De prisionero en Auschwitz a juez de la Corte Internacional de Justicia, Thomas Buergenthal escribió su autobiografía "Un niño afortunado", un libro de lectura obligatoria en escuelas alemanas y presentado en Barcelona por la editorial Plataforma.
A los diez años, Buergenthal ya había sobrevivido a dos guetos, el campo de exterminio de Auschwitz y el de Sachsenhausen y a la terrible "Marcha de la muerte" de 1945 y su vida aparece ahora en castellano, después de haber sido publicada en diez idiomas.
En la presentación, el juez de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), principal órgano judicial de las Naciones Unidas con sede en La Haya, explicó que el número que lleva tatuado en su brazo (B-2930) forma parte de su vida. "No me quiero borrar el número. Nunca quise. Es parte de mi vida, de mi identidad".
La vida de Thomas Buergenthal, "el juez que fue víctima", ha sido un duro camino desde que nació en 1934, de padres judíos alemanes, hasta convertirse en juez de la CIJ en 2000. Entre esas dos fechas sobrevivió a los campos nazis, se educó en Estados Unidos y se dedicó al derecho internacional y a la defensa de los derechos humanos, explicó la editorial.
"Crecí en los campos, no conocía otra vida. Mi único objetivo era mantenerme vivo, de hora en hora, día tras día. Esa era mi perspectiva. Medía el tiempo sólo en función de las horas que debíamos esperar para recibir nuestra siguiente ración de alimentos, o de los días que probablemente restaban para que el doctor Menguele se presentase para llevar a cabo otra de sus mortíferas selecciones", prologó el autor.
Buergenthal explicó que no escribio este libro hace muchos años, "cuando los sucesos que narro estaban aún frescos en mi mente" porque "mi otra vida se interpuso: la vida que he vivido desde mi llegada a Estados Unidos en 1951, una vida colmada de responsabilidades educativas, profesionales y familiares que dejó poco tiempo para el pasado".
"Quizá el hecho de que los recuerdos se hayan ido diluyendo con los años haya sido mi salvación", añadió.
Para Buergenthal, su experiencia durante el Holocausto fue decisiva para ser la persona que es actualmente, profesor de derecho internacional, abogado especializado en derechos humanos y juez internacional.
"Podría parecer obvio que mi pasado me condujese a los derechos humanos y al derecho internacional, aunque no fuera entonces consciente de ello. En todo caso me ha provisto de una buena base para ser un mejor defensor de los derechos humanos, aunque más no sea, porque he comprendido (no sólo de modo intelectual sino también emocional) qué implica ser víctima de violaciones de los derechos humanos", añadió.
"Al fin y al cabo, lo he sentido en carne propia", puntualizó.
En el libro relata que una adivina polaca de Katowice "le dijo a mi madre que pasarían cosas terribles, pero que yo lograría sortearlas porque era un niño afortunado", lo que explica el título de su obra.
Buergenthal relata de qué manera se salvó de la difteria, de morir bajo las balas en el gueto, "de la selección inicial en Auschwitz que condenaba irremediablemente a los niños a la cámara de gas...".
Las experiencias vividas por el juez internacional lo llevan a recuerdos y situaciones de fuerte intensidad ("recuerdo el placer que sentí al beber por primera vez leche en la cocina de los SS...", pero "no recuerdo el frío... Y eso que perdí dos dedos del pie por congelación") y no soporta ver imágenes de los campos de concentración.
"No logro controlar el llanto... Un día entré en el cine a ver 'La vida es bella', la tierna película de Roberto Benigni, sin saber el argumento. A los 15 minutos vi de qué se trataba y tuve que salir", relató el viernes al diario El Periódico.
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