
Este economista ha gestionado la opa de la familia catalana sobre el 20% de Metrovacesa.
La voz de la familia Sanahuja, que ha mantenido una dura lucha con el presidente de Metrovacesa, Joaquín Rivero, por el control de la inmobiliaria tiene un solo nombre: Jesús García de Ponga. El director general de Cresa Patrimonial fue fichado en enero por la saga catalana para que gestionara la opa que lanzó el 1 de marzo sobre el 20 por ciento de la compañía. Al final, los promotores han logrado el 15,3 por ciento del capital, que si se suma al 24 por ciento que controlaban, se convierten en los principales accionistas a título individual de Metrovacesa.
Cuando este economista fue contratado por los Sanahuja, para la guerra contra el presidente de Metrovacesa y su socio Bautista Soler, contaba ya con muchas tablas dentro del sector inmobiliario. Arthur Andersen fue testigo de los primeros pasos que García de Ponga dio en su carrera profesional. Después de varios años en esta firma, se incorporó al BBVA, que fue el trampolín de su trayectoria, al convertirse en uno de los responsables del negocio inmobiliario de la entidad bancaria.
Este madrileño de 44 años puso en marcha Gesina, la filial de subastas de pisos, y Anida, la inmobiliaria del BBVA. Un periodo que le brindó la oportunidad de demostrar su templanza a la hora de hacer negocios, sobre todo en la Operación Chamartín. Un proyecto urbanístico que él mismo vio nacer y por el que luchó para que saliera adelante. Esfuerzos que quedaron en balde por las disputas entre los tres administraciones implicadas en la operación (Fomento, Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de Madrid).
De un día para otro, el banco decidió designar a este empresario director adjunto y responsable de los negocios en Europa. ¿Era una recompensa por todo el esfuerzo realizado en el sector inmobiliario o una manera de castigarle por no conseguir los objetivos? No se sabe a ciencia cierta cuál fue la causa, aunque se barajan las dos posibilidades. Fue su último destino en el BBVA. La malas lenguas dicen que la entidad financiera le invitó a salir, mientras que el propio García de Ponga asegura que dejó el banco por la oferta que le realizaron los Sanahuja.
Así es como aterrizó cerca de Metrovacesa, una compañía que conocía perfectamente, al igual que a su presidente. Y es que García de Ponga negoció la venta de la participación que tenía el BBVA en Metrovacesa con Joaquín Rivero, que al final compró ese paquete de acciones. Ahora las casualidades de la vida hacen que ambos empresarios vuelvan a verse las caras, aunque en territorios enfrentados. Una situación que no incomoda para nada a este economista, que reconoce mantener una buena relación con el presidente de Metrovacesa, al margen de los negocios.
En los últimos siete meses, García de Ponga, todo un optimista, ha centrado sus esfuerzos en encontrar y mostrar a los Sanahuja las opciones que tenían para ganar la batalla a su rival. Una vez que la saga catalana tomaba la decisión, se encargaba de ejecutarla. De hecho, él mismo reconoce que es un "mandado" de los Sanahuja, una función que habrá reportado a sus bolsillos importantes beneficios.