
La empresa de ingeniería británica Dyson, conocida por poner patas arriba el sector de los electrodomésticos, anunció la semana pasada el próximo lanzamiento de su primer robot aspirador. Según su fundador, James Dyson, será el primer aparato que limpiará correctamente la casa sin que tengamos que levantar un dedo.
Tal vez sea así, en cuyo caso haré un pedido ya. Independientemente de que funcione tan bien como prometen o no, es otro ejemplo de cómo los robots salen de las páginas de ciencia ficción y entran en la vida diaria.
De los electrodomésticos a los coches sin conductor, pasando por la automatización de fábricas y oficinas, la revolución robótica gana terreno sin parar. Como tecnología, la robótica tiene el potencial de llegar mucho más lejos que Internet y acercarse a la escala del ferrocarril, el teléfono o la electricidad (tecnologías que transformaron realmente la economía) por tres motivos: crea productos genuinamente novedosos, promete incrementar drásticamente la productividad y creará industrias paralelas. Internet no hace nada de eso, o por lo menos no muy bien. La robótica sí.
Nos dicen constantemente que Internet es la tecnología transformadora de nuestra época pero, en realidad, aunque la Red es sin duda importante, hay razones de peso para pensar que nos ha supuesto unas mejoras apenas marginales en nuestra vida diaria y ha cambiado modestamente la forma en que la economía funciona. No ha tenido el mismo impacto que el ferrocarril, el teléfono o la electricidad.
Piense en los usos
¿Sigue sin estar convencido? Piense en el uso real de la Red. ¿El correo electrónico? Desde luego, es muy útil y pocos querríamos estar sin él pero el teléfono permitió la comunicación instantánea y eso sí que era algo nuevo. El correo electrónico no hace casi nada que el teléfono y más aún el fax no hicieran ya. ¿Comprar por Internet? Por supuesto es fantástico y yo lo hago todo el tiempo como todo el mundo, pero básicamente se reduce a un catálogo de ventas por correo turboalimentado. ¿Los nuevos medios? Aquí también descubrimos lo que ocurre en el mundo desde una tableta o teléfono inteligente en vez de un periódico y descargamos música en el mismo dispositivo en lugar de ir a la tienda de discos pero, de nuevo, es sólo un cambio en la distribución.
Seguimos leyendo y escuchando prácticamente lo mismo. Aparte de la capacidad de hackear los selfies desnudos de otras personas y difundirlos globalmente (una ventaja cuestionable), Internet no nos permite hacer casi nada que no pudiéramos hacer antes. Ese podría ser el motivo por el que, pese a la llamada "revolución tecnológica", el crecimiento global se ha ralentizado desde que la web se ha hecho predominante, en vez de acelerarlo como ocurrió en los primeros días de intensa innovación. La robótica, al contrario, promete ser totalmente distinta. Veamos el porqué.
La revolución de la robótica
En primer lugar, crea productos genuinamente nuevos. Mientras que el correo electrónico es una mejora modesta del teléfono y el servicio postal, el tren no tenía nada que ver con el coche de caballos y una nevera no es lo mismo que una despensa. Se trató de artilugios realmente útiles, que no se habían visto antes.
Un aspirador robot, si funciona, será una revolución auténtica. Al igual que un cortacésped robotizado para cuidar el jardín o un coche sin conductor que nos lleve de un sitio a otro. No son mejoras marginales de un producto existente. Son tan radicales que cuentan como una clase totalmente nueva de producto, del mismo modo que el aspirador difería tanto de la escoba y el recogedor que no eran comparables.
En segundo lugar, transforman la productividad. Un dato curioso es que desde que despegó la industria informática, el crecimiento de la productividad se ha estancado y en algunos casos incluso bajado. Es porque muchas de sus innovaciones han sido bastante marginales. O porque tienden a abarrotarnos la vida en vez de facilitarla. Es difícil trabajar mientras gestionamos el correo electrónico, actualizamos nuestras publicaciones en los medios sociales y nos ponemos al día en el último cotilleo curioso pero irrelevante en Twitter.
Los robots , sin embargo, pueden transformar la productividad. La mujer trabajadora tendrá la vida más fácil si puede volver a una casa recogida y no tiene que perder el tiempo quejándose porque su marido no ha vaciado el lavavajillas. Alguien lo hará por ellos (y, como sabemos por la experiencia de los años sesenta y setenta, cuantas más mujeres trabajen, más podrán crecer las economías). Los padres tampoco tendrán que ser taxistas de sus hijos porque el coche sin conductor lo hará por ellos.
Las empresas no necesitarán transportistas ni limpiadores de oficina. Lo harán los robots , que serán más rentables, y las personas que pierdan esos trabajos tendrán otros más cualificados y productivos. Es cierto que el proceso llevará un tiempo pero todos los herreros se recolocaron después de que el automóvil les dejara en la calle, y lo mismo ocurrirá con la gente que sea sustituida por robots .
Por último, creará industrias totalmente nuevas. Los trenes transformaron por completo la economía victoriana e hicieron posible la fabricación en serie por primera vez. Los coches crearon suburbios gracias a la movilidad. El cine y la televisión crearon nuevas formas de entretenimiento, y la refrigeración cambió nuestra forma de comprar y comer. Con la posible excepción de los medios sociales, la web no ha creado nuevas industrias sino que ha modificado las actuales.
Los robots serán distintos. Lógicamente, no sabemos exactamente qué nuevas industrias se crearán (eso lo decidirán los emprendedores) pero el coche sin chófer -gracias a su capacidad para transformar la movilidad- o el electrodoméstico robotizado tienen el mismo potencial para crear industrias nuevas que la electricidad en los años veinte y treinta.
Se ha debatido mucho el porqué se ha ralentizado el crecimiento en la última década y los salarios reales se han congelado para todos salvo para el 1 por ciento con los salarios más altos. Podría ser que los bancos centrales se han entrometido mucho, la deuda ha crecido en exceso o ha aumentado la desigualdad pero una de las explicaciones más convincentes es que el ritmo de la innovación se ha reducido. Los robots podrían estar a punto de arreglarlo (de paso que llevan a los niños al colegio y recogen la casa).
Matthew Lynn. Director ejecutivo de Strategy Economics.