En pleno debate parlamentario sobre la reforma de la Ley de Auditoría de Cuentas, el presidente de Mazars -la sexta firma de servicios profesionales por facturación en España-, Antonio Bover, recibe a elEconomista en sus oficinas de Madrid.
Se declara firma defensor de la diversidad -ésto es lo que diferencia su firme de una big four- y se define como un "optimista existencial" y, por ello, confía en que la nueva norma mejore y logre ser consensuada por el sector. Entre otros objetivos, Bover es partidario de aumentar los tiempos de la coauditoría para lograr abrir el mercado.
¿Cuál es su opinión sobre el proyecto de Ley de Auditoría?
Yo soy optimista por naturaleza y eso quiere decir que me creo lo que dijo la presidenta del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC) sobre que el proyecto está abierto a modificarse durante el periodo parlamentario. Es cierto que es llamativo el hecho de que el Ejecutivo llevara a las Cortes un proyecto que no tuviera en cuenta el informe del Consejo de Estado en su totalidad, ya que éste recogía las inquietudes del sector, pero me parece que debemos relajar el ambiente y confiar en que mejore.
El gran número de Entidades de Interés Público (EIP) que recoge el proyecto ha sido muy criticado...
Es una de las cosas que esperamos que se corrija. Ahora han quitado los límites y esto no tiene sentido. No es normal que un país como España tenga 11 veces más que otro como Alemania. Hay veces que piensas que el legislador está pensando en un tipo concreto de sociedad...
El sistema de independencia ha sido muy criticado tanto por el sector como por el Informe del Consejo de Estado, que lo calificaba de "farragoso". ¿Qué opina al respecto?
Tal y como está configurado ahora mismo, es casi la prueba diabólica de que no vas a poder cumplir a rajatabla el sistema de amenazas y salvaguardas. Algún escándalo ha perjudicado al sector y por esto se cae en la tentación de hacer los listados de prohibiciones súper exhaustivos.
Se declara un firme defensor de la coauditoría, ¿por qué?
La auditoría conjunta no estaba en ninguno de los anteproyectos del Gobierno, hasta el último momento que la introdujeron. Ahora se están dando cuenta de la necesidad de abrir el sector. Sin embargo, pese a que introducen un factor de apertura, no lo hacen con el suficiente empeño para que sea efectivo. La reglamentación europea plantea incrementar los diez años de rotación con otros diez más en caso de licitación y otros cuatro en coauditoría. ¿Por qué si un grupo de sabios en Europa planteó esta opción, nosotros no? No va a ser fácil el cambio, pero no pongamos cortaprisas, porque no conviene a nadie el oligopolio que hay ahora.
Sin embargo, en Francia se lleva aplicando años y, en el caso del CAC40, sólo ha entrado Mazars... ¿Realmente es eficaz?
En Francia sí se ha abierto un mercado a las auditoras, no sólo están las big four y Mazars, sino que hay otras tres o cuatro importantes. Lo que sucede es que, con el paso del tiempo, las cuatro grandes fueron integrando a otras. Lo que stá claro es que la coauditoría permite la entrada de nuevos actores. Es importante la teoría de los cuatro ojos ya que hay auditores que se enfrentan a determinadas presiones de las auditadas... El problema es que los cuatro años que fija el proyecto no son suficientes para hacer cultura.
¿Y qué pasa en cuanto al coste?
Si hubiera algún coste adicional, se compensaría con los 14 años de continuidad sin tener que tener que pagar los honorarios de toma de posición de los auditores entrantes. Antes de la crisis, en la teoría se hablaba de que un coste del 2 y 5 por ciento. Pero ahora, en el caso de España (donde han habido rebajas de dos dígitos), no es significativo.
¿Y en cuanto a las sanciones?
Todas las firmas tendrán que hacer una inversión en controles de calidad, de riesgo... Si para los medianos ya supone una inversión importante, para los pequeños es espectacular. Puede conllevar una mayor concentración del sector, que en algunos casos es saludable.
