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Deuda emergente o high yield, ¿qué pica más?

Si ha probado el wasabi alguna vez sabrá que, a pesar de tener un sabor extremadamente fuerte, su sensación de picante no dura tanto como el picor que produce la guindilla. En cualquier caso ninguno de los dos sabores es apto para todos los paladares. Por lo que si no le gustan los condimentos fuertes será mejor que se abstenga de probarlos. Se trata de un símil que es válido para algunos de los activos más rentables y peligrosos que se engloban dentro del universo de la renta fija, como los bonos de alto rendimiento (más conocidos como high yield) o la deuda emergente. Ninguno está exento de peligros, pero en cambio uno pica más que otro. ¿Sabe quién es quién?

Quizás la respuesta habría sido obvia hace algunos años. De forma tradicional, el inversor ha podido encontrar en el high yield una elevada rentabilidad justificada en una alta probabilidad de impago -no hay que olvidar que este tipo de deuda no deja de ser bonos con una baja calificación crediticia o sin ella, así que el riesgo de probar uno siempre se ha asemejado más a la sensación de comer una guindilla-. Sin embargo, con la expectativa cada vez más baja de que se produzcan defaults ante una mejoría del crédito a nivel global -en Europa, de hecho, se pueden encontrar los bonos de alto rendimiento de mayor calificación crediticia, de BB-, los cupones que paga el high yield son cada vez más bajos. Lo cual no impide que, entre todas las recomendaciones que recibe el inversor para este ejercicio, figure la de dar salto hacia este tipo de producto como alternativa a los bajos rendimientos que ofrece la renta fija de máxima calidad, como la alemana o la estadounidese, por las numerosas oportunidades que pueden presentar en el entorno actual. Es por ello que Antonio Salido, director de márketing de Fidelity, asegura que "el cliente institucional tiene que buscar bonos de alto rendimiento frente al bono alemán o al estadounidense".

La deuda emergente, más atractiva

Ahora bien, la pregunta es si al particular le compensa asumir el riesgo de tener en cartera un bono basura para diversificar, a cambio de recibir un cupón medio del 5,9 por ciento, que antes incluso superaba el 20 por ciento. "A título comparativo, hace cinco años la rentabilidad media de los bonos europeos de alta rentabilidad era de alrededor del 20 por ciento anual, mientras que a finales de 2013 era únicamente del 4,5 por ciento anual", señalan en Deutsche Bank. Y para este ejercicio, las perspectivas en torno a los rendimientos que generará este activo no son más halagüeñas. Desde Schroders aseguran que, según su escenario base, "es de esperar una rentabilidad total en el rango del 4,5 al 5 por ciento para el índice de alto rendimiento". Y eso cuando el sabor picante de esta clase de activos es incluso superior al de otros que se incluyen en la renta fija, como la deuda emergente que, aunque también es susceptible de picar, su intensidad se asimila más al wasabi y, lo que es más importante para el inversor, además ahora es más rentable.

"Si se mira la comparativa entre la deuda emergente y el high yield se puede observar cómo la evolución de ambos ha sido muy pareja en los últimos años en cuanto a riesgo y rentabilidad. Sin embargo, desde mitad del año pasado, el high yield ha empezado a bajar mucho y la horquilla entre ambos se ha abierto de manera radical", añade Antonio Salido. Desde Fidelity explican que mientras la rentabilidad del Emerging Market Debt ronda el 7 por ciento en moneda local y el 6,3 por ciento en dólares (si no se quiere asumir riesgo), el cupón medio que está dando el high yield se sitúa en el 5,6 por ciento -ver gráfico-. Ese menor riesgo de la deuda emergente, siempre en comparación con los bonos de alto rendimiento, se justifica también en que mucha de "la deuda corporativa en emergentes es grado de inversión -por encima del high yield- y además se encuentra en dólares", apunta Rose Marie Boudeguer, directora de servicios de estudios de Banca March.

Como clave, antes de dar ningún paso, "lo más importante en emergentes es saber distinguir cuál será capaz de pasar de un modelo de exportación a uno de consumo. En el caso de los países que sean capaces de hacer eso, no es descabellado introducir deuda emergente de esas economías frente a high yield en cartera a través de un fondo de gestión activa", añade Antonio Salido, de Fidelity.

No apto para todos los perfiles

Aunque se descarta cualquier paralelismo con la crisis que viven ahora los países emergentes con la crisis asiática del 97 -por sus menores niveles de deuda respecto a antaño y su menor correlación con el ciclo americano-, las reformas estructurales en lasque están inmersos muchos de estos países serán determinantes para garantizar su viabilidad en un futuro próximo. Pero a corto plazo, lo más importante para el inversor particular que se plantee buscar deuda emergente como alternativa a los bajos rendimientos que se obtienen este año en renta fija es que, para los expertos, esta opción se adapta más al perfil del inversor profesional que al del particular por la necesidad de ser selectivo. "Solo es apta para clientes cualificados", apunta Rose Marie Boudeguer, de Banca March. Comparte esta afirmación Juan Luis Luengo, responsable de fondos de inversión de Citi en España, que asegura que este tipo de activos son difíciles de encajar en la cartera de un cliente retail. "En todo caso se puede hacer a través de un fondo de gestión activa", sentencia.

Que los mayores rendimientos que ofrece en estos momentos la deuda emergente también es más aprovechable por el inversor institucional también lo considera Ana Hernández, responsable de CFA Society Spain. "Es cierto que la rentabilidad que ofrecen los países emergentes está por encima de la que dan los bonos de alto rendimiento. Existen muchas compañías con muy buenos fundamentales en las que invertir dentro del mundo emergente que están ofreciendo un rendimiento superior al del high yield. Aunque se trata de una oportunidad más enfocada al inversor profesional que al retail, porque hay que ser muy selectivos". Sin embargo, para la experta, si alguien se decanta por invertir en bonos de alto rendimiento a través de una gestión pasiva, el riesgo de perder se reduce. "Si el inversor se decanta por la gestión pasiva a través de índices existe un riesgo poco elevado, por mucho que sea high yield, ya que aunque se produzca una caída del 8 por ciento, el impacto sobre la inversión total es menos dilutivo. Y mientras tanto, se puede lograr un plus de rentabilidad", añade Ana Hernández.

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