
La crisis económica ha servido para que España inicie el cambio de modelo productivo. En los últimos diez años nuestro país ha reducido el peso de la construcción en el PIB y ha dado un giro hacia un patrón de crecimiento más sostenible, con una mayor internacionalización de sus empresas, récord de exportaciones y con una reducción significativa del nivel de deuda de las compañías. Pese a todo, seguimos pinchando en dos aspectos que hacen preguntarse hasta qué punto ese cambio de modelo es real: la productividad apenas mejora y, como ya sucedió en la salida de crisis anteriores, la inmensa mayoría del empleo que se crea es temporal.
La transformación más grande que España experimenta a raíz de la crisis es la pérdida de peso del ladrillo en la economía. José García Montalvo, catedrático de Economía de la Universidad Pompeu i Fabra explica que entre 2008 y 2015 el sector retrocede 10 puntos porcentuales. En ese mismo periodo ganan peso actividades como las industrias extractivas, manufactureras y el suministro de energía (2,5 puntos); el comercio, hostelería y transporte (que mejoran 1,6 puntos); las actividades profesionales y científicas (1,3 puntos), así como Administración pública y defensa, educación o actividades sanitarias, que aumentan 2,4 puntos su peso en el PIB.
El otro cambio importante viene dado por el sector exterior, puesto que como recuerda Javier Santacruz, economista investigador de la Universidad de Essex, las exportaciones están actualmente en niveles récord en relación al PIB, al haber alcanzado el 34%.
"Nuestro crecimiento ahora es más sano y robusto. No es que haya habido un cambio de modelo productivo, sino que lo que ha habido es una ganancia de competitividad", asegura Almudena Semur, coordinadora del Servicio de Estudios del IEE.
El patrón de crecimiento también es más sostenible económicamente en opinión de Raymond Torres. El director de Coyuntura y Estadística de Funcas incide en que muchas empresas se han internacionalizado y ya no dependen tanto del mercado nacional. "El número de empresas exportadoras es más elevado y la gama de productos que venden en el extranjero se ha diversificado", explica. El ejemplo está en la exportación de servicios no-turísticos (como de consultoría y nuevas tecnologías) y en la de bienes de equipo (material ferroviario y aviación), que han crecido con intensidad.
Si acudimos a los datos del Icex, el número de empresas que son exportadores regulares aumenta sostenidamente en el último lustro. En ese periodo repuntaron un 30% al pasar de las 38.373 existentes en 2012 a las 49.792 del año pasado. En ese espacio de tiempo su facturación sube un 23% hasta los 240.104 millones.
Semur alude a los datos de Contabilidad Nacional del primer trimestre, que revelan cómo las exportaciones crecen de manera vigorosa, sobre todo las de bienes, con un alza del 4,6% intertrimestral, superior al avance del comercio internacional. Las importaciones totales aumentan a un ritmo inferior, lo que implica la aportación positiva del sector exterior al crecimiento económico.
Ésta es "una de las características más importantes de la recuperación de la economía española, y a su vez representa un cambio de gran trascendencia respecto al patrón de crecimiento característico de la anterior fase expansiva", añade Semur. Para Raymond Torres otro punto positivo es que el crecimiento se sustenta en la evolución de las rentas, y no en una burbuja de crédito. "El endeudamiento de las empresas ha caído a niveles que se consideran sostenibles. La deuda de los hogares también se ha reducido, aunque menos", añade.
Grandes cuentas pendientes
Sin embargo no todo es oro en el modo en que España está saliendo de la crisis. El profesor García-Montalvo apunta a que, si bien tiene lógica que cuando la que la tasa de paro se situaba en el 25% España se centrase en el sector donde tradicionalmente es más competitiva (en el turismo), la estrategia no sería sostenible en el tiempo. El país debería potenciar la investigación, una sociedad más tecnológica y apostar por la robotización, que es a donde tiende el resto del mundo.
Por su parte, el director de Coyuntura de Funcas pone el foco en que, pese a que se crea mucho empleo, su grado de temporalidad es muy elevado y esto genera desigualdades. "La productividad presenta un crecimiento limitado, consecuencia de la temporalidad en el empleo, de las deficiencias del sistema educativo y de formación, y de las condiciones de competencia en algunos sectores, como el de la electricidad, o los de las profesiones reguladas por los colegios", sentencia.
Al igual que García Montalvo, Torres cree que en muchas empresas, las prácticas de gestión no se han adaptado a la economía digital, que requiere de mayor delegación de responsabilidades, una jerarquía aligerada y estructuras organizativas proclives a la innovación.
Mientras, Santacruz pone sobre la mesa el hecho de que los grandes creadores de empleo siguen siendo las grandes empresas, la mayor parte con su negocio fuera de España. Recuerda, además, que "la productividad sectorial está aumentando precisamente gracias al troceamiento de los empleos", algo que tiene fecha de caducidad.
Sólo hay que pensar que según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social en junio, segundo mes consecutivo en que los contratos alcanzaron un récord -se firmaron más de 2 millones- sólo el 8% de ellos eran indefinidos, es decir, poco más de 166.000.