Pedro Sánchez ha declarado, tras conocerse el resultado del referéndum británico, que hay decisiones de envergadura política sobre las cuales no es procedente la consulta popular. Piensen los lectores cómo hubiesen reaccionado los portavoces del discurso oficial si tamaño dislate lo hubiese dicho Nicolás Maduro.
Son mayoría las veces que las consultas en referéndum sobre cuestiones referentes a la UE obtienen un resultado negativo. En vez de preguntarse las causas y razones de tal reacción, los "demócratas" europeístas se refugian en aquello de "todo para el pueblo, pero sin el pueblo".
La construcción de la UE es el desarrollo de un proyecto construido cara al exterior con un lenguaje totalmente demagógico y edulcorado, pero con procedimientos y contenidos totalmente opuestos a ese lenguaje.
Desde Felipe González hasta Hollande, pasando por la propia Merkel, hay multitud de dirigentes políticos que en un momento o en otro de la llamada construcción europea han convenido en subrayar la necesidad de más democracia y voluntad de integración en la UE. ¿A qué hacían referencia?
El propio González reconocía en 2012 que se había construido la Unión Monetaria con graves carencias, olvidos e improvisaciones. ¿En qué momento de dicho proceso se abrió un debate público o siquiera un avance informativo más allá de las loas y panegíricos a la "Europa de los ciudadanos"? Tras el Brexit el discurso oficial hace hincapié en las razones ultranacionalistas o insolidarias de los británicos.
¿Acaso han visto en la UE solidaridad con los refugiados? La tan denostada Bruselas no lo es por capricho o manía, sino por ser el referente de una UE de recortes y decisiones tomadas por entidades, organismos y estructuras ajenas a un origen democrático. El proyecto de la actual UE está recogiendo la cosecha sembrada. Y, por último. ¿Por qué un presidente de Gobierno del PSOE, convocó un referéndum sobre la llamada Constitución europea? Seguramente por exceso democrático.
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