Internacional

Cuba entra en una nueva era y da prioridad a las reformas económicas

  • Raúl Castro elige a su sucesor, poniendo fin a tres generaciones bajo Fidel
Fidel Castro, fallecido en 2016. Foto: Reuters.

Este miércoles es un día histórico para Cuba al marcar el fin de una era. La Asamblea Nacional nombra al sucesor de Raúl Castro, de 86 años. Tres generaciones de cubanos han vivido bajo el liderazgo de Fidel, quien anunció su renuncia en 2008, y su hermano Raúl. Casi con toda probabilidad el nombre del nuevo presidente sea Miguel Díaz-Canel. No participó en el asalto del cuartel Moncada de 1953 ni combatió en Sierra Maestra. El ingeniero de 57 años fue dirigente en la Unión de Jóvenes Comunistas y dirigió al Partido Comunista en las provincias de Villa Clara y Holguín. Fue ministro de Educación Superior. Posteriormente, ascendido por el propio Raúl a vicepresidente primero del Gobierno, convirtiéndose en su mano derecha. Representa una generación nacida después del triunfo revolucionario de 1959 y que se crió siempre dentro del sistema socialista. Muchos cubanos apenas lo conocen. Durante su ascenso asumió un perfil bajo.

¿Continuismo o reformismo?

Habrá continuismo pero con una renovación de las formas. En Cuba no se plantea una transición política sino un simple relevo generacional. Mientras los cambios políticos son improbables los económicos son imprescindibles para sostener el sistema. Díaz-Canel deberá enfrentarse a una economía estancada, una infraestructura en decadencia, la hostilidad de EEUU que no levantó el embargo, ni las sanciones y las críticas a un modelo de control estatal en el marco de un congelamiento de la iniciativa privada.

La economía sigue centralizada; las profesiones más estratégicas y cualificadas siguen siendo estatales. Se mantienen subsidios anacrónicos, como la libreta de racionamiento. Un elevado número de empresas estatales deficitarias absorben los beneficios de las que sí funcionan. Mejorar el rendimiento pasa por incrementar los niveles de inversión, aumentar las exportaciones y reformar el sector público. La diáspora cubana (unos dos millones de personas) aún tiene vetada la inversión directa en su país aunque envió casi tres mil millones de dólares en remesas en 2017. Urge la consolidación del trabajo por cuenta propia y del sector privado, que emplea a más de medio millón de cubanos. Otro gran reto: aumentar los salarios estatales, que rozan apenas los 30 dólares mensuales.

Las expectativas de cambio no son, de momento, muy grandes. Según 14ymedio.com, una web crítica con el régimen, "la sensación que se percibe en la calle es de apatía, que todo va a seguir como hasta ahora". Hay varios motivos para esta indiferencia. El ciclo diario de supervivencia. Asegurar las necesidades básicas como comida, trabajo, transporte, etc, es más importante para la población que planteamientos políticos. El convencimiento de que un rostro nuevo no alterará el control que mantiene la gerontocracia.

"Ni un milímetro"

El ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, dejó claro en la reciente VIII Cumbre de las Américas que, pese al deshielo en las relaciones con EEUU, la isla no cederá "ni un milímetro" en sus principios. Por último, la incapacidad de muchos de imaginar una vida diferente tras la llamada Generación Histórica. Más del 70 por cien de los cubanos nació después de enero de 1959.

Hay pese a todo motivos para el optimismo. Es innegable el inmovilismo político del régimen, que en los últimos años solo ha entreabierto la mano en lo económico para permitir el funcionamiento de algunos negocios privados. Y con los EEUU de Trump las relaciones vuelven a deteriorarse. No obstante, se fortalece el acercamiento entre la Unión Europea y Cuba. El nuevo Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entró en vigor de manera provisoria en noviembre. De hecho, 19 Estados miembros ya habían suscrito tratados bilaterales. España, Francia e Italia, entre otros, clamaban desde hacía mucho tiempo por una nueva política comunitaria para Cuba. La UE decidió dar el paso a la vista de los cambios de la administración Obama con La Habana.

Tras dos años de negociaciones, ambas partes le dieron el visto bueno a un pacto dividido en tres capítulos: cooperación, diálogo político y relaciones económicas y que eleva los vínculos bilaterales a un nuevo nivel. Hasta entonces, Cuba era el único país latinoamericano que no contaba con un pacto de asociación y cooperación con la UE. Para que el tratado tenga plena vigencia, es necesario que todos los Parlamentos nacionales de los 28 le den luz verde. El proceso ya está en marcha. Desde la UE se subraya que el nuevo marco legal para las relaciones contempla el reforzamiento del diálogo político, mejor cooperación bilateral y el desarrollo de acciones conjuntas en foros multilaterales.

Si se tiene en cuenta la retórica de la Casa Blanca, empeñada en resucitar la Guerra Fría, cabe decir que la UE ocupa una posición privilegiada en la política de apertura de Cuba. La Unión ya es el mayor inversor y el segundo socio comercial de Cuba. Alrededor de un tercio de los turistas que visitan la isla provienen de Estados europeos.

Por lo demás, desde hace un tiempo, su socio más cercano, Venezuela, ha reducido los envíos de petróleo debido a su crisis.

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