Demagógica para unos, necesaria para otros, inevitable para la mayoría, la mayor reforma del sistema financiero norteamericano desde la Gran Depresión echó ayer a andar con la comparecencia en el Senado del Paul Volcker, antecesor de Greenspan en la Fed (antes de Greenspan ya existía la Fed) y ahora asesor de Obama y autor de la norma que va a instrumentar dicha reforma.
Volcker hizo una ardiente defensa de su norma que se resume en una frase contundente: "Los bancos no deben ser hedge funds". Es decir, la red de seguridad que el Gobierno ofrece a los bancos a través del Fondo de Garantía de Depósitos (FDIC) y de los rescates de emergencia de 2008, no debe amparar las actividades de alto riesgo que han provocado la crisis. Es decir, esta protección "debe aplicarse a los depositantes, no a los especuladores".
De ahí que la primera regla de esta reforma sea que los bancos no pueden poseer ni operar hedge funds. Ojo, Volcker insistió en que no pretende prohibir estos vehículos, como tampoco el capital riesgo; lo que no quiere es que ni ellos ni los bancos que actúan como ellos operen con una red pagada con dinero público. "Estos vehículos son, y deben ser, libres para operar, innovar, invertir... y quebrar".
De lo que se trata, según sus palabras, es de imponer los métodos para minimizar estas quiebras en "las fábricas básicas de los mercados financieros". "La necesidad esencial es protegernos contra el exceso de apalancamiento, e insistir en los niveles de capital y liquidez adecuados". Ahí puso el dedo en la llaga, porque el aumento de esos requisitos es lo que está discutiendo el Comité de Basilea.
El líder de los demócratas en el Comité Bancario del Senado, Chris Dodd, añadió que no se debe permitir a los bancos obtener grandes beneficios de actividades especulativas mientras que las pérdidas son asumidas por los contribuyentes.
En opinión de Volcker, sólo hay cuatro o cinco bancos en EEUU que operan el proprietary trading (operativa por cuenta propia en los mercados) que su norma prohíbe. Claro que esos cuatro o cinco son Bank of America, JP Morgan, Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley. Así que estamos hablando de un torpedo en la línea de flotación de Wall Street.
Obama y Volcker van a tener difícil sacar adelante su ley tras perder la mayoría en el Senado, ya que los republicanos se oponen frontalmente a ella y van a tratar de minimizar las limitaciones a la operativa de los bancos en los mercados. Se impone una negociación que promete ser dura y probablemente larga en el tiempo.