
La sanidad de Madrid y Asturias, movilizada en contra de la privatización. Importante este matiz, porque generaliza el problema al modelo y la gestión de los dos principales partidos mayoritarios españoles sobre el asunto. La crisis económica, los recortes, la necesidad de adelgazar cuentas públicas están poniendo todos los logros conseguidos bajo revisión.
Al hablar de sanidad, un derecho inquebrantable de las personas y recogido en nuestra Constitución y en la de todos los países, conviene tener en cuenta aspectos como: equidad, universalidad y calidad. Hasta el momento y en cuestión de calidad, nuestra seguridad social está entre los países de mejor nota. Una y otra vez se destacan por medios internacionales y agencias oficiales sus bondades; es evidente que hay factores que mejorar, pero podemos sentirnos satisfechos.
España aparece como modelo en algunos aspectos: donación y trasplante de órganos. En Madrid, con un documento aportado por el Gobierno -como mínimo escaso en cuento a contenido y datos de análisis- plantea la privatización. En el caso del hospital de La Princesa se nos dice que el asunto está solucionado; sin embargo, los profesionales de la sanidad comentan que no hay nada por escrito ni firmado.
Asturias sufre algo muy parecido: no quiere en ningún momento olvidar su situación, el paso de Madrid podría eclipsarles. Los responsables políticos nos hablan de ineficacia o fracaso de la gestión. Ahora bien, teniendo en cuenta que esto es su responsabilidad, nos descubren su propia ineficiencia. Parece que nuestros responsables son incapaces de gestionar asuntos de primera necesidad e interés para los ciudadanos.
Me preguntan mi visión económica, pero me surgen dudas: ¿es la sanidad, el modelo, un problema económico? Es claro que la sanidad tiene un coste que soportan trabajadores y ciudadanos. Más preguntas: ¿es cuantificable la salud? ¿Un sistema privado garantizaría la equidad, la universalidad, la calidad? ¿Podrían surgir pacientes vips o privilegiados? ¿Dependerá el servicio recibido de lo pagado? ¿Qué ocurrirá con ancianos, enfermos crónicos, pacientes con dolencias "raras"?
Son principios sociales
Cuanto más pienso en ello, más me acerco a la conclusión de que la sanidad no es un asunto económico; son principios sociales, equidad, sociedad avanzada, si lo prefieren: solidaridad. Pienso en estudios y observaciones de entidades como Cáritas, Unicef, Cruz Roja, que denuncian la dureza de la crisis en las clases bajas, la erosión en la clase media. ¿Cuál sería el impacto en materia sanitaria actualmente? Parecerá exagerado, pero de forma recurrente se me viene a la cabeza la situación de los desahucios, el dilema de los morosos de buena fe. ¿Se nos garantizaría que uno de estos morosos en materia sanitaria tendría la misma calidad en la prestación de los servicios y necesidades para su salud? ¿Se mantendría la equidad y universalidad actual?
Me preocupa la opinión prácticamente generalizada de los principales protagonistas: médicos, enfermeras, personal técnico. Alguien me objetará que están luchando por su salario, pero es demasiado fácil esta contestación. Por cierto, parece mentira que últimamente asociaciones de profesionales claves en el funcionamiento de una sociedad avanzada, por ejemplo los jueces, se sitúen unánimemente en contra de las reformas políticas propuestas.
Cuanto más profundizo más convencido estoy de que no es una cuestión económica, sino una cuestión social, moral. Nuestros dirigentes tienen la obligación de auditar los centros, detectar aquéllos en los que es claramente mejorable la gestión, apartar a los gestores ineficientes, controlar y acreditar la eficiencia de las unidades de asistencia. No puede ser que, por rebajar el coste, un médico no sepa en una intervención si esta vez tendrá suerte y no se le romperá el guante antes de que termine de ponérselo.
En el foro Inverco de fondos de pensiones daban el siguiente dato: los nacidos en este siglo pueden ampliar su esperanza de vida hasta 100 años. Los médicos nos dicen que enfermedades como el Alzhéimer están ligadas a la longevidad; ante esta situación, otra pregunta: ¿una sanidad privada garantiza acometer con eficiencia los retos a los que nos enfrentamos? Déjenme, para terminar, que apunte otra cuestión ante los desafíos venideros. Creo que es necesario también hablar de investigación, de universidades, de los profesionales que trabajan en sus laboratorios. Recorten en otras áreas -que se puede, y se debe-; mejoren, refuercen y hagan eficiente, económicamente, la sanidad.
Miguel Ángel Bernal Alonso, coordinador del programa de renta fija del IEB.