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La crisis de los emergentes no importa

  • Los emergentes son grandes exportadores, pero pocos son grandes importadores

China se hunde en una crisis financiera que podría terminar en su propia versión de la crisis de los créditos. En Bangkok y Kiev se libran batallas callejeras contra unos regímenes autoritarios que se tambalean. Turquía está en caída libre y tal vez no pueda financiar su déficit de cuenta corriente. Argentina atraviesa otra crisis monetaria más. En los mercados emergentes no faltan los dramas ni los motivos para que cunda el pánico.

Pero ¿y si una crisis de los mercados emergentes no importase tanto como creen los inversores? Hay tres motivos para pensar así. Primero, aunque casi todos son grandes exportadores, pocos son grandes importadores, salvo de materias primas. Aunque se ralenticen, eso no afectará al mundo desarrollado. Segundo, el hundimiento de las divisas les ayudará a reequilibrar sus economías y exportar más, sin destruirse. En tercer y último lugar, aunque se avecinan tormentas inevitables, casi todos los mercados emergentes siguen creciendo muy deprisa.

Pánico a gran escala

El pánico por los mercados emergentes es tan inevitable como los temporales de nieve en invierno. Los inversores inteligentes se quedarán sentados viéndolos soplar y utilizándolos selectivamente como oportunidad de compra. A finales de 2013 hubo temblores en los mercados emergentes pero al principio de 2014 se ha convertido en pánico a gran escala. Todos los emergentes han caído este año y el impacto se ha sentido en el mundo desarrollado. En general, el índice MSCI de estos países perdió casi el 2% el lunes, aunque ya se encontraba en mínimos de cuatro meses.

La decisión de la Reserva Federal de empezar a reducir la cantidad de dinero que emite a los mercados cada mes fue el desencadenante inmediato de la debacle. Que la flexibilización cuantitativa beneficie mucho a una economía nacional todavía está por ver, pero de lo que no cabe duda es de que bombee los mercados financieros e inunde el mundo de dinero fácil. Gran parte de ese dinero se abrió camino hacia los mercados emergentes, normalmente en busca de un rendimiento más alto de lo que se podía encontrar en casa. Ahora que se cierra el grifo, no sorprende que los índices que subieron gracias a la inversión extranjera empiecen a bajar, aunque nada de eso implica que se haya hecho daño a largo plazo por las siguientes razones.

Primero, incluso si hay una crisis de los mercados emergentes, no afectará demasiado a EEUU ni a Europa. Ellos nos exportan cosas, no al revés. Pensemos en China, por ejemplo, el mayor de los mercados emergentes con diferencia, un país que se ha convertido en actor fundamental de la economía global. Sólo el 0,7% del PIB británico son ventas a China. Para ser justos, a los británicos no se les da muy bien ese mercado. A la mayoría de las economías desarrolladas tampoco les afecta mucho. Sólo el 0,9% del PIB estadounidense lo generan las ventas a China, e incluso en Japón la cifra apenas llega al 2,4%. La economía global no sentirá tanto el impacto de la desaceleración china como se teme la gente.

Segundo, los colapsos monetarios son parte de la solución, no un problema en sí mismos. Turquía, por ejemplo, es uno de los mercados emergentes de mayor éxito en las últimas décadas, con un índice rápido de crecimiento. Sin embargo, con el flujo entrante de dinero extranjero, se ha abierto un gran déficit comercial que será difícil financiar con la moneda en caída libre.

El caso de Sudáfrica es parecido, aunque con un crecimiento menos rápido. Conviene recordar que cuando hay déficit comercial, la devaluación monetaria es la solución más simple. Cuando las monedas de países como Turquía, Sudáfrica o Argentina se hunden, las exportaciones deben aumentar porque eso refuerza a la economía a medio plazo, en vez de debilitarla.

El crecimiento se acelera

Por último, el crecimiento en los mercados emergentes no se ralentiza sino que está acelerando. Hace una semana, el FMI predijo que los mercados emergentes crecerán un 5,1% este año, frente al 4,7% en 2013. ¿Demasiado optimismo? Para nada. La Eurozona se ha estabilizado, al menos por ahora, y eso ayudará a Europa del Este, Rusia y Turquía. EEUU crece más deprisa y eso ayudará a Sudamérica. Mientras China siga encarrilada, continuará levantando a toda Asia.

Es cierto que el pánico en los mercados emergentes podría golpear al sector financiero. A medida que los países se industrializan, siempre habrá tambaleos por el camino pero si la debilidad persiste surgirán oportunidades de compra y los inversores inteligentes las aprovecharán.

Matthew Lynn, director ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.

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