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Pittsburgh: el peor ejemplo que podía haber escogido Trump para ilustrar su América

  • "Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París"
Vista aérea del centro de Pittsburgh (EEUU). Foto: Getty.

Cuesta pensar en algo que tenga relación con el presidente de EEUU, Donald Trump, que no esté envuelto en la polémica. Sus apretones de manos, sus tuits mañaneros, la relación con su mujer, sus intervenciones públicas y, por supuesto, sus decisiones políticas están constantemente en el ojo del huracán. Él acostumbra a culpar a la prensa de llevar a cabo una persecución en su contra... pero es que no deja de alimentarla. Ahora ha demostrado que su idea de la ciudad de Pittsburgh se quedó anclada en la década de 1980.

El escenario no podía ser más señalado: Trump pronunciaba un discurso en el que retiraba a Estados Unidos de los Acuerdos de París contra el cambio climático, una decisión que ya había adelantado. Todo el planeta estaba pendiente de cómo el segundo emisor mundial de dióxido de carbono abandonaba este proyecto internacional. Y el presidente estadounidense resumió el motivo de su decisión en una sola frase: "Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París".

Una frase corta, con fuerza dialéctica y con cacofonía (Pittsburgh - París) incluida. Bien diseñada desde el punto de vista discursivo. Todo cuadraría, de no ser porque el Pittsburgh al que implícitamente alude Trump ya no existe. La ciudad basada en la industria del acero hasta los años 80 es actualmente una ciudad de innovación tecnológica.

El rascacielos US Steel Tower es quizá el mejor ejemplo del cambio de la ciudad. Sede del otrora gigante del acero del mismo nombre, hoy es hogar del University of Pittsburgh Medical Center, el mayor empleador de la ciudad (48.000 trabajadores). Además, apareció en la película Batman: The Dark Knight Rises, siendo precisamente la industria cinematográfica (otro de los enemigos habituales de Trump) otro de los sectores florecientes de Pittsburgh.

El proceso de desindustrialización en Estados Unidos desde los años 70 causó estragos en el municipio. De repente, una industria que había tenido el liderazgo en la producción se percató de que no había aprovechado su privilegiada situación para modernizarse, algo que sí hicieron productores extranjeros. Esto, sumado a que durante la crisis del petróleo redujo la demanda de acero, resultó en un duro golpe para la industria sobre la que se soportaba la economía de la ciudad.

La única alegría parecía ser las cuatro ediciones de la Super Bowl que ganó el equipo local en los 70. Pero los 80 fueron peores aún. Más de 150.000 trabajadores del sector acerero fueron despedidos durante la crisis del inicio de los años 80 y las acerías empezaron a cerrar, causando un efecto dominó que afectó a la ciudad y sus alrededores. La depresión económica condujo a más desempleo y este a la despoblación de la ciudad. En la urbe vivían 540.000 personas en 1970, 420.000 en 1980, y 370.000 diez años más tarde. Actualmente supera escasamente los 300.000 habitantes.

El lugar de las industrias fue ocupado por centros médicos y de investigación, parques y un amplio distrito cultural. Más recientemente llegaron compañías punteras de la tecnología, como Google, Apple, Facebook, IBM o Uber. Y acoge a tres de las universidades más valoradas en las clasificaciones del país, que han tenido que cambiar sus estudios dirigidos a la industria pesada por otros centrados en la innovación tecnológica.

Lejos de ser una ciudad fría, The Economist la ha situado como una de las mejores ciudades para vivir en cuatro ocasiones durante la última década. Y el turismo se ha disparado en los últimos años, con 3.000 habitaciones nuevas de hotel disponibles desde 2004. Incluso en el deporte ha repuntado, volviendo a ganar la Super Bowl en dos ocasiones después de tres décadas sin hacerlo. El progreso - y progresismo - de la ciudad se aprecia en sus resultados en las últimas elecciones presidenciales: el 75% apoyó la candidatura de Hillary Clinton, sólo el 25% respaldó a Trump.

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