"Nosotros no podríamos hacer frente a un saneamiento tan exigente como el de Bankia", afirma un alto directivo de una entidad financiera que prefiere no identificarse. Las reglas aplicadas a Bankia, únicas en el sector, y la renuncia a disminuir la factura con la conversión de preferentes y subordinadas, ha llevado a la mayor petición de ayuda en la historia financiera española y ha llenado de indignación al sector.
Una buena parte de los grupos bancarios temen que ahora, para ser consecuentes con el ejercicio realizado en Bankia, se les aplique el mismo criterio de valoración y provisiones, con el resultado de que muchas de ellas no podrían escapar ni de los números rojos ni, en muchos casos, de inyección de recursos públicos en su capital.
"Si concedes el doble de ayudas de lo que precisaría Bankia estás condenando a buena parte del sistema a la nacionalización", se asegura desde otra entidad financiera.
Más exigencias
El temor es que la solución empleada en Bankia, lejos de imprimir tranquilidad en los mercados y devolver la confianza al sistema financiero, provoque que los mercados exijan después que el resto de entidades hagan el mismo ejercicio que el grupo que preside José Ignacio Goirigolzarri, con nefastas consecuencias.
Por lo pronto, ayer la prima de riesgo cerraba por primera vez por encima de los 500 puntos básicos y la cotización de los bancos españoles se desplomaba en bolsa.
"No tiene ningún sentido anotar las participadas a precio de mercado, nadie lo hace", se quejaba otra fuente financiera. Pero lo cierto es que Bankia, para justificar el plan de recapitalización pactado con el Banco de España y el Ministerio de Economía, ha revisado muy a la baja el valor de sus participadas.
Pero no es lo único que ha realizado, en un ejercicio que cada vez más voces tachan de exceso de prudencia. Sobre la cartera de créditos no inmobiliarios se ha aplicado un test de estrés, que tampoco se realiza en ninguna entidad y ni se exige en la cambiante normativa sobre bancos, que ha elevado en 3.800 millones de euros las necesidades de provisiones.
Al igual que ocurre con el valor de las participadas, Bankia ha puesto en valor de mercado buena parte de su cartera inmobiliaria, lo que también ha agrandado el coste de la capitalización.
La entidad, además, ha renunciado, según explicaba ayer, a tener en cuenta los beneficios antes de provisiones de los próximos tres años, lo que implica que no se puedan contabilizar los créditos fiscales.
Por último, también ha renunciado a rebajar el volumen de ayudas por la conversión a capital de unos 4.500 millones que atesora en preferentes y subordinadas.
El resultado es que sólo el contribuyente y el accionista de Bankia se lleva el cargo del saneamiento, mientras que se socializa las pérdidas de otros inversores.
"Economía se ha equivocado de parte a parte", afirman fuentes del sector. El argumento es que ha querido hacer un guiño a los mercados y demostrar que Bankia queda blindada y, con ella, el resto del sistema financiero. Sin embargo, pocos encuentran comprensible que se llegue a esas cifras, no por descubrir agujeros ocultos sino, en su mayor parte, por aplicar exigencias que no se piden a ninguna otra entidad, por lo que el efecto ha sido el de extender la duda al resto de grupos.
¿Si no es necesario ser tan estricto con Bankia, porque se 'inflan' sus necesidades? Y si en vista de un futuro deterioro adicional de la situación económica hay que aplicar más saneamientos, también será prudente hacer los mismo en el resto de balances bancarios.
"Se ha querido dar dos muletas a Bankia y nos ha dejado cojos al resto", se quejan desde otro banco.