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Gane quien gane, Grecia seguirá en el euro

  • Es curioso que sea Alemania quien pida la salida del euro y no el BCE

Mucho que se ha dicho e insinuado acerca de las repercusiones que un eventual triunfo de Syriza tendría en el ámbito eurocomunitario. Un primer aspecto a tener en cuenta es el vital enclave geoestratégico de Grecia: frontera sur de los Balcanes; vínculos religiosos con Rusia a través de la Iglesia Ortodoxa; tensión permanente con Turquía y, en progresivo aumento, la importancia económica del puerto de El Pireo, base del flujo comercial chino hacia occidente.

La velada amenaza alemana de sacar a Grecia del euro en caso de triunfar el partido de Alexis Tsipras, evidenciada en el editorial del semanario Der Spiegel citando "fuentes próximas al Gobierno alemán", se centra más en criterios políticos que en económicos, además de utilizar la prensa para especular sobre decisión tan trascendental. Forma y fondo poco adecuados, ampliados por el hecho de ser el responsable de Finanzas germano quien marque criterio, cuando debería ser el Banco Central Europeo como supervisor único quien tendría que pronunciarse en tal sentido.

Sería bueno recordar el escenario de Guerra Fría en la segunda mitad del siglo XX. Grecia, como España y Portugal años más tarde, centraban la atención de la Comunidad Económica para incorporar a los países meridionales recién salidos de regímenes dictatoriales. Posteriormente, una reunificada Alemania, necesitada de un amplio mercado europeo, no puso pegas a la entrada griega en el euro en 2002, pese a los riesgos que para dicha integración suponían el desbarajuste político y su relajada disciplina fiscal. Alemania se infló de vender a crédito coches, submarinos y tanques, sin exigir garantías o calidad crediticia. La creación del euro permitió a Alemania pasar de no tener activos netos con el resto del mundo, debido a la reunificación, a alcanzar 500.000 millones de euros. Parte de sus ingentes saldos comerciales positivos financian déficit en la eurozona, de la que Alemania es la gran acreedora.

Crack del sistema bancario

El crack del sistema bancario derivado de la crisis nacida en 2008 se evitó mediante un complejo mecanismo financiero acompañado de condiciones draconianas para los deudores. Grecia fue el paradigma del rescate, a través del cual el dinero de los contribuyentes europeos acabó en las entidades acreedoras. Vencimientos aplazados, condonación parcial y menores tipos de interés, fueron insuficientes y dieron lugar a nuevas reestructuraciones de la deuda helena.

El volumen actual supera 300.000 millones de euros (175% del PIB), dos terceras partes debidos a instituciones y Gobiernos de la eurozona. Aunque nunca se recuperará totalmente dicha deuda, de momento, las entidades acreedoras no la contabilizan en sus balances. De reconocerlo, tendrían que asumir las pérdidas, lo que desataría tormentas políticas, en especial para Frau Merkel. Ante este escenario, Bruselas prolongará el rescate financiero de Grecia, cuyos principales bancos ya han solicitado acceder a la línea de liquidez de emergencia (ELA) ante potenciales fugas de depósitos. Esta aportación extraordinaria de liquidez prevé asistir en casos excepcionales a aquellas entidades que no puedan acceder temporalmente al mercado o refinanciarse a través del BCE.

Respaldado por la decisión del Tribunal de Justicia de la UE sobre la legalidad de su plan de compra de deuda pública (OMT) en 2012 con su célebre "se hará todo lo necesario para salvar al Euro", Draghi quebrará las reticencias monetarias de Berlín y tres días antes de los comicios helenos anunciará mecanismos de expansión monetaria que inyectarán liquidez que favorecerá la inversión productiva y estimulará la actividad económica. ¿Cómo? Cada banco central comprará sólo títulos de su país, con un máximo del 25% del volumen de deuda en circulación. No parece probable que los jueces alemanes, que plantearon la consulta al tribunal comunitario, discrepen del dictamen. Si así fuera, los cimientos de la UE se resquebrajarían y el euro vería quebrada su favorable tendencia bajista, con la menor cotización desde 2003.

Más allá de planteamientos socio-deontológicos sobre algunos informes de reputadas fuentes -¿analizan o amenazan?-, a corto plazo los mercados registrarán volatilidad e incertidumbre, con movimientos menos virulentos que los registrados hace tres años. Se impondrá una nueva reestructuración ordenada de deuda y reformas consensuadas con la troika que aliviarán el austericidio. En cualquier caso, gane quien gane en las elecciones, Grecia seguirá en el euro.

Javier de la Nava, profesor de Macroeconomía del Centro de Estudios Financieros

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