
Sólo el 12 por ciento de las compañías en el Viejo Continente tiene un presupuesto preparado. El 70% de las empresas considera que afectaría a sus beneficios y sólo un 7% cuenta con un plan
¿Se producirá finalmente la mutación del virus H5N1? ¿Qué efectos puede tener sobre los cimientos de nuestro sistema económico? Nadie lo sabe. El peligro de una mutación que posibilite la transmisión del virus de humano a humano ha hecho saltar todas las alarmas.
El asunto no es una cuestión exclusivamente de salud pública, se trata de un problema económico muy grave.
A pesar de la alarma generada y según un estudio de la compañía Mercer HR Consulting, la posibilidad de una pandemia no es algo que preocupe demasiado a las empresas, por lo menos, de momento. Así, sólo el 12 por ciento de las compañías europeas está ya preparado para afrontar una situación de ese estilo.
Para muchos expertos, la elaboración de planes de emergencia ante escenarios límite propiciados por infecciones de transmisión respiratoria, como la gripe aviar o, en su día, de la epidemia de S.A.R.S. (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), deberían formar parte del enfoque general en la gestión de riesgos.
Sólo un 17%, preparada
En este sentido, según Mercer, alrededor del 70 por ciento de las empresas encuestadas considera que una transmisión masiva podría afectar la rentabilidad de sus negocios, pero únicamente el 47 por ciento cuenta con un plan de continuidad y sólo el 17 por ciento ha presupuestado su preparación para una situación así.
En 2003, con el SARS, Asia vivió un circunstancia similar. Probablemente este hecho ha propiciado que sus empresas estén mejor preparadas y más concienciadas que el resto. Una de cada cuatro compañías asiáticas ha creado un presupuesto para afrontar una pandemia, en comparación con el 12 por ciento europeo.
Según las autoridades sanitarias americanas, la gripe aviar podría llegar a Estados Unidos en septiembre. Sin embargo, sólo el 7 por ciento de las empresas de ese país estaría preparado para afrontar un hipotético salto a los humanos.
Esta disparidad de actitudes se justifica, en opinión de José María García, consultor de Mercer, porque en "Europa y EEUU no sufrieron el azote del SARS, en Europa y Estados Unidos no se ha producido víctimas humanas y, en Norteamérica todavía no ha habido aves afectadas".
No hay nada que el dinero no pueda arreglar, deben pensar los empresarios estadounidenses. Así, sus compañías estarían más dispuestas a destinar dinero para subsanar el problema.
En este sentido, casi el 40 por ciento incrementaría la retribución de los empleados que asuman más responsabilidades, 13 puntos porcentuales más que el promedio mundial. Para José María García, ésta no sería una buena solución.
"Para que las inversiones sean eficaces deben realizarse durante la etapa de planificación, porque una vez que surja la pandemia, algunos empleados podrían interpretar esta contraprestación como un soborno ante el riesgo de contraer la enfermedad. No sería efectivo", dice.
Absentismo laboral
Asimismo, alrededor del 90 por ciento de las empresas encuestadas espera un impacto significativo en su organización como resultado de las altas tasas de absentismo laboral y casi el 70 por ciento espera que la cuenta de resultados se vea afectada de forma negativa.
Por eso, son muchas las que ya han empezado a elaborar un presupuesto, la formación de un comité de crisis o el desarrollo de una estrategia de comunicación.
Como en todo, también la gripe aviar presenta su cara y su cruz, es decir, los que piensan en pérdidas y los que piensan en beneficios. Así, en un alto porcentaje, el sector del ocio, el de transporte y el minorista, temen un recorte importante de sus beneficios si se produjese una pandemia. Por otro lado, seguros, el área farmacéutica y telecomunicaciones, no tienen tan claro el desastre e incluso entre el 25 y el 40 por ciento considera que podrían tener beneficios.
En general, la mayor preocupación se centra en el efecto que la gripe aviar puede tener en la confianza de los consumidores y, las industrias en las que hay un gran número de empleados trabajando en espacios cerrados. No obstante, y a juzgar por los datos expuestos, existe una importante brecha entre la preocupación de las empresas y las medidas reales que hasta la fecha han tomado.
Una cosa es entender la gravedad y otra distinta es ponerse manos a la obra. Ya se sabe: más vale prevenir...