
La polémica suscitada por la drástica rebaja que prepara Bruselas para las comisiones soportadas por los comerciantes cada vez que un cliente elige pagar con tarjeta frente al efectivo ha subido varios grados de intensidad. En su reciente paso por el Parlamento Europeo, el Reglamento ha recibido varias enmiendas que disparan aún más si cabe las alarmas entre la banca y asociaciones de consumidores, intensificando la labor de lobby en un último intento por suavizarlo antes de la aprobación final en pocos meses.
Los eurodiputados han avalado la propuesta, clave, de limitar al 0,3% la tasa interbancaria cargada por cada operación abonada con una tarjeta de crédito y al 0,02%, o un máximo de 7 céntimos de euro, si es de la modalidad de débito. Pero plantean reducir a la mitad su plazo de entrada en vigor, extender las nuevas tarifas a las tarjetas comerciales y a esquemas como American Express, Dinners Club o Paypal, donde la marca suministra al tiempo el plástico al cliente y efectúa su procesamiento con el comercio.
La versión original del Reglamento involucraba solo a los sistemas donde el emisor de la tarjeta y el que instala el lector a la tienda pueden ser distintos, que es el grueso de la operativa -la efectuada con plásticos que circulan bajo las marcas Visa o MasterCard-.
Nuevas tasas en 2015
La enmienda de mayor calado es reducir de dos a un año el plazo máximo para aplicar las nuevas comisiones desde la entrada en vigor del Reglamento, algo que se espera a la vuelta del verano. Supondrá una pérdida inmediata de ingresos a los bancos y un ahorro a los comercios que, según asociaciones de consumidores como Adicae, acabará pagando el ciudadano que utilice tarjetas como ha ocurrido en el pasado con experiencias parecidas.
La regulación afecta a la tasa interbancaria que es la repercutida entre el banco emisor de la tarjeta y el dueño del lector instalado en el comercio para repartirse los costes de funcionamiento -conexiones, cámaras de compensación, fraude, etc.- Sin embargo, su efecto es directo a la comisión que luego paga el comercio. Según el Ejecutivo comunitario, opera como suelo en el 70% de dichas tasas, cuya recaudación cifra en "más de 10.000 millones de euros al año" en el conjunto de tiendas de la eurozona.
Con el tijeretazo, Bruselas quiere fijar un único nivel de juego -la tasa oscila entre el 0,19 y 2% en los distintos países-, abaratar los costes para que las tiendas no repudien las tarjetas y extender así su uso para evitar pagos en 'B'.
La tasa interbancaria en España en operaciones a crédito se mueve entre el 0,44 y 1,13%, si bien la cotización media es del 0,69%, superior al 0,66% que se carga a su vez el comercio.
1. El temor de los consumidores:
Si bien la merma de ingresos es clara para la banca, los usuarios están librando una dura batalla en contra del tijeretazo. La Asociación General de Consumidores, Asgeco, Adicae y organizaciones de otros cuatro países piden a las autoridades europeas que "analicen bien todas las posibles consecuencias negativas para los consumidores".
Denuncian que el reglamento no garantiza que las tiendas trasladen el ajuste a rebajas en precios y temen que su alivio sobrecargue la factura del usuario del dinero de plástico. En España, el Gobierno redujo las tasas interbancarias del 2,75 al 0,7% entre 1995 y 2012. El comercio ahorró más de 4.000 millones, y las tarjetas no solo dejaron de ser gratuitas, sino que sus cuotas anuales se han más que duplicado.
2. Las tesis de la banca:
"Los consumidores terminarán pagando más para acceder a sus propios fondo o simplemente recurrirán al efectivo más a menudo. Es ilógico que las transacciones por valor de 50 y 5.000 euros tengan el mismo costo de intercambio", subrayan en Visa Europe. Alertan del riesgo adicional de encarecer las comisiones que en la actualidad soportan algunos sectores, con la inclusión de las tarjetas de empresa y el café para todos con las tasas. "Esta medida se traduciría en un aumento de las cuotas anuales de tarjetas para la pymes (en más del 80%) y una reducción del 40% en su uso", estiman en MasterCard.
La mayor queja de los emisores y la banca es la inexistencia de informes que avalen un cobro abusivo a los comercios como esgrime Bruselas. Se da la paradoja de que la Comisión Europea ha encargado un estudio para ver qué parte de los costes están justificados -por fraude, conexiones telemáticas...-, pero habrá que esperar al verano para conocer el resultado. Cuando llegue quedará poco margen para cambios, ya que el texto debería ir al pleno del Parlamento antes de su disolución para las elecciones de mayo; y solo restaría el trámite de pasar por el Consejo antes de entrar en vigor -al ser Reglamento, se aplica directamente en los Estados-.
3. Fin del monopolio bancario:
A pesar de la polémica e intereses cruzados, la nueva norma traerá claras ventajas más allá de las pecuniarias para los comercios como alentar la competencia al abrir la puerta a nuevos jugadores. Según el director general de Pagantis, Pablo Tur, a las entidades de pago como la que dirige "les cuesta competir" porque las entidades financieras "subvencionan" las tarifas aplicadas al comercio "con las altas comisiones que reciben por las tasas de intercambio de la tarjetas que ellas emiten".
Es decir, la banca tiene el monopolio porque una entidad puede cobrar menos a la tienda de lo pagado a otro banco en tasas de intercambio, repercutiendo esa merma en otros productos o clientes, de forma que la elevada tasa interbancaria actúa de barrera real a la entrada de nuevos jugadores. Pagantis es una herramienta de pago para ecommerce de la española Telecoming Paymen Solution, de las que podría abrirse cambio. Tur está convencido de que las altas comisiones actuales inhiben el comercio online y su futuro ajuste impulsará el consumo virtual "a la altura de otros países como Francia, Alemania o Reino Unidos", donde los pagos están más avanzados.
4. Más transparencia y erradicar cargos:
Se obligará a la banca a desglosar los costes asociados a cada operación, se espera que atajen la economía sumergida al evitar el repudio de tarjetas en los pequeños pagos y acabarán con los recargos por aceptar tarjetas online. Es el fin de una práctica muy extendida entre las aerolíneas low cost, que fijan suplemento por cobrar con medios de plástico, aun siendo el grueso de su venta por internet.