Empresas y finanzas

La guerra sucia de Uber, al descubierto

  • 'The verge' publica documentos que demuestran un ataque masivo contra Lyft
  • Empleados a sueldo de Uber realizan miles de llamadas falsas para colapsarla

Uber, la compañía de taxis sin licencia que presume sin pudor de haber abierto las puertas de la benéfica competencia a un sector regulado, cuenta con un elaborado plan para poner de rodillas a sus enemigos comerciales utilizando herramientas de guerra sucia que contradicen su elaborado discurso librecambista.

Así lo asegura el diario digital The Verge, que en una información publicada esta semana asegura que Uber cuenta con un pequeño ejército de mercenarios a los que la propia empresa apoda de forma un tanto sarcástica "embajadores de marca" (brand ambassadors), y cuya tarea casi única es hundir a la principal competidora de Lyft.

En lugar de utilizar un mejor servicio o precios más atractivos, lo que hacen estos "embajadores" es tan simple come efectivo: realizan miles de peticiones de coches a Lyft y, apenas unos instantes antes de que éstos hagan acto de presencia, cancelan la solicitud.

De esta manera, los conductores que trabajan para Lyft pasan parte de su jornada gastando tiempo y combustible acudiendo a recoger a clientes que en realidad no existen, mientras que los usuarios reales ven como aumenta el tiempo de espera y, por tanto, cómo aumenta el atractivo de Uber.

Según Lyft, al menos 177 empleados de Uber -entre ellos varios ejecutivos de la compañía- han realizado no menos de 5.560 llamadas falsas en los últimos meses para torpedearla.

Operación SLOG

Pero el objetivo final de Uber no es sólo restar capadidad a la competidora, sino convencer a los conductores de su competidora (son trabajadores autónomos) para que se pasen a sus filas.

Para ello, los "embajadores" también conciertan viajes auténticos con los conductores de Lyft, y aprovechan el trayecto para martillear al trabajador autónomo con las ventajas de abandonar su contrato y comenzar a trabajar para Uber.

Entre su kit de herramientas, esos embajadores cuentan con tarjeta de crédito de empresa, y dos teléfonos prepago, para que su rastro no pueda seguirse hasta Uber: el primero para el uso habitual, y el segundo para el caso de que el primero sea detectado y bloqueado por Lyft.

De esa forma, realizan decenas de viajes que -esta vez sí- son pagados por Uber y que son en realidad presentaciones comerciales forzosas. Uber llega incluso a dar instrucciones a estos "embajadores" para evitar que Lyft los descubra, y para espaciar sus visitas.

Siempre según el citado medio, que publica documentos originales que demostrarían su existencia, el programa para barrer a la competencia tiene incluso un nombre en clave: "Operación SLOG".

Las prisas de Uber por eliminar a su competidora son la consecuencia natural del propio mercado: si más compañías compiten por prestar el mismo servicio, las economías de escala de la dominante se diluyen y terminan por desaparecer.

En pocas palabras, si todos los taxistas sin licencia trabajasen para Uber, ésta tendría un gran poder para fijar la cuantía con la que les remunera, el servicio sería barato y habría siempre suficientes coches disponibles.

En cuanto el pastel debe repartirse, Uber no sólo se enfrenta a una guerra de precios (y de salarios), sino que además la flota de vehículos a su servicio ya no responde de manera tan eficiente a las demandas de los usuarios.

La única solución sobre la mesa para Uber es, por tanto, conseguir una posición de dominio que impida la entrada de nuevos competidores al mercado. Justamente lo contrario de lo que la empresa, que ha conseguido atraer más de 1.500 millones de dólares de grandes inversores para financiar su expansión mundial, ha venido defendiendo públicamente en los últimos tiempos.

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