
Angela Merkel recibe este lunes en la Cancillería alemana al primer ministro italiano, Giuseppe Conte, en mitad de una de las mayores crisis migratorias y humanitarias sufridas en el Mediterráneo, no tanto por el volumen, sino por el cisma abierto en el seno de la Unión Europea, donde crecen las fricciones entre los partidarios de endurecer los controles fronterizos y los que buscan una solución consensuada para compartir la gestión de los refugiados.
A apenas dos semanas de la celebración de la cumbre europea, donde el tema migratorio será el plato fuerte, por un lado, Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia se oponen rotundamente a cualquier propuesta que incluya el reparto automático de refugiados, aunque sea como medida de último recurso ante llegadas masivas. En el otro frente, el del sur, Italia, España, Grecia, Malta y Chipre rechazan la idea de que los Estados de primera línea deban registrar a los demandantes de asilo y responsabilizarse de su suerte para siempre. Y, a medio camino, países como Francia, Alemania y Suecia presentan posturas más matizadas e insisten en la necesidad de un mecanismo común.
Tras la negativa de Italia y Malta a abrir sus puertos, finalmente la odisea del Aquarius se cerró ayer en el puerto de Valencia. Ocho días después, los 629 inmigrantes rescatados frente a las costas de Libia desembarcaron ayer en España. Un gesto humanitario con el que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pretende liderar un cambio en las estrategias migratorias en Europa e impulsar su proyecto político en el arranque de su mandato. El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, catalogó la decisión de "llamada de atención simbólica" y "electroshock político" a la Unión Europea ante un "problema de extrema gravedad".
Las heridas abiertas en materia de inmigración desde que, en un arranque de humanidad, la canciller alemana decidiese de manera unilateral abrir sus fronteras a los refugiados en el año 2015 parecen incurables y necesitan una solución europea. Ayer el diario germano Bild informaba en su edición dominical de los planes de Merkel de celebrar una reunión extraordinaria con los estados comunitarios más afectados por la crisis de los refugiados antes de la cumbre del Consejo Europeo de finales de este mes. Una exclusiva que se apresuraba a desmentir el Gobierno alemán: "No hay planeada ninguna cumbre extraordinaria de la UE", señaló un portavoz del Ejecutivo, citado por la televisión pública ARD, quien matizó, no obstante, que "naturalmente, el Gobierno mantiene en este aspecto conversaciones con diferentes Estados miembros" para alcanzar acuerdos bilaterales antes de la cumbre europea del 28 y 29 de junio.
Crisis en el Gobierno alemán
La política migratoria ha sumido en una crisis al bloque conservador de la canciller, quien insiste en buscar respuestas europeas al problema de los refugiados, mientras su ministro del Interior, Horst Seehofer, apuesta por soluciones unilaterales y ha culpado a la propia Merkel de la división en la UE.
Según explica Jorge Valero desde Bruselas, la tensión ocasionada por el lío interno en la coalición germana entre la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y la Unión Socialcristiana (CSU) del ex primer ministro bávaro es máxima. Recordemos que la semana pasada la canciller rechazó la idea de Seehofer de expulsar en la frontera a solicitantes de asilo ya procesados en otros países y pidió a la CSU que no presentaran la propuesta y esperaran unos días para discutirlo en la cumbre con el resto de europeos (sobre todo con los más afectados: Grecia e Italia).
Pero la CSU quería seguir adelante, en clave electoral, de cara a los comicios regionales que se celebran el próximo 14 de octubre. No en vano, la inmigración se ha colado en el debate político y ahora es un factor que hace perder o ganar elecciones.
En este contexto, sin duda, la crisis de los migrantes será el tema estrella de la reunión que mantienen hoy a las 7 de la tarde la heroína y villana de la política migratoria y el primer ministro italiano, que tiene en su territorio a medio millón de inmigrantes no regularizados y choca con la política de puertas abiertas de la canciller alemana.
Conte ya se reunió el viernes pasado con el presidente francés, Emmanuel Macron, con quien se reconcilió en París tras una semana de insultos cruzados (Macron llamó "cínico" a Conte, que le devolvió un "hipócrita"). Ambos coincidieron en que la política europea sobre inmigración necesita una reforma profunda, si bien pusieron en duda que esta pueda llegar a acometerse en el corto plazo.