Sitúa a una veintena de directivos de máxima confianza, incluido su hijo, al frente de las filiales. El supervisor tiene en marcha cuatro procesos abiertos contra el expresidente del grupo.
¿Quién manda ahora mismo en Pescanova? En teoría, Deloitte, el administrador concursal designado por la CNMV para hacerse cargo de la gestión de la compañía después de que un juez de Pontevedra, el magistrado Roberto de la Cruz, decidiera apartar a todo el consejo de administración. En la práctica, sin embargo, la realidad es muy distinta. Según han confirmado desde distintas fuentes, es el presidente del grupo, Manuel Fernández de Sousa, el que sigue controlando la compañía en la sombra.
Esto es posible porque, aunque la matriz ha presentado concurso de acreedores, las filiales siguen operando en una situación de absoluta normalidad y Sousa lo está aprovechando para asegurarse el timón del barco. Hasta una veintena de directivos de su máxima confianza, incluido su hijo, Pablo Fernández Andrade, han pasado en los últimos días a ocupar puestos de máxima responsabilidad en empresas como Pescanova Alimentación, Pescafresca, Fripesca, Frigodis, Isuiña o Frinova. El objetivo es que, desde allí, pueden mantener el control operativo del gigante del congelado. Fernández Andrade, que sigue siendo consejero de la compañía matriz, ha pasado a ocupar, por ejemplo, un puesto directivo en Frinova.
A la espera de lo que decida hacer al respecto el juez, los sindicatos han presentado ya una demanda ante la Inspección de Trabajo al entender que con estos cambios se está "cargando a las filiales con nóminas cuantiosas de personal de confianza de Sousa". Los representantes de los trabajadores sospechan que el presidente trata con ello de salvarles de un posible Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en la matriz, pero la realidad va mucho más allá. "Lo que de verdad pretende es mantener el control operativo", aseguran las fuentes consultadas.
Investigación en marcha
Pescanova reconoce, de hecho, que Sousa sigue trabajando con total normalidad en la compañía. "Él es que el conoce todos los datos y es lógico que Deloitte quiera consultarle todos los movimientos", aseguran. El problema es que la CNMV ha pedido a la Fiscalía que le investigue por un presunto fraude y que Sousa se enfrenta, además, al menos a dos querellas ante la Audiencia Nacional por estafa, administración fraudulenta y falsedad en documento mercantil.
Según ha admitido Deloitte ante la banca acreedora, el presidente de Pescanova ocultó en los últimos años una deuda de más de 3.000 millones de euros y, por si fuera poco, todo indica, según los últimos informes de los auditores, que falsificó facturas, infló los activos y el resultado bruto operativo (ebitda) y logró créditos con documentos de embarque y transporte de mercancías falsos.
La gravedad de la situación es tal que, según las fuentes consultadas, el comité ejecutivo de la CNMV aprobó en una reunión celebrada el pasado jueves la apertura de otros dos expedientes más contra Fernández de Sousa, que acumula así un total de cuatro procesos sancionadores. Se le está investigando por información privilegiada y abuso de mercado -vendió un 7 por ciento del capital justo antes del preconcurso sin comunicárselo al mercado- , por haber mentido al supervisor sobre las resoluciones de los consejos, por negarse de forma reiterada a remitir las cuentas del último ejercicio, que debían haber sido publicadas el pasado 28 de febrero, y por tomar decisiones al margen del máximo órgano ejecutivo, como si se tratara de una empresa familiar y no de una cotizada.
Desconfianza en Deloitte
Tanto en el entorno de la compañía como en el sector pesquero en su conjunto existe asimismo una gran desconfianza en la labor que está llevando a cabo Deloitte. "Por ahora se ha limitado a seguir los pasos de Manuel Fernández de Sousa y pedir otros 60 millones más a la banca", dicen las fuentes consultadas. "Su problema es que hasta que no haya una auditoría forense -la está elaborando KPMG- y el presidente y su equipo abandonen totalmente la empresa, es muy complicado que nadie esté dispuesto a poner ni un solo euro más. Sería como tirarlo a la basura", aseguran.
La cuestión de fondo es que, según han transmitido ya los administradores concursales a la banca, si Pescanova no consigue esa inyección de capital podría enfrentarse en los próximos día a una posible liquidación. De hecho, la presentación del concurso de acreedores en las filiales de Argentina y Chile -equivale al 40 por ciento de sus capturas en alta mar- ha dejado ya a la compañía al borde del colapso. La banca española parece dispuesta a seguir apoyando a la empresa, sobre todo para evitar la pérdida de empleo, pero las entidades extranjeras son mucho más reacias, dado el volumen del presunto fraude detectado.