
Las CCAA se han olvidado de hacer ajustes y mantienen costosísimas estructuras.
Cual niño de San Ildefonso, el ministro de Hacienda ha cantado el gordo de los intereses de la deuda del FLA, que se ha repartido principalmente en Cataluña, Valencia, Andalucía y resto de comunidades que recurrieron a este instrumento de financiación. La pedrea, en forma de misma condonación de intereses para las comunidades que se acojan al FLA el próximo año, podrá beneficiar al resto de comunidades. Sin embargo, la discordia está servida porque principalmente Madrid ve que es un premio a los incumplidores.
Vivir para ver; Madrid es más independiente financieramente del Estado que Cataluña y esa independencia le está resultando onerosa pues soporta más carga financiera que si hubiera recurrido al FLA. Cataluña acapara más de una cuarta parte de todo el endeudamiento del conjunto de las autonomías y junto con Valencia y Andalucía representan más de la mitad del total endeudamiento.
Si analizamos deuda sobre PIB, vemos cómo la situación es especialmente preocupante en Cataluña, Valencia y Castila La Mancha, todas con más de un 30 por ciento. La situación de déficit actualmente no es tan dramática como lo fue en el pasado, pero no hay forma de que determinadas autonomías se reconvengan al objetivo fijado e incluso se permiten el lujo de plantear presupuestos ya desequilibrados de partida y con más déficit del permitido, en una clara política de rebeldía. Con todo, la situación aún no ha adquirido tintes dramáticos, aunque ya hay poco margen.
La cuestión de fondo no tiene solución, porque parte de un andamiaje institucional que concede demasiadas prerrogativas financieras a las comunidades y sólo mediante medidas excepcionales, a las que se acogen voluntariamente, el Estado adquiere mayores capacidades de fiscalización. Es decir, si quieres que te dé algo, tú a cambio harás esto otro y dejarás que mire lo de más allá. Así no se puede funcionar y el poder de fiscalización de las cuentas autonómicas debería ser total por parte del Estado bajo cualquier circunstancia, así como obligatorio que las autonomías cumplirán sus objetivos de déficit y endeudamiento, como administraciones al fin y al cabo sometidas a la disciplina financiera estatal, dado que a su vez al Estado, Europa le exige el cumplimiento de unos objetivos de déficit del conjunto de las Administraciones. Pero esto es soñar.
Y así, al ministro de Hacienda se le tiene que ocurrir cada dos por tres una nueva lotería que repartir para que la cojan los incumplidores y poder tener fuerza para que cumplan. Todo un verdadero pasteleo en el que muchas autonomías se permiten el lujo de mantener costosísimas estructuras administrativas y, por qué no decirlo, clientelares, que al final financian todos los españoles sin que el Gobierno haga absolutamente nada para que se desmonten. Porque, a pesar de la crisis, se ha recortado bien poco en este aspecto. Lejos quedan aquellas promesas de suprimir empresas públicas y eliminar gastos superfluos. No se ha hecho prácticamente nada y donde dije digo ahora se han quedado mudos.
Francia acaba de reducir el número de sus regiones de 22 a 13 para obtener un importante ahorro en gastos de gestión. En España sorprende el reducido tamaño de determinadas autonomías, que mantienen una estructura organizativa como si de mini estados se tratara. Pero esto es también soñar, porque el sino del español es mantener a miles de representantes, organismos duplicados, miles de edificios públicos y cientos de miles de funcionarios de los que se podría prescindir integrando verticalmente determinadas competencias. El discurso político de cualquier región se ha contaminado tanto del que han sostenido los nacionalistas que podemos oír determinadas reivindicaciones autonómicas en casi cualquier punto de España.
Si fuéramos una nación sin problemas y a toda máquina, quizás no tendría demasiada importancia, pero no podemos tener un Estado con un montaje tan lujoso y despilfarrador a lomos de ciudadanos empobrecidos y, en muchos casos, en situación precaria. Nuestras administraciones son ricas aunque sean pobres, porque si no tienen se endeudan, y hasta fechas bien recientes, lo han hecho muy indisciplinadamente. Cualquier instrumento que ponga orden y concierto es acertado, dadas las circunstancias.
Lo lamentable es que no sólo los intereses les van a salir gratis. En España es el tráfico lo que está penado, porque el consumo, para estos yonquis de la deuda, no tiene la menor consecuencia, y acaban asaltando farmacias y a cualquiera que tenga que cobrarles una factura, porque por muy alta que sea la dosis de deuda, el mono de gasto es aún mayor.