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El 'software', un activo empresarial clave

Foto de archivo

El software es una parte integral de nuestras vidas. Invisible pero presente en todos los ámbitos de la sociedad y no digamos de las empresas, simplificando procesos y tareas complejas o ayudando en la gestión y en la toma de decisiones más rápidas y precisas.

La industria del software, a su vez, es uno de los sectores más importantes de cualquier economía, y cualquier país debería poner los medios necesarios para asegurar su dinamismo y crecimiento, siendo como es un indicio claro de la capacidad de dicha economía para crecer y ser realmente competitiva a medio y largo plazo. La propia Agenda Digital para España identifica el desarrollo de las industrias de futuro como un factor imprescindible para el crecimiento sostenible de nuestro país.

La contribución del sector del software aporta a la economía de la Unión Europea 910.000 millones de euros, aproximadamente el 7,4% de su PIB, y emplea de forma directa e indirecta a más de 11,6 millones de trabajadores según datos de The Economist Intelligence Unit. En nuestro país, el software represente 35.800 millones de euros, y genera más de 600.000 empleos directos e indirectos de alta cualificación, además de ser sector muy activo en I+D.

En el software se sustentan prácticamente todas los avances tecnológicos y funcionalidades que ven la luz cada día. Ningún ámbito social o económico queda fuera de su potencial transformador, ya sea como herramienta de gestión de procesos o como catalizador de innovaciones.

Sin el software no hubiera sido posible el exponencial crecimiento de la capacidad de procesamiento y de almacenamiento, la analítica de datos, las mejoras en conectividad, el avance en la inteligencia artificial, etc. El talento y las creaciones que dan lugar a nuevos programas y aplicaciones que simplifican nuestra vida, y que hacen más fácil la gestión de los negocios, merecen ser impulsados y protegidos.

Adentrándonos en la era de la cuarta revolución industrial, los países necesitan poner más foco que nunca en el papel central del software para prosperar y avanzar en este nuevo entorno. La agricultura, la medicina, la industria, las comunicaciones, la educación, todo requiere de la participación eficaz del software para desarrollarse de forma eficiente, escalable y asequible.

A un nivel más microeconómico, los beneficios para los negocios son incluso más evidentes y han convertido al software en un activo central y crítico en la operativa de cualquier iniciativa empresarial, sea del sector que sea, y sea del tamaño que sea, ahorrando tiempo y recursos. Desde soluciones sencillas para la contabilidad en un pequeño comercio, hasta la posibilidad de desarrollar iniciativas de e-commerce avanzadas, la gestión automática de precios o la automatización de procesos de toda una cadena de suministro.

No obstante, como ocurre con cualquier activo de cierta importancia, los evidentes beneficios del software sólo se dan si se gestiona de manera eficiente y cuidadosa. Si se utiliza lo que se necesita y si se utiliza de la manera más eficiente posible, tanto en términos de operatividad como de coste. Si se adquiere de forma legal y si se actualiza de forma periódica y segura.

Pero la "invisibilidad" del software, y el hecho de que esté tan integrado, y asumido, en todo lo que hacemos, hace que muchos empresarios reconozcan su utilidad pero pasen por alto su gestión. El retorno que se obtiene por el uso de programas de software en una empresa puede verse negativamente afectado si no hay una correcta gestión de los mismos que evite riesgos operativos, de seguridad, económicos y legales, el software es una creación intelectual y como tal está protegido por las leyes de Protección Intelectual.

Del mismo modo que ningún empresario equiparía su negocio con maquinaria defectuosa o material de origen desconocido, sin verificar que dispone de todos los permisos para su uso, tampoco debe dejarse un activo tan valioso como el software sin atender, sin asegurar que se ajusta a las necesidades del negocio y que se adquiere y utiliza de forma legal. Es aquí donde una correcta gestión de activos de software (SAM) tiene todo el sentido.

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