Ecoley

La OIT alerta del auge del empleo precario y el paro de larga duración

  • En 2013 el número de personas desempleadas se situó cerca de los 202 millones
  • Ello supone un aumento de casi cinco millones respecto del año anterior

A medida que la recuperación de la crisis económica sigue siendo débil, la duración media de los períodos de desempleo ha aumentado considerablemente, un signo más de que se está creación de empleo precario, según estima la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe Global Employment Trends 2014 (Tendencias Mundiales del Empleo 2014).

En muchas economías avanzadas, la duración del desempleo se ha duplicado en comparación con la situación anterior a la crisis. En los países de la zona euro, por ejemplo, la duración media del desempleo ha alcanzado un máximo de nueve meses en Grecia y de ocho en España. Incluso en países donde han aparecido signos alentadores de recuperación económica, tales como Estados Unidos, el desempleo de larga duración afecta a más del 40 por ciento de quienes buscan empleo.

Necesidad de restablecer el equilibrio fiscal

Estos largos períodos de desempleo van en detrimento de la velocidad de la recuperación del mercado laboral, incluso aunque la actividad económica se acelerara. En primer lugar, constituyen una carga considerable para el erario público, obliga a los Gobiernos a aumentar los impuestos y reducir el gasto en otras partidas presupuestarias si no quiere o puede aumentar el déficit fiscal. Más importante aún es que los demandantes de empleo que han estado sin empleo por períodos prolongados pierden sus habilidades a un ritmo acelerado, por lo que es más difícil para ellos encontrar un empleo alternativo a un nivel de ocupación o habilidad similar.

Según las simulaciones, en los países del G-20 de ingresos altos, un restablecimiento del equilibrio podría reducir el desempleo en un 1,8 por ciento para 2020, lo que significa la creación de 6,1 millones de puestos de trabajo. De este modo también se favorecería el logro de los objetivos fiscales. De hecho, los resultados de la simulación sugieren que tal enfoque de políticas resultaría en mejoramiento significativo del escenario 'status quo' de base.

La política monetaria sigue siendo flexible, proporcionando un impulso beneficioso a la demanda global. Según las estimaciones de los efectos del régimen de política monetaria actual, el desempleo hubiese sido de 1 a 2 puntos porcentuales superior en las grandes economías avanzadas si las personas encargadas de formular las políticas no hubiesen reaccionado con rapidez adoptando medidas de política monetaria para hacer frente a la crisis financiera. No obstante, las tendencias recientes indican que se está produciendo un movimiento de una parte cada vez mayor de la liquidez creada por dicha política monetaria hacia los mercados de activos en lugar de hacia la economía real.

La desigual recuperación económica y las sucesivas revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento económico han incidido en la situación del empleo en el mundo. Se calcula que en 2013 el número de personas desempleadas se situó cerca de los 202 millones, un aumento de casi cinco millones respecto del año anterior, lo que significa que el empleo está creciendo a un ritmo más lento que la fuerza de trabajo. El grueso del aumento del desempleo mundial se registró en las regiones de Asia Oriental y Asia Meridional, que sumaron el 45 por ciento de personas que buscaban empleo, seguidas del África Subsahariana y Europa. En cambio, Latinoamérica no contribuyó ni con 50.000 desempleados a la cifra mundial de personas sin trabajo, o lo que es igual, sólo le correspondió un 1 por ciento del aumento total en 2013.

Crece la duración media

La duración media del desempleo se ha incrementado en muchas economías. En Estados Unidos, el trabajador parado medio encontró un trabajo después de tres a cuatro meses de búsqueda de empleo antes de la crisis, pero la duración promedio aumentó a alrededor de seis meses en 2012. En España, la duración del desempleo creció en torno a cinco meses en 2008 y a ocho meses en 2012. En Grecia, donde la duración media del desempleo siempre ha sido alto, los desempleados ahora esperan un promedio de más de nueves meses antes de volver a meterse en la fuerza de trabajo, más de un mes sobre 2009. Otros países desarrollados experimentaron aumentos similares en duración del desempleo.

En varios países en desarrollo y emergentes la duración media de desempleo muestra una tendencia a la baja y la crisis económica mundial ha tenido sólo un ligero impacto en la duración del desempleo. En Sudáfrica la media de desempleo pasó de 0,5 meses a más de 9 nueve durante el período de 2008-2011.

El desempleo viene con costos personales y sociales considerables, como la satisfacción con la vida y la disminución de la estigmatización. Además, el costo fiscal de desempleo es a menudo subestimado, tanto para el corto plazo y para el medio y largo plazo. El costo fiscal más evidente a corto plazo de un aumento del desempleo es el de mayores prestaciones por desempleo y sociales.

España, por ejemplo, ha sufrido un aumento en el gasto fiscal por subsidios de desempleo y jubilación anticipada, desde el 1,5 por ciento del PIB en 2007 al 2,9 en 2011, lo que ha contribuido al aumento de la deuda pública en el país. Para Irlanda, el crecimiento de estos gastos ha supuesto un crecimiento más rápido, desde el 0,9 por ciento del PIB en 2007 al 2,6 en 2011. Además de los gastos directos, los niveles de desempleo elevados indican que una economía produce por debajo de su potencial, la cual supone un impacto negativo en el crecimiento económico y de los ingresos fiscales asociados, lo que obliga a recortar gastos o aumentar deuda.

La situación social se ha deteriorado durante la crisis, en particular en la Unión Europea: la última cifra de Eurostat a partir de 2011 se indica que una de cada cuatro personas (24,2 por ciento) estaban en riesgo de pobreza y exclusión social, y que este porcentaje se ha incrementado en 1,2 puntos porcentuales en tan sólo dos años. Este deterioro fue especialmente dramática en los países más afectados por la crisis económica y financiera -Grecia, Irlanda, Portugal y España- aunque las primeras señales de una mejora moderada en las condiciones del mercado laboral son visibles en estos países, aunque parten de un nivel muy bajo de empleo. Otros, como Austria, Alemania y los países nórdicos se mantuvieron aislados del impacto de la crisis.

Los nuevos Estados miembros de la Unión Europea (con exclusión de Croacia) en realidad experimentaron una reducción general de la proporción de personas en riesgo de pobreza del 31,7 por ciento en 2008 al 30,6 en 2011, aunque la situación se mezcla entre países. En conjunto, el déficit mundial de empleo generado relacionado con la crisis desde el inicio de ésta en 2008, agregando a un numero de por sí considerable de buscadores de empleo, sigue aumentando. En 2013, el déficit ascendió a 62 millones de empleos, incluidos 32 millones de personas más que buscaban trabajo, 23 millones que se desalentaron y dejaron de buscar y siete millones de personas económicamente inactivas que optaron por no participar en el mercado de trabajo.

La tasa mundial de empleo se mantendrá constante

Si la tendencia actual se mantiene, el desempleo mundial seguirá empeorando, aunque de forma gradual, para situarse en más de 215 millones de personas en 2018, lo que supondrá un aumento de 13 millones. Durante este período, se crearán alrededor de 40 millones de empleos nuevos netos al año, menos que las personas que se prevé que entrarán en el mercado de trabajo, unos 42,6 millones por año. La tasa mundial de desempleo seguirá constante en los próximos cinco años, es decir, un 0,5 por ciento por encima del valor registrado antes de la crisis.

Los jóvenes siguen siendo los más afectados por esta recuperación débil y desigual. Se calcula que en 2013 alrededor de 74,5 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años de edad han estado desempleados, casi un millón más que el año anterior. La tasa mundial de desempleo juvenil ha aumentado hasta el 13,1 por ciento, un valor tres veces superior al de la tasa de desempleo de los adultos. De hecho, la relación entre desempleo juvenil y desempleo de los adultos ha alcanzado un máximo histórico, registrando valores particularmente altos en el Oriente Medio y África del Norte, así como en algunos países de América Latina y el Caribe y Europa Meridional.

La participación de los jóvenes (entre 15 y 29 años) que ni trabajan, ni estudian o se forman (Neet) ha aumentado en 30 de los 40 países para los cuales se dispone de datos para 2007 y 2011-12. En Irlanda y España, la tasa aumentó en más de 9,4 y 8,7 puntos porcentuales, respectivamente, desde 2007. En ambos países, la tasa Neet es de más del 20 por ciento. Los mayores descensos en estas tasas ocurrieron en Turquía y Macedonia, pero en ambos países, sigue siendo muy alta, en el 34,6 en Turquía en 2011 y 32,1 por ciento en Macedonia en 2012.

En las circunstancias actuales de recuperación tímida, la duración media de los periodos de desempleo ha aumentado considerablemente, un signo más de la debilidad que reviste la creación de empleo. En muchas economías avanzadas, la duración del desempleo se ha multiplicado por dos desde el inicio de la crisis. En países en crisis de la zona del euro, como Grecia o España, la duración media del desempleo es de nueve y ocho meses respectivamente, e incluso en países de otras regiones que están empezando a vislumbrar signos de recuperación económica alentadores, como Estados Unidos, el desempleo de larga duración afecta a más del 40 por ciento de todas las personas que buscan empleo.

Estos periodos de desempleo tan largos impiden una recuperación más rápida del mercado de trabajo, incluso cuando las previsiones apuntan a una aceleración de la actividad económica. Suponen una considerable carga para el erario público, obligando a los gobiernos a subir los impuestos o a aplicar recortes para no aumentar el déficit fiscal. Y lo que es más importante, las personas que llevan largos períodos buscando trabajo empiezan a perder sus competencias a un ritmo acelerado, haciendo más difícil encontrar un empleo en una ocupación similar o que requiera competencias parecidas.

Desaliento entre quienes buscan empleo

Las tasas de participación en la fuerza de trabajo no mejoran, manteniéndose más de un punto porcentual por debajo del nivel que registraban antes de la crisis. La caída de las tasas de participación ha sido especialmente acusada en Asia Oriental y Asia Meridional, donde muchas mujeres han abandonado el mercado de trabajo. Al mismo tiempo, con el mejoramiento del nivel educativo en estas regiones, los jóvenes se incorporan más tarde al mercado de trabajo, con mejores perspectivas profesionales.

En cambio, en la región de las economías desarrolladas las tasas de participación han caído, ya que los jóvenes en particular no ven posibilidades de incorporarse al mercado de trabajo. Otras regiones, como Europa Central y Oriental, han registrado un aumento de las tasas de participación. En los países de estas regiones, al igual que en otros con sistemas de seguridad social menos desarrollados que han sufrido grandes pérdidas de empleo formal, muchas personas económicamente inactivas se han reincorporado al mercado de trabajo, a menudo en empleos informales para compensar la pérdida de ingresos familiares.

El empleo vulnerable, a saber, el empleo por cuenta propia y el desempeñado por trabajadores familiares auxiliares, representa cerca del 48 por ciento del total del empleo. Las personas con empleos vulnerables están más expuestas que los trabajadores asalariados a encontrarse con acceso limitado o sin acceso a la seguridad social o a un ingreso seguro. En 2013, el número de personas con empleos vulnerables registró un aumento de alrededor de un 1 por ciento, el cual representa cinco veces más que en los años previos a la crisis.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky