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Comienzo prometedor en Europa

Angela Merkel y Emmanuel Macron. Foto: Reuters.

Hay una unidad manifiesta de los Estados miembros para negociar el Brexit. Los Veintisiete - firmes al tiempo que conciliadores - imponen su ritmo al debilitado ejecutivo británico. Más allá de esto, la prioridad es el futuro de la Unión Europea. El consenso europeo transmite un mensaje de cercanía a los ciudadanos y de confianza para enfrentarse a la globalización descontrolada y la inmigración ilegal y para combatir el terrorismo. La de Bruselas, última antes del verano, ha sido la cumbre de la autoestima recuperada. Como manifestó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, "nos reunimos en un contexto político diferente del que había hace algunos meses, cuando fuerzas anti-UE parecían en alza".

El joven gobernante llegó a su primera cumbre europea no solo con el brillo de su formidable victoria, sino con el aura de haber salvado al bloque del populismo gracias a su victoria sobre los extremismos. Gracias a su mayoría absoluta en el Parlamento tiene más poder que los demás mandatarios.

La relación entre Emmanuel Macron y Angela Merkel es positiva. El europeísta dirigente es consciente del vital papel de Francia en la nueva Unión de los 27 tras la salida de Gran Bretaña.

Existe un moderado optimismo en cuanto al relanzamiento del renqueante motor franco-alemán cuya maquinaria se ha engrasado. Se suma a ello la mejoría económica, el acuerdo con Grecia y el mal resultado de los populistas en los últimos comicios. Buenas noticias, sin duda, pero que no deben llevar a una euforia engañosa.

Berlín celebra el impulso que París quiere imprimir en seguridad y defensa así como en el comercio en la complicada era Trump. El otro proyecto común - reforzar el euro - es una cuestión más espinosa.

Macron tratará de aprovechar su liderazgo para imponer su agenda para una "Europa que protege". Su ambición de reorientar la construcción europea encuentra menor resistencia que cuando, en 2012, su antecesor François Hollande defendió en su primera cumbre una "Europa más social". Y es que, a diferencia de Hollande, su sucesor no se opone a los planes económicos de Berlín. El nuevo presidente ha asegurado desde el primer momento que aprobará reformas impopulares. A cambio, Macron exige que la eurozona se siga desarrollando y para ello cuenta con Alemania. Desea un ministro de Finanzas, un presupuesto común para la zona euro y el desarrollo de la unión bancaria. Como no se cansa de advertir: "el euro está incompleto y no sobrevivirá sin grandes transformaciones".

La canciller se ha mostrado "abierta" a estas ideas y, en general, multiplica las señales de apertura. Comenta con simpatía los ambiciosos planes de París. "Reflexiona" sobre el tema mas evitando entrar en detalles o ir al grano. Hay una mayor admiración hacia el triunfante presidente lo que facilitará el entendimiento mutuo. Y las formas son importantes en política. Sin embargo, no habrá cambios sustanciales en cuanto al fondo. Merkel está dispuesta a aceptar esas ideas siempre y cuando Macron lleve a cabo en Francia las reformas a que se ha comprometido.

Merkel puede "imaginar muy bien" un gobierno económico ya que no existen grandes diferencias entre las economías de los 19 países miembros de la eurozona. Siempre matizando que habría que tomar ejemplo de aquellos modelos que más han servido para la creación de empleo. Y recalcando que los riesgos, la toma de decisiones y las responsabilidades no deberían compartirse, sino que, como hasta ahora, deberían quedar en manos de los Estados nacionales.

Con todo, las palabras de Berlín empiezan a cambiar. Merkel es consciente de que con su mensaje de reforma, Macron ha vencido al populismo. París y Berlín vuelven a tener una misma hoja de ruta.

¿Se podrá regresar al espíritu de cooperación reinante entre François Mitterrand y el recientemente fallecido Helmut Kohl? El tiempo lo dirá. Con frecuencia la canciller ha demostrado su pragmatismo. Manteniendo su rumbo en lo básico ha sabido replantear sus ideas y adaptar su discurso cuando las circunstancias lo han requerido. Y, sobre todo, es una líder cauta. Hasta las elecciones alemanas del 24 de septiembre se siente cómoda delegando la iniciativa en Macron. La oposición alemana ya aboga por relajar las políticas de austeridad y acomodar las propuestas francesas. No obstante, tras la derrota socialdemócrata en las tres elecciones regionales de este año Merkel ha salido fortalecida y parece encaminarse a un cuarto mandato.

En cualquier caso, para saber la forma que adoptará el renovado impulso del proyecto europeo habrá que esperar a los resultados de esos comicios.

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