Empresas y finanzas

El WiFi gratis es un buen negocio... a pesar de Gowex

Ejemplos como los de iPass, Boingo y TowerStream demuestran que el WiFi gratuito puede ser un buen negocio. Basta con jugar limpio.

Una manzana podrida puede echar a perder todo el cesto. Es fácil llegar a esa conclusión cuando saltan escándalos como el protagonizado por Gowex. Su onda expansiva ha provocado decenas de daños colaterales, especialmente en las firmas que cotizan en el Mercado alternativo Bursátil (MAB). Ya se sabe que el miedo y el dinero forman un pareja terrible. Los auditores, analistas y hasta la prensa deben sentirse ruborizados por haber tardado tanto tiempo que conocer las malas artes de la tecnológica española. Los supervisores de los mercados también deberán asumir su respectiva cuota de negligencia. Una vez que se pone el ventilador en marcha, la porquería salpica por todas partes. De esa forma, el tufo de la empresa que comandaba Jenaro García también ha contaminado al resto de las empresas que se dedican al negocio del WiFi gratuito, sin que exista motivo para ello. Boingo, iPass y Towerstream son algunas de las compañías que han resentido su imagen por dedicarse a la misma actividad que Gowex.

Los empleados de Gowex tardarán tiempo en digerir el shock de saberse engañados por su jefe durante los últimos años. Lo mismo sucederá con los 5.000 inversores afectados y con todos los clientes, socios y proveedores que confiaron en una empresa que hasta hace unos días inspiraba entusiasmo y credibilidad. Pero una vez asimilado el golpe, la única reacción posible de la plantilla consiste en defender las cuentas que todavía no han roto los contratos. "Tenemos proyectos en marcha con concesiones por varios años, por lo que nos preocupan los clientes afectados y el perjuicio a nuestra imagen como profesionales y que nos vinculen con unas actuaciones de las que sólo somos una parte afectada más y que rechazamos rotundamente", indicaron los indefensos empleados, un día después de que su consejero delegado reconociera la contabilidad fraudulenta de los últimos años.

Los quioscos de Madrid ya no ofrecen el WiFi gratis que hasta hace una semana funcionaba, con el perjuicio que eso representa para los usuarios. El proyecto de conectividad en el Metro de Madrid se ha abortado de forma inmediata. El ayuntamiento de la capital española se apresuró a cancelar el contrato con la compañía sin pensar en los usuarios que disfrutaban de dichas conexiones con absoluta normalidad. Lo mismo puede suceder en otras grandes ciudades en las que Gowex proporciona acceso a Internet sin pedir dinero a cambio. Así sucede en Niza, Dublín, Nueva York, San Francisco, Bueno Aires, Burdeos, Burgos, Girona, Córcega, Avilés y Orense. Mientras se depuran las responsabilidades con los gestores de la empresa (no solo con el primer ejecutivo sino también con el resto de consejo de dirección) y se controla la actividad, el servicio debería seguir en funcionamiento como si nada hubiera sucedido.

No hace falta ahora recordar que el WiFi gratuito es una de las principales demandas de los turistas, especialmente para los visitantes extranjeros que renuncian a pagar por el roaming internacional. El acceso a Internet ha dejado de ser un capricho para convertirse en una necesidad, al mismo nivel que la luz, el agua, los sanitarios o el aire acondicionado, por ejemplo.

Ofrecer WiFi gratis puede ser negocio sin necesidad de trampas contables. Siempre habrá comercios locales interesados en insertar sus reclamos publicitarios en la pantalla del smartphone cada vez que alguien accede al Wifi callejero, aunque para ello se requiera una fuerza comercial capaz de convencer a los pequeños anunciantes de las bondades del soporte. Es razonable pensar que muchos de los usuarios más asiduos al WiFi acaben pagando por algún servicio Premium, para disfrutar de mejor calidad en la conexión, sin límites de datos y tiempo de uso. De la misma forma, los operadores de red podrían encontrar en las empresas de WiFi callejero un excelente aliado al que acudir en momentos de saturación de las redes celulares. El denominado Internet de las cosas necesita de conexiones a Internet a todas horas y en todas partes, y lo mismo sucede con las ciudades inteligentes, tan de moda últimamente.

Entre los gigantes del negocio del WiFi gratuito sobresale iPass. La compañía estadounidense es la más veterana del sector y también la más relevante del mundo, con presencia en 120 países. Desde pronto, iPass descubrió un filón que luego encontró decenas de pequeños imitadores. Pese a ello, su dominio en los aeropuertos del mundo es absoluto, con una cuota de mercado del 88 por ciento. Su principal activo son los más de 2,7 millones de puntos de acceso, de los que 60.000 están distribuidos por las calles de medio mundo, otros 72.000 hotspot en hoteles y salas de convenciones, así como sistemas de acceso a Internet en 150 aviones.

También es muy relevante la también californiana Boingo, cuyo modelo de negocio es exactamente el mismo que el de Gowex. Con un millón de hotspots repartidos por todo el planeta, sus tres fuentes de ingresos se reducen a la comercialización mayorista de su capacidad de conectividad a los operadores interesados, la comercialización publicitaria en las páginas de acceso y la venta de conectividad WiFi de pago, especialmente diseñado para comercios, con planes de precios mucho más atractivos que los de los operadores tradicionales. Entre los clientes más celebrados de Boingo se encuentra el ejército de los Estados Unidos, para ofrecer acceso a Internet de alta velocidad a los militares allá donde se encuentren.

TowerStream limita sus operaciones al mercado estadounidense, con presencia en Nueva York, Boston, Los Ángeles, Chicago, San Francisco, Miami, Seattle, Dallas, Houston, Filadelfia y Las Vegas.

Los anteriores ejemplos demuestran que el WiFi gratuito puede ser un buen negocio. Basta con jugar limpio. Tampoco es tan complicado.

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