
Aunque hay ya cientos en todo el mundo, en la capital china de la innovación están los más dinámicos y posiblemente los más conocidos: los makerspaces, los templos del emprendimiento y la creatividad tecnológica que han llevado a Shenzhen a la primera línea de la moderna economía del conocimiento.
Estos espacios unen apoyo y asesoría de alta tecnología, conexiones con industrias y proveedores, acceso a capital riesgo, respaldo legal o distribuidores, talleres para construir prototipos e incluso programas de mentores o foros en los que los propios creadores discuten ideas o se apoyan entre sí.
Allí, en persona o desde muy lejos a través de internet, jóvenes (y no tan jóvenes) con ideas originales o revolucionarias intentan dar forma a sus proyectos para nuevos productos relacionados con la tecnología, su producción y su salida a los mercados de todo el mundo.
"Ofrecemos espacios y apoyo para que los creadores conviertan sus ideas en productos o servicios", explica a un grupo de periodistas Violet Su, "community manager" de Seeed, uno de los "makerspaces" más conocidos de la ciudad y cuyo nombre no es casual, pues suena igual que la pronunciación de "semilla" en inglés.
Mayor que Silicon Valley
Seeed es solo una de las muchas entidades de este tipo que han surgido en la ciudad dentro de una fiebre que está atrayendo a "makers" (creadores) de todo el mundo. "Shenzhen es el mayor espacio mundial de 'makerspaces'", más aún que San Francisco y toda la vecina zona tecnológica de Silicon Valley, presume con orgullo Su, quien explica que tecnológicas o "techies" de todo el mundo se han asentado en esta ciudad para participar en esta vibrante cultura del desarrollo y la creación tecnológicas.
Esta ciudad alberga posiblemente el mayor ejemplo de la llamada "cultura maker", formada por expertos en tecnología que combinan el software libre con bricolaje tradicional y materiales reciclados para dar rienda suelta a su imaginación ante la enorme demanda global acogida de nuevos dispositivos o simplemente "gadgets" llamativos.
En esta subcultura han surgido ya fenómenos globales, como Naomi Wu, una "maker" de Shenzhen quien con el nombre de guerra SexyCyborg combina la tecnología y el feminismo para intentar atraer más chicas a este peculiar universo.
En el caso de Shenzhen la ventaja es muy clara: está en la provincia de Cantón, el principal polo industrial de China, con miles de fábricas de electrónica, "gadgets", confección, calzado o juguetes, pero también de todo tipo de componentes.
Además, Shenzhen es también cuna de algunas de las principales empresas chinas de tecnología líderes a nivel global, como Huawei (telecomunicaciones), Tencent (internet), BYD (baterías y vehículos eléctricos), DJI (drones) o ZTE (telefonía móvil).
Igual que otros "makerspaces", Seeed no solo tiene salas de trabajo con ordenador o de reuniones, sino también un taller con máquinas como cortadores láser, sierras, tornos o impresoras 3D con las que se pueden crear prototipos para mostrar a potenciales inversores, fabricantes o proveedores de componentes.
Así, un grupo de estudiantes suecos creó en 2013 con ayuda de esta empresa el primer minidron, llamado "Crazyflie", un pequeño artilugio que apenas pesa 27 gramos y para el que se siguen desarrollando aplicaciones, algunas lúdicas y otras más serias.
Apoyo en la visión del proyecto
Otro ejemplo es el RF Explorer, el primer analizador portátil del espectro de radiofrecuencias, creado por el ingeniero español Ariel Rocholl. "El aparato se desarrolló entre 2009-10, y hasta 2015 no nos conocimos en persona", explica Violet Su. Rocholl explica a Efe desde España que hubo "una clave fundamental" que fue "documentar extensamente" la idea, para que el los miembros del equipo de Seeed "se hicieran una idea muy clara del objetivo y los problemas a los que nos enfrentaríamos".
También destaca la "gran visión" de Seeed, pues RF Explorer usa tecnologías que ellos desconocían. Y es que esta familia de dispositivos tiene multitud de usos en telecomunicaciones, seguridad o uso profesional de drones.
Los creadores pueden llevar sus ideas en persona o presentarlas por correo electrónico o vídeoconferencia. El "espacio" les apoya en todo lo necesario para hacer realidad su idea.
"La idea es pasar de la idea a su materialización física en unos pocos días o semanas", recalca Su, quien muestra orgullosa unos estantes con algunos de los productos que han ayudado a crear junto a prototipos en período de gestación.
Pueblo de pescadores con apenas 30.000 habitantes en 1980, Shenzhen pasó a la vanguardia de las reformas económicas chinas cuando fue declarada la primera zona económica especial (ZEE) para promover los intercambios con la vecina Hong Kong. Desde entonces, Shenzhen no ha dejado de crecer, tanto en tamaño (ahora tiene 12,5 millones de habitantes) como en la calidad de su desarrollo, y prácticamente todo se debe a la tecnología y al dinamismo.