
La recuperación económica se muestra como un complicado engranaje donde cada pieza comienza a rodar a su propia velocidad y, a veces, con amplio decalaje sobre la precedente. Los sistemas de pago comienzan a mejorar. Los terminales en los comercios, conocidos como TPV, han iniciado su despegue. En los primeros tres meses del año estos terminales aumentaron en 13.954 unidades, hasta los 1,33 millones.
El parque de este tipo de herramientas se había resentido con la crisis. Estos lectores para el pago con tarjeta han menguado durante la recesión un 14,21%, es decir, en 221.277 unidades, afectado por la destrucción de empresas.
El uso de la tarjeta para pagar en tiendas y a otros suministradores de servicios había mantenido el tipo -solo se contrajo en el ejercicio 2009, con desplomes del 3,54%. Y es que ha resultado un recurso muy útil para familias, después de consumir buena parte de la hucha atesorada antes de la crisis, y para las empresas, como herramienta para controlar los gastos. En la actualidad se sufraga el 16,8% del consumo con este medio, frente al 13% que suponía antes de la recesión.
Aumenta la retirada en cajeros
Este dato aún no es muy positivo, pero se prevén ciertas mejoras para el futuro más inmediato, ya que otros de los parámetros, la retirada de dinero de los cajeros automáticos creció por primera vez desde 2010 en el primer trimestre de este ejercicio, según los datos del Banco de España. La extracción en los cajeros alcanzó las 209.428 operaciones entre enero y marzo para sacar 24.996,89 millones de euros, lo que implica progresiones del 0,07 y 1,00% respectivamente, de forma interanual. Un año antes se hundían el 6,18 y 3,66%g, en lugar de crecer, coincidiendo con los ajustes presupuestarios en las familias para encarar la cuesta de enero.
Que vuelva a recurrirse al cajero automático es sintomático de cierta recuperación de la confianza para consumir en un contexto donde, a pesar de los datos de creación de empleo, la tasa de parados sigue disparada al 25,1% y los presupuestos familiares han menguado por los masivos recortes salariales empresariales. En los últimos años, el hábito de acudir al terminal para sacar dinero en metálico ha ido perdiendo terreno en favor del pago directo con tarjetas en los comercios.
Pero cuando las dificultades se hacen acuciantes, su uso entra en una dinámica a la baja, sólo rota ahora. Aún así, la crisis deja una costumbre de pagar directamente con el dinero de plástico y visitar menos el cajero, pero extraer un mayor importe cada vez.
Esta optimización del uso, que podría tener mucho que ver con que el inicio del cobro de comisiones bancarias por operación, permitió que en el último trimestre de 2013 el dinero dispuesto subiese ya un 1,74% en términos interanuales -se sacaron 28.015,25 millones-, aunque se recurrió un 2,92% menos al terminal.