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Evans-Pritchard: la imposición del fetichismo fiscal alemán puede ser 'mortal' para Europa

  • "Alemania adora al falso Dios del equilibrio fiscal", según el columnista inglés
  • "Se cree el modelo del mundo, pero el orgullo viene antes de la caída"
Foto de archivo

Alemania ha logrado imponer al resto de Europa su fetichismo fiscal, algo que puede ser peligroso para el futuro de la economía del Viejo Continente. Y es que el país se ha convertido en prisionero de la falacia que equipara una economía nacional o regional con un presupuesto familiar, que no debe gastar más de lo que ingresa, tal y como analiza Ambrose Evans-Pritchard, columnista del diario británico Telegraph. La recesión cerca a Alemania: las exportaciones sufren su mayor caída en cinco años

"Alemania adora al falso Dios del equilibrio fiscal", sostiene Evans-Pritchard, quien recuerda algunas opiniones 'disidentes' de la versión oficial del segundo milagro alemán, esa recuperación económica que comenzó a mediados de la década pasada.

Por ejemplo la de Olaf Gersemann, jefe de la sección economía del periódico alemán Die Welt, quien defiende que Alemania ha confundido una situación excepcional, como era la crisis, con una situación permanente que quiere prolongar en el tiempo. 

Y es que el motor económico europeo no puede continuar viviendo de las exportaciones de bienes de capital a China y a los BRICS, o empobreciendo a sus vecinos del sur a través de la moderación salarial, ya que esto es un juego de suma cero, explica Olaf Gersemann, quien añade que Alemania "se cree el modelo del mundo, pero el orgullo viene justo antes de la caída". 

Exportaciones: un juego de suma cero

El columnista del diario británico recuerda que todo lo que exporte Alemania a otros países fuera de la zona euro son bienes y servicios que no van a poder exportar España o Grecia, es decir, en el mundo de las exportaciones lo que gana uno lo pierde otro, por eso es un juego de suma cero. Weidmann: "Si Alemania gastara más, China se beneficiaría más que Grecia"

Otra de las opiniones disidentes es la de Marcel Fratzscher, jefe del Instituto de Investigación Económica Alemán (DIW). Fratzscher explica y defiende la posición expuesta en las últimas semanas por el FMI, que pide a Alemania "un esfuerzo para incrementar la inversión pública en infraestructura". Esta sería una buena medida para reducir el 40% de posibilidades que tiene la eurozona de volver a caer en recesión, según la institución.

Este economista asegura que lo que ocurre es fruto del autoengaño de un país que se ha "dormido en los laureles", prisionero de la falacia del hogar y que se reafirma por los elogios equivocados de extranjeros que no miran lo que hay bajo el capó del motor alemán.

Producción estancada

El PIB alemán se estancó en el segundo trimestre de 2014, los pedidos industriales han sufrido una caída del 5,7% en agosto y las previsiones de crecimiento para 2015 superan levemente el 1%.

Fratzscher explica que la inversión alemana ha pasado de representar un 23% del PIB en 1990 a tan solo un 17% a día de hoy, mientras que la inversión pública neta lleva siendo negativa doce años. El economista señala que la productividad ha dejado de crecer y que las empresas han dejado congelados los sueldos de sus trabajadores, ya que el salario real ha caído a niveles de finales de los 90.

Con estos datos no es de extrañar que Fratzscher haya observado un aumento de la desigualdad en Alemania, una la sociedad que está "dividida" porque hay 7,4 millones de personas que tienen 'mini-jobs', lso famosos trabajos a tiempos parcial que están remunerados con 450 euros al mes.

En la misma línea, Philippe Legrain, execonomista jefe de la Comisión Europea, aseguraba que el modelo económico de Alemania es "empobrecer a su vecino" reduciendo salarios para subvencionar la exportaciones e impedir que ellos logren cuota de mercado, tal y como recuerda el Telegraph.

Dentro de cinco años Alemania va a tener un problema importante para mantener equilibrados sus presupuestos; y dentro de diez años Francia podría ser el poder dominante en Europa, según Philippe Legrain.

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