Prueba de estrés es la expresión correcta. Este fin de semana (el domingo para ser exactos), el Banco Central Europeo publicará los resultados de su auditoría del sistema bancario europeo. Al final, los mercados acabarán tan estresados como los bancos en escrutinio. El BCE podría suspender por lo menos a dos de las entidades financieras que ha analizado. De lo contrario, las pruebas no tendrían sentido. El problema es que si se obliga a esos bancos a recaudar más capital para seguir en los negocios, habrá poca demanda para sus acciones.
En realidad, nadie en su sano juicio querrá invertir en un banco de la eurozona ahora. La crisis de la región se convierte en depresión e incluso Alemania está en apuros. La deflación es inminente, el paro sigue en aumento y los bancos se enfrentan a las mismas presiones de las nuevas tecnologías que en cualquier otro sitio. En consecuencia, los bancos suspendidos no podrán recaudar capital y tendrán que acudir a los gobiernos. Es casi imposible no llegar a la conclusión de que el BCE ha elegido el mediodía del domingo para publicar los resultados porque sabe que los mercados van a estar cerrados. Se ha pasado buena parte del año estudiando la posición de capital de 130 bancos de la eurozona para evaluar su solvencia y el resultado será más bien sombrío. Al fin y al cabo, está demostrado que muchos bancos de la eurozona presentan una peligrosa falta de capital, lo que explica por qué han dejado de prestar en los dos últimos años. Es cierto que unos cuantos inversores se contentan pensando que el BCE encubrirá los resultados pero es probable que les decepcione. El banco central se responsabiliza de regular esas instituciones y si alguna se hunde, no va a querer que le acusen de haber ocultado sus problemas. El interés principal de cualquier burocracia es cubrirse las espaldas y que no se le culpe de nada, y el BCE sólo lo conseguirá si actúa con dureza en estas pruebas. "Podría surgir un periodo caótico, en cuanto los bancos que carezcan de los requisitos mínimos de capital se pongan a vender títulos, retirar préstamos, amalgamarlos, etc., para venderlos al BCE" sostiene High-Frequency Economics en una nota publicada esta semana. "Sin previo aviso y de sopetón". En su mayoría es cierto. Lo que no sabemos aún es cuánto tendrán que recaudar ni qué bancos se incluirán en la lista, aunque parece seguro que las cantidades que habrá que conseguir serán importantes. La pregunta es de dónde saldrá el dinero. Y la respuesta obvia es de los accionistas. El problema es que no son circunstancias normales y nadie querrá invertir dinero nuevo en un banco de la eurozona.
Fijémonos en el contexto económico. La crisis económica de Europa se convierte en una depresión larga e interminable. La economía de Italia ha vuelto a encoger. La francesa está plana y podría entrar pronto en recesión. Hasta el motor económico alemán, supuestamente poderoso, renquea, las exportaciones empiezan a sufrir presión y no se ven signos de recuperación de la demanda interna. Casi toda Europa se encuentra a un pelo de la deflación pura y dura, mientras que los precios ya caen un año sí y otro también en países como Grecia y España. El paro sigue subiendo sin parar y los gobiernos se ven forzados a recortar el gasto. Una cosa que sabemos seguro es que cuando la economía está en apuros, los bancos no tardan en seguirla. No hay manera de evitar que las deudas malas dejen de subir en todos los grandes países de la eurozona y esas malas deudas acabarán en los bancos que prestaron el dinero. Peor aún, Internet transforma a la banca. Las nuevas formas de préstamos entre iguales irrumpen en el modelo de financiación de empresas tradicional, tanto en Europa como en el resto del mundo. En el Reino Unido y Estados Unidos, los bancos por lo menos tienen el colchón de préstamos antiguos rentables. Los bancos de Europa se enfrentan a todos esos retos, además del aumento de la deuda mala.
¿Adónde irán entonces? Tendrán que acudir a los gobiernos, como lo hicieron la mayoría cuando se hundió el mercado en 2008. No habrá ningún otro sitio más donde ir. Aun así, otra ronda de rescates del gobierno es lo último que cualquier país de la eurozona necesita. Casi todos ya se afanan con unos niveles de deuda demasiado altos y la deflación está a punto de hacer que sus índices de deuda/PIB serán peores. Los bancos se pueden arreglar sólo con la quiebra de los gobiernos que les ayuden. No es una mejora. Las pruebas de estrés están pensadas para apaciguar a los mercados y, en vez de eso, aumentan el nerviosismo de los inversores cuando se hace patente que nadie quiere dar a los bancos más capital y que tendrán que hacerlo los gobiernos.