
Lucara Diamond Corp. ha anunciado el descubrimiento de la piedra de diamante más grande en más de cien años: un monstruo con una calidad de 1.111 quilates y el segundo más grande del planeta, por detrás sólo del diamante Cullinan, fue dividido y acabó engastado en las joyas de la corona Británica.
Su tamaño es un poco más pequeño que el de una pelota de tenis, según confirma la empresa minera con sede en Vancouver (Canadá), y fue desenterrado con medios mecánicos en la mina que opera en el centro de Botswana.
Tal como señala el consejero delegado de la minera, es difícil no asombrarse con "una gema de esta calidad, la mayor en más de 100 años".
Esta mina de Botswana rivaliza desde hace años con otra que Gem Diamonds (empresa británica) tiene en Lesotho, y de hecho es allí donde se encontró la piedra más grande en este siglo, con 603 quilates y bautizada como Lesotho Promise.
Su precio: literalmente incalculable
Si siguen leyendo estos párrafos y todavía no han encontrado la respuesta a su principal pregunta, se van a quedar con las ganas de saber cuándo vale la gema recién descubierta.
Porque, como reconoce un analista de BMO Capital Markets, "es casi imposible estimar el valor de una piedra tan extraordinaria, puesto que depende del color, su claridad y de las características de su pulido y su tallado".
Pero si sirve una comparación como referencia, en la última operación realizada con una gran gema, el vendedor entregó un diamante de 349 quilates a cambio de 20,6 millones de dólares.
Eso son 60.000 dólares por quilate. Extendiendo esta cifra a la gema que se acaba de desenterrar, eso significa que podría cambiarse por 66 millones de dólares, grosso modo.
Sin nombre por el momento, este notable pedrusco palidece sin embargo en comparación con el ya mencionado diamante Cullinan, que apareció en Sudáfrica en 1905: sus 3.106 quilates eran demasiado para llevarse de una sola vez, así que fue cortado en dos 'estrellas', grande y pequeña, y otras 148 piezas más. Todas ellas son propiedad de la Reina de Inglaterra.