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Cuba-EEUU: Balance de una nueva etapa

  • Obama viajará si habla con la disidencia y si mejora el respeto por los DD.HH

Hace un año Cuba y EEUU anunciaban la reanudación de relaciones diplomáticas. Aumentan las críticas a Obama en el sentido de que no mejora la situación en la isla mientras la dictadura cubana logra "sacar tajada" del deshielo. ¿Debe reducirse a esta percepción el balance de los últimos doce meses?

Desde la ruptura en 1961, once presidentes norteamericanos ocuparon la Casa Blanca. La dictadura comunista sigue encabezada por los hermanos Castro. Su intención, clara: aprovechar el acercamiento para postergar un colapso inevitable e insuflar el último aliento a un régimen moribundo. Han conseguido concesiones de Obama sin iniciar un diálogo con los cubanos en lo relativo a libertades políticas y económicas y los derechos humanos. Queda muchísimo por hacer. Los obstáculos son grandes. Sin embargo, el avance ha ido mucho más allá de la reapertura de embajadas. Cuba ya no está en la lista de países patrocinadores del terrorismo y recibe a funcionarios estadounidenses de todos los niveles. Se han firmado múltiples convenios. El servicio postal directo ha sido restablecido. Se está ultimando un acuerdo en aviación civil. American Airlines ha lanzado un vuelo Los Ángeles-Habana por vez primera orientado a los turistas estadounidenses. Si bien siguen siendo necesarios diversos trámites, el número de visitantes americanos ha aumentado en un 60% este año.

Incluso se logra avanzar en materias espinosas como el pago de compensaciones. Desde EEUU unos 6.000 demandantes - entre compañías y particulares - reclaman a Cuba el valor de propiedades expropiadas. Aplicando intereses la cifra puede superar los 8.000 millones de dólares. Una cantidad que - aunque se lo propusiera - el régimen de Castro apenas podría pagar. Sí sería posible resarcir a los damnificados individuales. La suma exigida por las multinacionales podría canjearse por acceso al mercado cubano. A su vez, Cuba reclama nada menos que 121.000 millones de dólares como compensación por el embargo comercial desde 1963.

Es esta cuestión del embargo la que se presenta como el problema a resolver en el año entrante. Las nuevas generaciones cubano-americanas están cambiando y adoptan una mayor flexibilidad pero el núcleo duro de la comunidad cubana de Miami impone sus intereses merced a un desproporcionado peso político.

Con el legislativo en manos de los Republicanos es difícil que el Congreso levante la medida. Para hacerse una idea de la actitud fuera de EE.UU. baste recordar que hace escasas semanas la Asamblea General de Naciones Unidas volvía a condenar el embargo. Era la vigésimo cuarta vez que lo hacía. Sólo el tándem Israel-EEUU votó en contra. El mayor peligro para una marcha atrás en la Casa Blanca lo representa una eventual victoria republicana. No solo por la verborrea xenófoba de Donald Trump quien domina las primarias de su partido. Incluso los candidatos Ted Cruz y Marco Rubio, con raíces cubanas, critican la apertura y amenazan con un cambio de rumbo.

Cuba, además de compensaciones astronómicas exige la devolución de Guantánamo. Se ha limitado a liberar a 53 presos políticos, aunque ha permitido la emigración de 70 mil cubanos en un año, ha intensificado la represión. La disidencia denuncia que en los últimos tiempos se han agravado los hostigamientos. El alto comisionado para los DDHH de la ONU expresa su inquietud por "cientos de arrestos arbitrarios y detenciones de corto plazo".

Obviamente, la libertad de expresión - y en especial internet - es considerada peligrosa por la dictadura. No les falta razón desde su perspectiva represora. Ahí está el caso del escándalo de la agencia de cooperación americana USAID que se vio envuelta en la creación de la red social, "ZunZuneo", conocido como el "Twitter cubano". El presidente ha afirmado estar dispuesto a viajar a Cuba si el clima de respeto por los derechos humanos mejora y puede sostener conversaciones con la disidencia. Ese debe ser el camino evitando siempre la injerencia. El estado comunista tiene el tiempo en contra: tolera hoy la existencia de 40.000 "cuentapropistas" (pequeños empresarios) y la existencia de 1,5 millones de cubanos fuera del estado, que viven fundamentalmente de servicios al turismo y remesas desde EE.UU. que ascienden a 5.000 millones de dólares anuales. Más del 40% del comercio exterior solía ser con Venezuela. Ahora, con Caracas en caída libre y sin más subvenciones, La Habana depende de Washington.

La ansiedad es mala consejera. Con el proceso de normalización - que ha contado con padrinos de la talla del papa Francisco - se ha conseguido mucho. 2016 es el año del que aún dispone Obama para consumar el deshielo.

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