
Una de las certezas de Wall Street desde 1965 es que Berkshire Hathaway, la firma de Warren Buffett, va a tener unos buenos resultados, pase lo que pase en el mercado. En la última década, ha batido al S&P 500 y ha logrado alzas de más del 10% en 6 de los últimos 10 años, duplicando su precio en los últimos tres. Desde que el 'Oráculo de Omaha' tomó las riendas de una pequeña firma textil, sus acciones se han disparado por 400.000, pasando de valer 20 dólares a venderse por 800.000 dólares cada una. Pero el pasado 3 de mayo, el veterano inversor anunció su jubilación. Y las acciones de la compañía están perdiendo la 'magia Buffett' según los inversores otean un futuro sin él.
El anuncio llegó por sorpresa en la última junta de accionistas, una jornada que ya se ha convertido en un evento multitudinario, mitad conferencia, mitad festival. En aquel momento, las acciones tocaron su máximo histórico, en 809.000 dólares. Pero desde que anunció que pasaría el testigo a Greg Abel, las acciones de la firma han caído casi un 10%, en un periodo en el que el S&P 500 ha subido un 8,5%. La 'magia Buffett' está marchándose a raudales.
El 'Oráculo de Omaha' pasó a la historia por sus excelentes resultados, que achacaba a una estrategia clara: comprar empresas con potencial pero que estuvieran muy baratas, tomar el control, relanzarlas y ver cómo su valor crecía. Todos los dividendos que recibía los reinvertía, para aprovechar el efecto del interés compuesto. Y apostaba principalmente por empresas más defensivas, como bancos, aseguradoras o compañías de consumo, capaces de seguir dando beneficios en momentos de incertidumbre económica e inmunes a las subidas de tipos. Era la combinación perfecta para el largo plazo.
Los mercados lo recompensaron con una 'prima Buffett': las acciones cotizaban a 1,7 veces el valor de libros. En otras palabras: si todos los activos de la compañía valían 100, las acciones se pagaban a 170. Para una empresa que no prometía un crecimiento futuro desbocado, como las grandes tecnológicas, su secreto era la confianza de los inversores en que Buffett lograría encontrar la forma de sacar más beneficios con su talento para invertir en la firma correcta en el momento adecuado.
Pero la marcha del veterano inversor ha dejado a Berkshire sin uno de sus grandes activos 'intangibles'. A eso se suma que el mercado ha girado de la posición defensiva máxima en los primeros meses de Donald Trump a una más ofensiva. Y la enorme montaña de dinero en efectivo acumulada por Berkshire durante los últimos años de Buffett, que ha ido deshaciendo algunas de sus inversiones, preocupan a los inversores, que dudan de que Abel sea capaz de invertirla igual de eficazmente que su predecesor.
Varios analistas han puesto sobre la mesa la posibilidad de que Abel inaugure su nueva etapa pagando un dividendo a los inversores por primera vez en su historia, ante la dificultad de encontrar inversiones tan atractivas. Greggory Warren, analista sénior de Morningstar, cree que los inversores tratarán a Abel como "un CEO normal" y no le darán la misma carta blanca que a Buffett. "Un dividendo ayudaría a reforzar la base de inversores y animarles a seguir adelante".
"Las acciones de Berkshire han tenido periodos en los que han tenido un rendimiento inferior al del S&P 500, a pesar de sus impresionantes rentabilidades a largo plazo. Sin duda, volverá a tenerlos", cree Russ Mould, director de inversiones de AJ Bell. "Ningún estilo de inversión puede funcionar todos los años, dadas las fluctuaciones de la economía y los mercados bursátiles... Pero Buffett y [Charlie] Munger [vicepresidente de Berkshire hasta su muerte en 2023], aun así, lo lograron gracias a su disciplina y paciencia".
Su sucesor tiene ahora un reto histórico: conseguir convencer a los mercados de que puede obtener los mismos rendimientos que uno de los grandes iconos de Wall Street. Por el momento, el valor de sus acciones apunta a que aún tiene que despejar muchas dudas.