
¿Esta vez es diferente? Ha bastado con anunciar elecciones anticipadas en Japón y el yen ha bajado como si los inversores esperaran un cambio en la política nacional suficientemente drástico para devaluar una divisa (demasiado) fuerte para una economía (muy) débil.
Recordemos que, en la antesala de la crisis de 2008, un dólar se pagaba 125 yenes. La cotización llego a bajar hasta los 77, lo que significa una apreciación nominal de la divisa japonesa de un 38%. Fue un auténtico suicidio para una economía en deflación con una competitividad bajando en tendencia (ahí tenemos el caso de España?).
Entonces, ¿por qué se ha mantenido un yen tan fuerte durante tanto tiempo? Las razones tienen que ver con la economía, la política y la demografía. Japón es una economía que está envejeciendo con una elevada tasa de ahorro - aunque decreciente - y un fuerte superávit externo. Estas tendencias favorecen una divisa fuerte siempre y cuando el Gobierno no la neutraliza con una política monetaria agresiva y las empresas puedan mantener su competitividad.
Para olvidar el peso de la demografía y como se refleja en la política, el mercado está lleno de historias de héroes caídos por apostar a la baja de la divisa. Entonces, ¿por qué esta vez tendría que ser diferente? Hablamos con la humildad que requiere una situación de Japón muy compleja:
1.- El sector empresarial de Japón se ha deteriorado tanto que sus compañías más conocidas pueden quebrar. Esto es radicalmente nuevo en los últimos 30 años. Si estas empresas se hunden, la contracción de la economía japonesa puede acelerarse, incrementando la probabilidad de una crisis financiera.
2.- El Gobierno no tiene ya balas para luchar contra la deflación. El último paquete de estímulo fiscal fue simbóolico y no superó un 0,1% del PIB. Si el Gobierno pudiera hacer algo más grande, probablemente lo haría. No puede hacer más en el contexto internacional actual y con una deuda pública que supera un 200% del PIB. Por tanto, la política fiscal ya no puede anular la fortaleza del yen para impulsar la economía. Sólo queda la vía monetaria de un 'Quantitative Easing' más agresivo.
3.- El superávit externo del país puede estar cambiando de tendencia. La tasa de ahorro de las familias está bajando con una población que envejece. Crece el riesgo de escasez de ahorro a largo plazo y el yen está perdiendo a su mejor aliado.
4.- El reloj del crecimiento está dando la vuelta en estados-Unidos y es probable que el dólar se beneficie de una economía norteamericana fortalecida en los próximos meses, al menos comparada con la japonesa. Eso es bajista para el yen.
5.- Por último, la disputa territorial con China acaba con el sueño de Japón de salir rápidamente del conflicto. Asimismo, una vez que los consumidores chinos cambien a los fabricantes de coches japoneses por otros, será difícil volver a ganarlos. A corto plazo, la débil demanda china acelerará la contracción japonesa. No hay otra fuerza para anularlo. La única herramienta para evitar otra recesión es devaluar el yen. Los malos datos del PIB del tercer trimestre mandaron una señal adelantada.
Por tanto, parece que nunca ha sido tan atractivo en los últimos años apostar por una caída del yen. ¿Pero quién se atreverá a especular a la baja después de salir escaldado tantas veces?