
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, completa sus primeros 183 días al frente del país con una agenda legislativa estancada y una agenda económica obnubilada por la proximidad de su campaña electoral, a lo que se suma el asedio a su círculo más cercano al Kremlin.
Una frustración que se dejó notar en la entrevista que concedió el mandatario a The New York Times, donde admitió estar arrepentido de haber nombrado a Jeff Sessions, uno de sus primeros aliados políticos, como fiscal general al frente del Departamento de Justicia.
Trump aseguró que si hubiera sabido que Sessions se recusaría en la supervisión de la investigación sobre Rusia, nunca lo habría elegido como secretario de Justicia. Desde su punto de vista, la decisión del exsenador por Alabama de distanciarse del ya bautizado como Rusiagate fue "muy injusta" para Casa Blanca ya que a ojos del presidente, Sessions "nunca debería haberse recusado".
No es para menos. Desde que Trump tomase oficialmente las riendas del país el pasado 20 de enero, la sombra del Gobierno ruso ha estado más que presente en el Despacho Oval. Tras la dimisión del general Michael Flynn como responsable del Consejo de Seguridad del presidente el pasado febrero por sus relaciones rusas, el efecto dominó ha salpicado al entorno más cercano del mandatario, que va desde su exjefe de campaña, Paul Manafort, a su consejero y yerno, Jared Kushner, así como más recientemente a su propio primogénito, Donald J. Trump Jr., quienes comparecerán la próxima semana ante el Comité Judicial del Senado.
Es importante recordar que Flynn se reunió en diciembre con el banquero ruso Serguéi Gorkov, consejero delegado del banco nacional ruso Vnesheconombank y graduado de la academia de los servicios secretos rusos.
Kushner, por su parte, había mostrado su predisposición a comparecer ante el Senado desde que el Times sacó a la luz estos encuentros en marzo.
El interés del comité por Trump Jr. se despertó al conocerse que el hijo del presidente se reunió en junio de 2016 con una abogada rusa con la promesa de recibir información comprometedora sobre la entonces candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, supuestamente obtenida por el Kremlin. En esa reunión, que The New York Times desveló hace apenas dos semanas, también participaron Manafort, el yerno del presidente, Jared Kushner, y otras cuatro personas además de la abogada, Natalia Veselnitskaya.
Un largo listado de afectados
Otras víctimas colaterales del asunto ruso incluyen al ex director del Buró Federal de Investigaciones, James Comey, quien desató la ira del propio Trump provocando su posterior e inesperado cese.
El presidente tampoco está a gusto con el fiscal especial, Robert Mueller, encargado de la investigación del Departamento de Justicia sobre los lazos que unen a Moscú con la Casa Blanca. Trump considera que la designación de Mueller supone un conflicto de intereses, ya que lo había entrevistado para ponerse al frente del FBI tras el cese de James Comey. "Había otros muchos conflictos que no he nombrado, pero nombraré en algún momento", dijo Trump en la entrevista, sugiriendo que tenía información que podría dañar al exdirector del FBI. También dijo que había conflictos de intereses similares con el director interino del FBI, Andrew McCabe, y el vicesecretario de Justicia, Rod Rosenstein.
Precisamente, Mueller no sólo ha incluido al propio presidente dentro de la investigación, sino también a las transacciones relacionadas con sus negocios y sus socios.
Al margen de la sombra rusa, la Administración Trump no ha logrado sacar adelante su plan para cancelar y reemplazar el Obamacare. Tras una batalla en la Cámara de Representantes, el proyecto de ley del Trumpcare ha quedado desintegrado en el Senado. Ahora, la posibilidad de dejar caer el actual sistema de salud dejaría sin cobertura médica a 32 millones de personas los próximos diez años.