, la retirada de los estímulos extraordinarios por parte del Banco de Inglaterra, es decir, los bancos contarán con mucha menos liquidez para comprar estos bonos. Y los compradores privados no bancarios de deuda fueron vendedores netos de deuda por 40.000 millones de libras el año pasado. Encima, existe la amenaza de que las agencias de rating rebajen la actual calificación de triple A del país, algo sobre lo que corren ríos de tinta estos días y que dificultaría y encarecería notablemente esas ingentes emisiones que debe realizar.
A juicio de muchos comentaristas, el problema de la deuda masiva en que han incurrido muchos Estados para reactivar sus economías y salvar sus sectores financieros es una enorme amenaza que se cierne sobre los mercados. Y EEUU no se escapa después del enorme gasto público en que ha incurrido en los dos últimos años.
Aunque la opinión general es que la UE no va a dejar caer a ningún país -después de Grecia rescatará a Portugal o España si hace falta-, todo tiene un límite y los presupuestos de los grandes países europeos también. Y algunos recuerdan que la crisis del Sistema Monetario europeo a principios de los 90 o la asiática de finales de la década nos han enseñado que las crisis no se circunscriben a los países donde se originan, sino que se extienden a todo el mundo.