
Blesa no dio ningún detalle de la operación, pero los consejeros la retificaron por unanimidad. El juez dice que el expresidente "quebrantó, volatilizó y pulverizó su obligado buen hacer".
La compra de City National Bank of Florida (CNBF) por parte de Caja Madrid, que ha llevado a su expresidente Miguel Blesa a prisión provisional, fue autorizada por el entonces consejo de administración de la entidad española por unanimidad. Los miembros del órgano rector dieron el visto bueno a esta operación, valorada en 1.117 millones de dólares (745 millones de euros al cambio de aquel momento), el 14 de abril de 2008.
Como en todas las decisiones que pasaban por el consejo, Blesa conseguía de manera reiterada el respaldo de todos los miembros. Sin embargo, según aseguran fuentes próximas al máximo órgano ejecutivo, en la reunión que autorizó la adquisición, el expresidente apenas ofreció detalles de la inversión. Tan sólo las cuestiones generales y ninguno de los consejeros planteó ninguna duda. Únicamente tras el encuentro alguno de los vocales reclamó alguna aclaración o matización de la operación que se iba a materializar en dos partes.
Primero, con la toma del 87 por ciento del capital de City, que se efectuó en el mes de noviembre de ese año, y después con la adquisición del 17 por ciento restante, que se efectuó en 2010, tras la salida de Blesa de la entidad financiera. La inversión, según el magistrado Elpidio José Silva, ha ocasionado unas pérdidas cercanas a 500 millones de euros. Pero el jueves, durante su declaración ante el juez, el expresidente de Caja Madrid insistió en responsabilizar a todo el consejo.
Objetivo: eludir el control
El auto redactado por el magistrado sostiene que la compra del City se realizó en dos tramos "de forma que pueda eludirse el preceptivo control de la Consejería de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid".
La caja compró el primer paquete del banco americano por 927 millones de dólares y posteriormente se hizo con el resto mediante una operación de put and call -venta más opción de compra- por otros 190 millones más. Era un precio desorbitado, tal y como ha puesto de manifiesto el Banco de España -excedía de hecho el abonado anteriormente por Banco Popular y Sabadell en relación con la compra de otros dos entidades domiciliadas también en Miami-, pero nadie en el máximo órgano ejecutivo se preguntó el porqué.
Pero, ¿quiénes respaldaron a Blesa en su aventura estadounidense? El consejo estaba integrado, como el del resto de cajas, de políticos y expolíticos de diferentes ideologías, empresarios y sindicalistas. Por el PP, además de Blesa, ocupaban un puesto Estanislao Rodríguez Ponga, Ricardo Romero de Tejada, Alberto Recarte, Jesús Pedroche, José Manuel Férnadez Norniella, Mercedes Rojo y la recientemente fallecida Mercedes de la Merced. Por el PSOE se sentaban Ramón Espinar, José María Arteta, Antonio Romero y José María de la Riva. Por IU, José Antonio Moral Santín.
Por su parte, Comisiones Obreras tenía como representantes a Francisco Baquero y Pedro Bedía. En la rama madrileña de este sindicato, a Rodolfo Beniro y Juan José Azcona. UGT contaba sólo con un vocal, Gonzalo Martín. Los empresarios estaban representados por Gerardo Díaz Ferrán, mientras que Unipyme, por Guillermo Marcos. Por último, Ignacio Navasqües daba voz a los Cuadros Profesionales.
Algunos de ellos están siendo investigados ahora por el 'caso BFA-Bankia', entidad en la que participaron tras la fusión de Caja Madrid con Bancaja y cinco entidades.
Las posibles responsabilidades llevaron ayer a algunos a marcar ciertas distancias. El secretario general de UGT Madrid, José Ricardo Martínez, señaló que no estaba en el consejo cuando se aprobó la compra del City. Él accedió al cargo en 2010, pero desde 2004 el sindicato estaba representado por Gonzalo Martín. José Ricardo es conocido por las dietas cobradas de 181.000 euros de Bankia, que trasladó posteriormente a la central.
Blesa, que llegó a la presidencia de la caja madrileña gracias a un acuerdo con Comisiones Obreras en 1996 después de la victoria de José María Aznar en las elecciones generales, tejió a lo largo de los años una tela de araña de favores para ganarse el apoyo incondicional del resto de fuerzas con presencia en la entidad. El respaldo sólo se truncaba en cada renovación de cargos, donde el PSOE y la rama madrileña de CCOO se posicionaban en contra de la postura presidencial, como en la era del tamayazo, y a partir de 2009, cuando perdió la confianza de un ala del PP liderado por Esperanza Aguirre, causa de la guerra interna que inició para mantenerse en el poder durante un ejercicio más con el apoyo de Alberto Ruiz-Gallardón.
Gracias a los favores durante su mandato, Blesa pudo sacar adelante sus proyectos faraónicos. A lo largo de los 13 años que estuvo al frente de Caja Madrid, Blesa se hizo con una de las dos torres Kio, por la que pagó 16.000 millones de pesetas (casi 100 millones de euros) al poco tiempo de ocupar el sillón; compró el 10 por ciento de Endesa, que posteriormente vendió en contra del criterio de Esperanza Aguirre y que le supuso lanzar un pulso personal y profesional; adquirió el 12 por ciento de Iberia; y eso sin olvidar la inversión para hacerse con uno de los cuatro rascacielos de Madrid por más de 800 millones.
El fiel apoyo de IU
A cambio, representantes del PSOE, IU y los sindicatos consiguieron puestos en los órganos de gobierno de empresas participadas por Caja Madrid. Uno de los más fieles aliados, el consejero de IU, José Antonio Moral Santín, estuvo sentado en Mapfre, por ejemplo, durante muchos años. Estas organizaciones lograron además créditos importantes para su supervivencia, a pesar incluso de ser impagados, en algún caso. Entre 2003 y 2007 los socialistas y los comunistas debían a la entidad 3,67 millones. A título personal los consejeros también lograron préstamos que, por lo general, contaban con ventajas sobre el mercado. En su análisis de la gestión de Blesa en la compra del banco de Florida y la concesión de la línea de crédito al expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, el juez Elpidio José Silva encuentra "indicios racionales de responsabilidad criminal".
Según el auto del magistrado, Miguel Blesa "vino a quebrantar y volatilizar de tal forma todos los controles de riesgo, vino a pulverizar, hasta tal punto, su obligado buen hacer en la gestión bancaria que mediante su proceder incurrió, como poco, en ignorancia deliberada o dolo eventual".