
CaixaBank, con la oferta para hacerse con el control del portugués BPI, se sitúa en mejor posición para pugnar por Novo Banco, la parte saneada del antiguo Banco Espirito Santo. De culminar con éxito ambas operaciones, sería una muy buena manera de acelerar la estrategia de diversificación internacional que el presidente de la entidad catalana, Isidre Fainé, persigue desde hace años.
BPI fue en su día una de las primeras entidades en mostrar su interés por Novo Banco ante el Fondo de Resolución. Una de sus bazas, aparte de la mejora de sus propias cuentas y la devolución de las ayudas en forma de coco's que le fueron otorgadas en la crisis, era contar como principal socio con el banco que preside Isidro Fainé. Pero una cosa es que CaixaBank posea el 44% del capital y sólo el 20% de los derechos de voto, y otra muy distinta controlar la mayoría del capital, mandar en el consejo y poder implementar la estrategia que considere óptima para provocar mayores sinergias y aumentar su rentabilidad.
En este camino, el de convertirse en líder en Portugal con la adjudicación de Novo Banco, CaixaBank se encontrara como mayor adversario con otro banco español: el Santander. Entre los objetivos del grupo que preside Ana Botín está el de crecer en el país vecino, hasta duplicar la cuota de negocio, y nunca ha disimulado su intención de pujar por el heredero del antiguo BES.
Presente desde hace décadas en el mercado portugués, el Santander Totta es el quinto banco por activos del país, con unos 41.500 millones, a sólo unos 1.000 millones del cuarto, que no es otro que BPI. Tampoco hay mucha diferencia entre ellos en otros aspectos de tamaño: el número de empleados se acerca a los 6.000 en ambos casos y cuentan con un número de oficinas y de cajeros automáticos similares.
Por su parte, Novo Banco ocupa el tercer lugar en el ranking por activos, con unos 72.000 millones en su balance, por detrás de Caixa Geral de Depósitos, el único banco que supera los 100.000 millones en Portugal, y Banco Comercial Portugués (BCP), que tiene a otro español en su accionariado, al Sabadell.
Ya sea BPI o el Santander, el favorito hasta ahora, el que consiga hacerse con Novo Banco, el ganador no sólo se convertirá en el banco más grande, sino que encabezará todos los ranking por cuota de negocio.
El duelo entre CaixaBank, el mayor banco en el mercado doméstico español, y el Santander, el más global de nuestras entidades, no sólo se desarrolla en Portugal. Ha sido en Cataluña, donde CaixaBank concentra el 25 por ciento de su negocio, donde Botín ha puesto en marcha su iniciativa comercial más llamativa y, a la vez, la más criticada por su competencia. Hay que recordar que el Santander lanzó a finales de noviembre la 'Cuenta Superrendibilitat'.
El banco, sólo en Cataluña, ofrece una rentabilidad de hasta el 1,76 por ciento para el dinero nuevo en las cuentas corrientes. Una agresiva política comercial que busca ganar cuota de negocio en una comunidad en la que su peso es menor que la media que por su tamaño considera aceptable tener en España. Aunque el dardo para captar clientes iba más dirigido a BBVA, aprovechando que aún no ha materializado la compra de CatalunyaBanc, la política del Santander pone a prueba las del resto de sus competidores.
Apuesta por el país vecino
Ahora bien, si es el Santander u otra entidad financiera la que finalmente se lleva Novo Banco, la operación de CaixaBank en Portugal, según defienden desde la entidad, seguirá teniendo sentido. Para empezar, la toma de control del BPI le sitúa como la cuarta entidad portuguesa y le corona como la primera de la península ibérica, un trono del que desbanca al Santander. No es una operación excesivamente gravosa para la entidad.
Si acudiera el 100 por cien del capital que no controla el banco español, el desembolso sería de 1.082 millones de euros, pero es un escenario muy improbable. Con aproximadamente un 27 por ciento de free float, otros grandes accionistas, (Allianz, Santoro y familias fundadoras) controlan en conjunto un 33 por ciento del capital. Una aceptación de la OPA que conlleve que Caixabank alcance alrededor de un 75 por ciento del banco luso, supondría una factura inferior a los 600 millones de euros.
En términos de capital, la entidad está lo suficientemente holgada para soportar un impacto que es limitado. Supondría restar al ratio fully loaded, el que se exigirá cuando esté completamente implantado Basilea III, unos 110 puntos básicos, lo que haría que bajara hasta 10,5 por ciento para volver a niveles del 11 por ciento a final de año, por la generación de recursos.
Según los cálculos de CaixaBank, las sinergias ya se notarán desde 2016 y tendrá un impacto positivo en el beneficio por acción desde el primer año.
En definitiva, CaixaBank quiere que su inversión se alinee con sus derechos políticos y acelerar la rentabilidad del banco portugués en un momento en que el país vecino ha dejado atrás el rescate europeo. Una ventana de oportunidad para poner en valor una presencia en BPI que se remonta a 1995 y que en los últimos años no le había dado retorno.