
El pasado 8 de abril el presidente de la Comisión Durao Barroso, reunido con los ministros de Empleo, pronunció un discurso con el título de Garantía Juvenil. Haciendo que suceda, un llamamiento a los estados para que pongan ya en marcha la Garantía Juvenil que aprobó el Parlamento Europeo hace un año.
Una tarea urgente para una Unión Europea con un 23,3% de tasa de paro entre los menores de 25, un 55,7% en el caso de España. Con esos niveles de desempleo juvenil está en riesgo toda la arquitectura del Estado de Bienestar. La Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida estima en más de 100.000 millones de euros el coste del paro juvenil.
Si se mantienen demasiado tiempo fracasará el proyecto de integración; aparecerá una generación de jóvenes sin futuro, desafectos a un proyecto común que no les ofrece nada, jóvenes crecidos en la insolidaridad y en los egoísmos nacionales. No sólo estamos ante el riesgo de perder una generación, podemos perder directamente el futuro de Europa.
Puesta en práctica hace veinte años en Finlandia y en Austria, Garantía Juvenil se ha mostrado una herramienta muy eficaz, de hecho hoy Finlandia tiene el 19,9% de desempleo juvenil y Austria el 9,2%.
Consiste básicamente en asegurar a todos los jóvenes desempleados, pasado un cierto plazo tras su inscripción, un empleo, una plaza de educación, de formación o de aprendizaje, prácticas laborales o la posibilidad de poner en marcha un proyecto de emprendimiento. Ponerla en marcha nos permitiría acabar con ese vacío en el que caen miles de jóvenes por toda Europa, los ni ni, que ni encuentran un empleo, ni estudian, ni pueden ocupar una plaza de formación, un problema especialmente grave en la España sacudida por el fracaso escolar.
La Garantía Juvenil es una oportunidad que no podemos dejar pasar, la Comisión ha comprometido 6.000 millones de euros, más del doble del que dispuso a comienzos de los noventa para atender a desempleados de todos los colectivos y grupos de edad. Por primera vez, todos los Estados miembros se comprometen a poner en marcha una política común europea en materia de empleo, algo poco llamativo pero un avance decisivo en el proceso de integración de nuestros modelos laborales y educativos.
El Gobierno español ya remitió a la Comisión un Plan Nacional de Garantía Juvenil y, tal como ha señalado la ministra Báñez, dispondrá de 800 millones de euros más de lo previsto, las comunidades autónomas han elaborado sus respectivos planes y, sin embargo, el arranque podría verse retrasado por problemas de gestión presupuestaria.
La Comisión no acepta, como si hizo con el rescate bancario, que la inversión en garantía juvenil no compute en el cálculo del déficit. Si en 2014 no anticipa más que una cantidad simbólica y son los estados miembros los que tienen que correr con los gastos el primer año, todo el proyecto puede verse comprometido por la necesidad de cumplir el Tratado de Estabilidad.
Francia ya ha comenzado a poner en marcha la Garantía Juvenil, el Parlamento británico ha pedido al Gobierno su implementación inmediata, nuestro Gobierno y las comunidades deben ser valientes e inteligentes para articular mecanismos presupuestarios y para facilitar la colaboración de entidades privadas, de forma que se eliminen obstáculos que retrase la puesta en marcha de Garantía Juvenil.
Nos acercamos a unas elecciones europeas en un clima de distanciamiento de la población como nunca habíamos conocido y la lentitud de respuesta frente al desempleo juvenil no va ayudar. Un millón de jóvenes españoles en paro y el proceso de construcción europea no pueden esperar.
Francisco Rueda Sagaseta, director de formación para el empleo de Élogos.