Empresas y finanzas

Telefónica enfría la euforia del 5G para evitar otra ruina como la del UMTS

  • Los accionistas aprueban el plan de incentivos para directivos
  • Pide confianza en la acción pese a la penalización del sector

José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, ha enfriado la euforia que en los próximos meses amenaza con contagiar a España con motivo de las subastas del 5G y el inmediato despliegue de las nuevas frecuencias de la super banda ancha móvil. Ante las preguntas de los accionistas que acudieron a la Junta General Ordinaria de la compañía, el primer ejecutivo de la teleco abogó por "acompasar los tiempos de la subasta a la disponibilidad de la tecnología, de los casos de uso y de los terminales que permitan su comercialización".

Esta cautela de Telefónica ante la nueva tecnología pretende evitar el apresuramiento colectivo del sector y repetir el fiasco empresarial que lastró a las compañías europeas por culpa de las amortizaciones de la licitación del 3G hace más de 15 años. Solo Telefónica tuvo que provisionar más de 5.000 millones en 2003 por las depreciaciones de unas licencias en Alemania, Italia, Suiza y Austria, valoradas inicialmente en 6.000 millones de euros.

"Tenemos muy presente lo que ocurrió con las licencias de UMTS y esa es una situación que no debería repetirse. De momento, el foco consiste en seguir evolucionando la red 4G, que tiene mucho que dar y, en paralelo, prepararnos como lo estamos haciendo para liderar el camino al 5G", dijo Álvarez-Pallete a los accionistas. Por todo ello, el directivo incidió en que la disponibilidad tecnológica condiciona un despliegue comercial del 5G que estimamos a partir de 2020".

Álvarez-Pallete también pidió a la Junta de Accionistas que tenga confianza en el "valor intrínseco de la compañía", tras mostrarse convencido de que se revertirá la situación más allá de las actuales coyunturas bursátiles.

"El sector merece respeto"

El primer ejecutivo de Telefónica explicó los tres factores que están penalizando la recuperación de la acción: el mal comportamiento del sector, la fluctuación de las divisas y el impacto negativo de la regulación. De esta forma, Álvarez-Pallete denunció implícitamente las normativas, "que siguen drenando crecimiento de un sector que merece respeto, ya que es vital para la digitalización de la economía y el progreso de la sociedad, que realiza enormes inversiones y genera millones de empleos".

En su discurso, el presidente de Telefónica recuerda que su grupo fue pionero en la transformación digital, al tiempo que preveía hace años el impacto en los niveles de deuda y cotización de la acción que supondría la "construcción de una red costosa", esfuerzo que permitiría a Telefónica "liderar el futuro del sector". En su opinión, resultaba "preciso invertir y también transformar la oferta para transitar del mundo de la voz a los datos".

La agonía del negocio de voz

La realidad del mercado ha venido a dar la razón a esta estrategia ya que, "por primera vez en la historia de Telefónica, la voz ya representa menos de la mitad de los ingresos", con un crecimiento "imparable" procedente de los "datos, la conectividad de última generación y los servicios de valor añadido". Por todo lo anterior, y una vez que asume que el producto estrella del operador -las llamadas de voz- se encuentra en un estado agonizante, Álvarez-Pallete asegura que "Telefónica ha encontrado su rumbo": el de una compañía tecnológica, tras reseñar que su grupo "lleva más de tres años creciendo de forma orgánica en las principales magnitudes".

"Supimos ver que por encima de la conectividad venía una ola de servicios digitales y nos preparamos para capturarla", apuntó. Esta estrategia justifica que en el último quinquenio el grupo haya invertido más de 45.000 millones, "posiblemente el más alto de nuestra historia, a una media de 9.000 millones de euros al año, y seguimos invirtiendo a un ritmo del 15-17 por ciento de nuestros ingresos anuales", dijo.

Álvarez-Pallete dejó claro que la conectividad y la gestión de los datos representan "el vértice y motor de la disrupción tecnológica, económica y digital". A modo de ejemplo, y con el objetivo de reflejar el alcance y velocidad del cambio, el presidente de Telefónica explicó que "si el automóvil hubiera avanzado a la par que los microchips, un coche de hoy comparado con uno de 1971 debería recorrer en dos horas un millón de kilómetros con un litro de gasolina y costar tres céntimos".

Respecto a los desafíos a los que se enfrenta Telefónica, el presidente del grupo enumeró tres grandes exigencias "para transformar aún más la oferta, las plataformas y la propia cultura de trabajo", según apuntó en una junta cuyas primeras palabras recordaron a los cuatro empleados de la filial de Guatemala que el pasado año perdieron la vida violentamente en aquel país.

Decisiones de la junta

La Junta de Accionistas aprobó todos los puntos de la orden del día, incluida las cuentas del grupo de 2017 y un plan plurianual de incentivos en acciones para 1.050 directivos, de cinco años de duración, con importe máximo de 250 millones de euros: el primero, a contar desde el 1 de enero de 2018, el segundo se iniciará el 1 de enero de 2019 y el tercero el 1 de enero de 2020.

La junta también aprobó el plan de compra incentivada de acciones de Telefónica para los empleados del grupo, que no superará los 30 millones de euros. Además confirmó los nombramientos y renovaciones en el consejo de administración, como la abogada María Luisa García Blanco en calidad de consejera independiente, en sustitución de Eva Castillo, junto con la reelección por cuatro años más de los consejeros independientes Luiz Fernando Furlán y Francisco Javier de Paz Mancho y del consejero dominical José María Abril, así como la ratificación del consejero ejecutivo Ángel Vilá y del consejero dominical Jordi Gual Solé.

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