El banco central nipón imprimirá más dinero con la compra de deuda.
La Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU, golpeó primero. Lo hizo el pasado jueves, cuando anunció un tercer programa de compras de deuda (QE3). Oficialmente, esa maniobra responde a su deseo de reactivar la recuperación y estimular el empleo. Oficiosamente, se interpretó que esa decisión reavivaba la guerra de las divisas porque, en el fondo, pretendía debilitar de nuevo el dólar.
Esta segunda visión encontró confirmación ayer por parte del Banco de Japón (BdJ), que amplió su programa de compras de deuda pública en 10 billones de yenes -unos 98.000 millones de euros-. O lo que es lo mismo, al igual que la Fed, decidió imprimir más dinero. Oficialmente, justificó esta medida en su deseo de apoyar "el retorno de la economía japonesa a un crecimiento sostenible con estabilidad de precios". Oficiosamente, fue una contraprogramación a la Fed para frenar la apreciación del yen.
En cierto modo, Japón ya había anticipado esta reacción. En las horas posteriores a que el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, pusiera en marcha el QE3, el yen subió hasta las 77,1 unidades por dólar, su cambio más alto contra el billete verde desde febrero. Para detener esta escalada, las autoridades niponas anunciaron que, si era preciso, volverían a actuar, como ya habían hecho en el pasado, para frenar el ímpetu de su moneda y salir así en defensa de sus exportaciones. La decisión adoptada ayer por el BdJ se enmarca dentro de esa estrategia, puesto que al poner más yenes en circulación -esos 10 billones-, también induce una pérdida de valor de la moneda japonesa.
¿Lo logró? Sí, en un primer momento, puesto que el yen llegó a depreciarse hasta los 79,2 yenes, su mínimo en cuatro semanas. Por la tarde, sin embargo, se apreció hasta los 78,5 yenes, con una subida diaria del 0,5% contra el dólar. Contra el euro subió un 0,4%, hasta los 102,4 yenes, tras haber caído antes hasta los 103,6.