
El caso del líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz no tiene paralelo en la política alemana. Su caída no solo muestra cuan implacable y brutal puede ser la política, sino también las despiadadas consecuencias de dar un paso en falso en Berlín. En menos de un año, su carrera pasó de tocar lo más alto a hundirse ahora en la nada.
"De cien a cero", como tituló el periódico Bild. Todo tan rápido que todavía muchos recuerdan esa noche, del pasado marzo, cuando Schulz fue elegido nuevo presidente del SPD con el cien por cien de los votos. Algo que, hasta ese momento, nunca había sucedido en los 153 años de historia del partido. Su llegada a la tribuna y la sentida y larga ovación, corroboraron en ese momento la fortaleza de la nueva estrella del firmamento político alemán. Algo que llevó a muchos a hablar del "efecto Schulz" y a la prensa a no escatimar en elogios hacia un hombre que, por aquel entonces, también respondió al sobrenombre de "San Martin". No obstante, él concibió su nuevo cargo como una misión sin saber que, en ese mismo momento, se estaba sembrando el germen del fracaso. "Fue un momento agradable", reconoció Schulz meses después.
Su ambición de joven fue ser futbolista profesional, pero una grave lesión de rodilla le obligó a renunciar a ese sueño. Schulz fue librero de profesión, desarrolló su actividad profesional en varias editoriales, y luego estuvo a cargo de su propia librería durante 12 años, hasta que asumió el cargo como eurodiputado. Pasó más de dos décadas entre Bruselas y Estrasburgo. Sabe lo que es el desempleo, el alcoholismo, perder a la familia y caer en el pozo. Pero también levantarse, luchar y reinventarse. Conoce bien la importancia de una segunda oportunidad. Quizá la necesite ahora.
Hace poco más de un año llegó a Berlín con la misión de levantar el partido pero todo salió mal. Schulz cometió demasiados errores estratégicos y sometió a su partido a demasiados giros radicales. A raíz de los malos resultados electorales, declaró que su partido iría a la oposición desde donde se redefiniría y rechazó en forma rotunda formar una nueva coalición de gobierno que estuviera liderada por Merkel. De hecho, culpó a la canciller y a la participación de su partido en la Gran Coalición de ser los factores responsables del fracaso electoral del 24 de septiembre. Solo unas semanas después cambió de posición y aceptó iniciar conversaciones de sondeo para volver a gobernar junto a los partidos conservadores. Sin embargo, al ser cuestionado al respeto declaró a la prensa que no aceptaría ningún cargo ministerial en el nuevo gabinete que surgiera de esas negociaciones. Pero no cumplió con su palabra y para llegar hasta la cartera de exteriores renunció a la presidencia del SPD, lo que chocó con el antiguo jefe del partido y actual ministro de Exteriores en funciones, Sigmar Gabriel.
Fin a meses de agonía
Ese cargo era el sueño ideal de Schulz, porque se proponía regresar a la política europea, después de que hace poco más de un año había sido el presidente del Parlamento Europeo. Sin embargo, su designación como jefe de la diplomacia alemana, puesto que reclamaba Gabriel, fue la gota que colmó el vaso y que obligó a Schulz, dos días después de dejar la presidencia del SPD, a renunciar a la cartera de Exteriores.
Gabriel había desistido de la presidencia del partido para pasársela a Schulz hace un año, y éste, al parecer, le prometió a Gabriel que seguiría siendo el jefe de la diplomacia alemana en el nuevo gabinete de Merkel. Pero de repente, Gabriel se quedó sin papel ni cargo alguno en el partido, debido a la traición de Schulz.
Ahora, con su renuncia, Schulz pone fin a lo que muchos ven como meses de agonía que sucedieron a los comicios, en los que el voto de castigo a la Gran Coalición, y en particular al socio socialdemócrata, fue evidente. Su futuro está en un limbo que, en el mejor de los casos, podría sentarlo en el Parlamento como un simple diputado.
En declaraciones a elEconomista, el director del Instituto de Trabajo y Economía de la Universidad de Bremen, Günter Warsewa, aseguró que "la decisión de Schulz es un paso bueno y útil para salvaguardar la credibilidad del SPD, aunque perjudicará a Europa y al futuro papel alemán dentro de la Unión Europea".
Por su parte, Marius Busemeyer, profesor de política de la Universidad de Constanza, matiza que "la renuncia de Schulz deja en evidencia un cisma interno que hace dudar de la capacidad de gobernabilidad de este partido". El SPD tiene profundas divisiones internas y estas críticas se producen cuando la formación pretendía reforzarse en busca del "sí" de su militancia al pacto de gobierno alcanzado, en una consulta cuyo resultado se conocerá el 4 de marzo y de la que depende que Merkel acceda a un cuarto mandato.